miércoles, 17 de diciembre de 2008

La sana costumbre de la tertulia

Venga. ¿A que sí? ¿A que suena a castaña, a rollo decimonónico...? Pues no, amigo mío. Ni hablar del peluquín. El castaña eres tú si opinas así. Ayer pudimos comprobar, en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, cómo una reunión de aficionados a la literatura -autores y lectores-, puede resultar de los más interesante, amena y prometedora.

No éramos muchos -¿o tal vez sí?-, quince o veinte personas. ¿Y queréis saber lo más curioso? Estábamos hablando allí mismo, en la zona de hemeroteca, rodeados de gente leyendo, estudiando, consultando. Debo confesar que no pensaba que aquello fuese a funcionar. ¿Cómo no iba a molestarles un grupo de personas hablando en medio de una biblioteca? Pues no solo no hubo problemas, sino que incluso algunas de esas personas se sumaron a la charla. Como si esas voces templadas y respetuosas no fuese más que un agradable fondo sonoro, como el consabido riachuelo de un paseo campestre.

Hay que reconocerle a Andrés Nadal, al frente de la escuela de escritores Escribes, su trabajo no sólo para organizar ese encuentro, sino también por alentar a los presentes para que la cosa no quede en algo puntual. Y sería muy de agradecer, porque desde luego no vamos a cambiar el mundo con esas charlas y debates, pero sí que podemos enriquecer, y mucho, nuestro mundo interior y el de cuantos logremos convencer.

Creo que ayer fueron dos los temas estrella: la necesidad de revitalizar la vida cultural sevillana (la eterna cuestión) y los diferentes planteamientos de los autores a la hora de publicar. Con esto último quiero referirme a cómo, los distintos escritores que participamos, teníamos opiniones diferentes sobre el destino que queríamos para nuestras obras. Mientras para algunos el objetivo era publicar, no diremos que a cualquier precio pero sí sin que ésa sea una condición fundamental, otros planteaban la necesidad de ser muy críticos y selectivos a la hora de apostar por un sello u otro. Perspectivas diferentes, en definitiva, que, me parece, llevan a distinguir entre dos tipos de autores: los que quieren vivir de la escritura y los que tienen ésta como una afición e instrumento para dar salida a sus inquietudes artísticas. Igual de honorables ambas, por supuesto.

Pero creo que por encima de los temas que se abordaron, lo que más me gustó de la tertulia de ayer, al igual que ocurrió con la mesa redonda del pasado sábado, así como con experiencias similares en las que he tenido la suerte de participar; lo que más me gusta, decía, es el propio hecho, estar con un grupo de personas que ondean orgullosos las banderas de la inquietud y el respeto, e intercambiar con ellos opiniones sobre los aspectos más diversos de la vida cultural en la que nos movemos o en la que nos gustaría movernos.

En un mundo tan práctico como el de nuestros días, donde parece que nada vale la pena si no es productivo, es un lujo poder tomar parte en este tipo de citas que, desde su modesta sencillez, creo que suponen monumentos a la pervivencia de la sensibilidad del ser humano por encima de tanto marketing, superventas y primetimes.

7 comentarios:

Teo Palacios dijo...

Y yo sin enterarme...

François de Fronsac dijo...

Hola.

La tertulia es algo que funciona bastante bien en Molina de Segura, con más de doce años ininterrumpidos, todos los jueves del mundo, no festivos, llueva o truene.

Y en Murcia hemos montado un grupo que, por cierto, lo llamamos Tertuliemos. Nos reunimos todos los lunes primeros de mes.

Saludos.

Javier Márquez Sánchez dijo...

Culpa mía. El acto se promocionó poco, pero además es que yo no comenté nada en el blog. Para la siguiente -que la habrá- te aviso sin falta.

Perdona, camarada...

Javier Márquez Sánchez dijo...

Paco, es que tú eres un fuera de serie.... No, en serio, eres un ejemplo a seguir, con la cantidad de actos e iniciativas en las que siempre andas implicado.

Ali Momentos de Evasion dijo...

Como dice Francisco Javier, estaría bien que hubiera charlas semanales, sobre libros o cualquier otro tema cultural y crear un grupo más o menos fijo para reunirse. En la biblioteca de Sevilla hay un club de lectura juvenil llamado Montag, pero creo que no hay nada para adultos (algo de poesia, me parece recordar, pero hace tiempo que no voy...) Estaría bien, estaría bien ^__^

Arwen Anne dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo en el último párrafo. Pero de acuerdo al cien por cien.

Muchas veces a mí me dicen de todo porque escribo, porque me preparo y porque tengos mis ilusiones, pero el sábado pasado no fue así. El sábado me sentí en mi salsa. Estaba bien y no me preocupaba para nada, lo que los demás pensaran porque de un modo o de otro, todos pensábamos en el mismo punto.

De haber sabido de esa charla, te aseguro que hubiera ido.

José Angel Muriel dijo...

Avisa, avisa. Estas cosas son las que me hacen desear con más fuerza mi regreso a Sevilla. Ay, cómo me gustaría participar...