viernes, 29 de mayo de 2009

(Micro) Relato: 'Supervivencia'

Pasó la página y siguió leyendo. Leía sobre los viejos tiempos, los buenos tiempos, los últimos tiempos; cuando el hombre alcanzó su máximo grado de desarrollo tecnológico, cuando los libros en papel desaparecieron contra todo pronóstico y cada aspecto de la vida cotidiana quedó digitalizado e informatizado. Leyó entonces sobre la Tercera Guerra Mundial, y sobre cómo se cumplió la profecía de uno de los grandes sabios del viejo siglo XX. Ahora, los hombres luchaban con piedras. Todo volvía a empezar. Por eso se alegraba tanto de haber conservado, a pesar de las burlas, aquel tosco y sencillo libro de papel.

jueves, 28 de mayo de 2009

Una novela terminada y un duende gordinflón

Llegó el gran día. Se acabó. Me desentendí. El pasado lunes, a eso de las ocho y media o nueve menos cuarto de la tarde, le envié un correo electrónico a mi editor con la edición definitiva de la novela. La he leído, releído, analizado por partes, reescrito situaciones y personajes, cambiado algunos nombres...

El colmo fue una semana atrás, cuando el lunes 28 di por terminado el trabajo, me metí a darme una ducha y salí medio histérico tras darme cuenta que era necesario incluir un nuevo capítulo que me permitiese dar algo más de entidad a un personaje crucial que había quedado demasiado suelto en la trama. Y en eso ocupé los siguientes siete días.

Pero hoy ya puedo respirar tranquilo. O casi. Porque ahora viene la larga espera. La elección de la portada, del tono general con el que se presentará la obra... Son muchos detalles, apasionantes todos ellos, de cara a ese lanzamiento final que, me dicen, será en octubre. Cuatro mesecillos de nada que pasan en un suspiro... eterno.

Estoy terriblemente ilusionado con el hecho de haber terminado la novela. Ilusionado y aterrado, como el niño al que se le acaba el tiempo para hacer un examen y, a punto de entregárselo a la profesora, se arrepiente de todo lo escrito y desearía poder empezar de nuevo. Por suerte, los comentarios entusiastas de tantos y tan buenos amigos que han leído la obra, me hacen tener algo más de fe en que, al menos, será un libro entretenido y de factura decente. Con cumplir esas dos claves me doy por más que satisfecho.

Y que nadie se lleve una impresión equivocada: estaba deseando compartir este gran momento con vosotros. Empecé atrabajar en la novela en enero de 2008, la di por terminada en junio de ese año, y a partir de entonces, al tiempo que comenzaba con un nuevo proyecto, inicié las sucesivas lecturas y correcciones. Después de tan largo proceso, es evidente que quería compartir con los habituales de este blog la conclusión del trabajo. Es más, incluso andaba preparando un ingenuo juego literario-cinematográfico: ofrecer las imágenes de aquellos actores que me han servido a modo de bloque de arcilla para modelar a partir de éstos a los distintos personajes de la historia.

Pero el martes, se me jorobó el invento. Andaba almorzando con Sempi y MJ y de pronto comencé a sentirme mal. Algún duende juguetón, terriblemente gordo, me presionaba el pecho y no me dejaba respirar. Al principio no sabíamos a qué achacarlo. Una comilona le juega una mala pasada a cualquiera. Pero ya de regreso a casa, la presión no cesaba, y la dificultad para respirar con normalidad permanecía. Irónicamente, en el televisor, Tony Soprano se desmayaba en medio de una fiesta como consecuencia de un ataque de ansiedad.

Por suerte, yo no me desmayé. Escribo esta entrada desde casa, porque trabajaré desde aquí durante un par de días, por aquello de relajarme cuanto pueda y asegurarme así que alejo de una vez por todas de mi alrededor a ese duende regordete que ayer volvía otra vez a usar mi pecho como cama elástica.

Dicen que madre no hay más que una, y yo tengo la suerte de que fue a tocarme a mí. La pobre, al igual que mi padre, se llevaron un buen sustillo. Pero como siempre, sus indicaciones de urgencia fueron a las mil maravillas. Y claro, también estaba ahí mi "otra" madre, esto es, la de Sempi; gracias a ambas, la cosa no ha pasado de un susto. De mi madre ya os he hablado en alguna ocasión, pero de la de Sempi creo que no. Es una mujer tan polifacética que, en su papel de brillante doctora, igual me sirve de asesora para los libros que me salva la vida, así como en su papel de suegra, me prepara unas croquetas que están para relamerse...

Si vuelvo a encontrarle algún sentido a esa idea ridícula, ya colgaré ese montaje fotográfico en el que andaba trabajando sobre los personajes de la novela. También quisiera retomar el trailer-book que empecé a preparar semanas atrás y... En fin, quisiera hacer muchas cosas, pero el martes me asusté un pelín. No fue nada, una tontería, pero volvió a hacerme reflexionar sobre el poco control real que acabamos teniendo sobre nuestras vidas. A veces hay cosas que queremos hacer, y otras que no queremos hacer, pero terminamos actuando contra nuestra voluntad porque nos vemos obligados a ello, porque no hay más remedio. Porque hay una hipoteca, un contrato, un compromiso... Y eso es una mierda. Es más, ¡Es una gran mierda!

Que les revienten la cerradura de la puerta trasera (eufemismo) a todos aquellos que acaban agobiándonos, subyugándonos y que han obligado a acuñar frases como "hay que tomarse la vida con más calma". Porque la vida, en realidad, debería ser siempre de ese modo: tranquila, apacible, bucólica, con alguna fiestecilla de vez en cuando. Así, al menos intentaré tomármela yo durante unos días por aquí, al otro lado del río y entre los árboles; leyendo mucho, pensando poco y con el sable jedi a mano por si escucho acercarse al duende gordinflón.

lunes, 25 de mayo de 2009

Día del orgullo friki (Porque yo lo valgo)

Conste que el vídeo del sábado lo colgué sencillamente por nostalgia y porque me hizo gracia. No caí en qué día era hoy. 25 de mayo, día del orgullo frikie.

Aclaremos una vez más el concepto. Según esa fuente de conocimiento siempre cuestionable que es Wikipedia, el término "Friki, friqui, frik, frikie, freaky o freak procede del inglés freak (una de cuyas varias acepciones es la de extraño, extravagante o estrafalario), es un término usado en el idioma español para referirse a la persona de apariencia o comportamiento fuera de lo habitual, interesada u obsesionada en un tema o hobby concreto en el que se considera fanático (otra acepción para freak en el idioma inglés). Este término suele tener una connotación peyorativa, atribuída por el que no se considera a sí mismo friki".

En resumidas cuentas, el término ha pasado a usarse para definir a aquellas personas que no vamos donde va Vicente, esto es, adonde va la gente. Somos, en términos más sociológicos, los que nos salimos de la manada. Es el huevo y la gallina. ¿Uno es friki porque colecciona algo que no está comido por el polvo y el moho (llámese antigüedades), o se convierte en ello porque quienes lo rodean no lo hacen, y eso hace de él un tipo "raro"?

El término friki ya no sólo se emplea para los pirados de Star Trek o Star Wars que se acuestan mirando por la ventana a la espera de que lleguen los hombrecillos verdes. Si escuchas música africana, para muchos eres un friki. Si vas vestido con ropa que no venden en Zara, El Corte Inglés o Massimo Dutti, eres un friki. Si compras vinilos en lugar de cds, eres un frikie Si no te gusta el fútbol pero recuerdas con nostalgia las series de tu infancial, eres un friki. Si ves cine de terror en versión original, llevas un blog o tienes un montón de amigos repartidos por todo el país gracias a internet, con los que quedas un par de veces al año, ¡compañero, eres un friki del copón!

En términos generales, friki tiene dos acepciones. Por un lado está ese pequeño grupo de extravagantes, obsesionados por un tema concreto que sólo viven por y para él. Pero hay excepciones. Si vas por la vida hablando sólo de Tolkien y el Señor de los anillos, eres un friki. Pero si sólo hablas de fútbol, sólo lees el Marca o el As, sólo ves la sección deportiva del telediario, y en cuanto llegas del curro te pones la camiseta de tu equipo, entonces no eres friki. Eres otra cosa, ¿pero friki? ¡No! Porque, como es fútbol... Por otro lado que la definición de friki —"persona de apariencia o comportamiento fuera de lo habitual, interesada u obsesionada en un tema o hobby concreto en el que se considera fanático"— encaje como anillo al dedo con los "capillitas" de Semana Santa o los fieles de Fernando Alonso, tampoco significa nada, porque también son "cosas" aceptadas socialmente.

Y esto nos lleva a esa otra acepción de friki, la más genérica, en la que entraría el grueso de esos frikis que conozco y en la cual me incluyo: gente que no se deja llevar, que no permite que le impongan las modas, que sabe escoger, que quiere elegir, que no quiere ser igual que nadie por desidia, aunque le importe tan poco que ni siquiera piense en ello. Sencillamente va a su aire. Esta modalidad de friki es el nuevo paria social, el individuo peligroso, porque ya sabemos que todo lo "raro", lo que se sale de lo común, es peligroso. Casualmente, si hay algo común a la inmensa mayoría de frikis que conozco es que son lectores voraces, amén de grandes cinéfilos en muchos casos.

Así que, sí, friki y orgulloso de serlo. Soy raro de narices, afortunadamente. Porque, ¡qué triste sería este mundo si todos fuésemos iguales! Y para celebrarlo, ya veré que hago hoy. Tal vez me vea algunos capítulos de V, del Coche fantástico, del Equipo A o de MacGyver. O quizás me deleite reordenando todas las novelas y pastiches holmesianos, o la colección completa de novelas oficiales y oficiosas de 007. Quizá limpie la hebilla de Río Rojo, réplica de la que lucía John Wayne en buena parte de sus películas, o le cambie las baterías al sable láser de Obi Wan que tengo junto a mi teléfono de principios del siglo XX, o saque a pasear la capa oficial de Superman que atesoro con tanto cariño como el sombrero de Indiana Jones. Puede que ponga algún disco de Elvis, en vinilo, por supuesto, mientras le quito el polvo a mis figuras de Drácula (versión Christopher Lee), Johnny Cash, Don Vito Corleone, El Nota o El Especialista Mike.

O puede, sencillamente, que piense en un post para mañana.

Para los que queráis saber vuestro grado de frikismo, aquí os dejo un test.

sábado, 23 de mayo de 2009

Yo crecí en los 80 (y sobreviví)

Esto de internet es fantástico. ¡Descubre uno cada cosa! El amigo Kinezoe me ha hecho pasar un rato fantástico, de esos de sonrisa bobalicona nostálgica, de la mano de un grupo de metal freak (?) que responde al nombre de El Reno Renardo. El temazo que os traigo se titula Crecí en los 80, y para los que hacemos honor a esa denominación, no tiene desperdicio.

La letra es larguísima, así que no la reproduciré. Quien no la entienda bien -los angelitos no se distinguen por su dicción brillante-, puede leerla aquí. Eso sí, os dejo el estribillo para que veáis por dónde van los tiros...

Yo crecí en los 80
Y sobreviví
Haciendo la grulla
De Karate kid
Yo crecí en los 80
Cantando Parchís
Elásticos rojos
Y parches de Kiss...


viernes, 22 de mayo de 2009

Luz verde (perdón) a los lagartos

Feliz y contento luzco desde ayer tras leer por ahí la noticia que llevaba tiempo esperando. La cadena de televisión estadounidense ABC ha dado luz verde a la puesta al día de la serie V. Bueno, de momento ha dado su visto bueno al episodio piloto, y según vayan las cosas así se plantearán el futuro. Crucemos los dedos por tanto para que los resultados, en todos los sentidos, sean mejores que los obtenidos por la nueva generación de El coche fantástico, que no vale un colín, y así le va.

La adaptación correrá a cargo Scott Peters, uno de los creadores de la serie de ciencia ficción Los 4.400, y en lugar de un Mike Donovan de pelo en pecho como protagonista, la nueva serie tendrá a una tal Erica Evans, que no será reportera, sino agente de seguridad (aunque también habrá un periodista por ahí). Estos dos datos, guionista y cambio de rol principal, me dan mala espina, y me hacen temblar ante la idea de que puedan darle un revolcón tan contundente a la serie como ya hicieran como Galactica, otra producción de la misma época.

Eso se sabrá fácilmente. Si el piloto tiene éxito, y se plantean V como una serie larga, recoge el chiringuito y vámonos a otra playa, porque el invento no va a funcionar. Esa historia está llamada a ser corta, al grano. Y para muestra, lo ocurrido con la original.

Como ya sabréis la mayoría, y para los que no, aquí estoy yo, V se planteó como una miniserie, con cuatro capítulos de 45 minutos de duración cada uno, cuya primera parte se rodó en 1983. Como la cosa funcionó, en 1984 se rodó V. La Batalla Final, con tres capítulos de dos horas de duración cada uno. A la audiencia le siguió gustando, y los de la cadena de televisión dijeron entonces eso tan gracioso de: "Manolo, tira pa'lante". Y Manolo tiró lo que pudo de una historia que había quedado redonda como estaba y que, en los 19 capítulos siguientes, no hizo más que estirarse, expandirse y quedar aplastada como un chicle.

Como ya comentaba en una entrada meses atrás, el estreno en V España, allá por 1984, causó tal sensación que hasta el humorista Pepe DaRosa le dedicó una de sus agudas coplillas: Los lagartos de la tele. Veinticinco años después, convertida en leña de candela ‘frikie’, la serie se sigue disfrutando con la mirada ingenua de la infancia, sin dejar que nos afecte el hecho de que mala, lo es de categoría. Debido al precario presupuesto, se emplearon una y otra vez los mismos planos de las naves espaciales estrellándose, sobrevolando la ciudad o, sobre todo, saliendo de la nave nodriza. Además, resulta gracioso ver cómo, a pesar de lo nutrida de botones que está la consola de dicha nave, el lagarto de turno pulsa siempre los mismos botones sea para lo que sea. Eso sin contar con cómo Mike Donovan entraba y salía de esa nave como Pedro por su casa. Pero, ¿no son esos detalles los que dan un encanto especial a estas series míticas?

Eso sí, el contenido implícito de la serie, el mensaje oculto bajo la piel de lagarto, no hay galgo que se lo salte. Entre discursos de aquel cura que siempre metía la pata, el anciano rebelde con un nieto empeñado en lucir uniforme de los visitantes y la madre del protagonista, más traicionera que Angela Chaning con jaqueca, unos cuantos nos empapamos de un asunto que, ya mayorcitos, nos ayudaría a emocionarnos como Dios manda viendo Casablanca. Y es que al parecer, la idea inicial de Kenneth Johnson (responsable del asunto) era hacer una miniserie contando el sacrificio de un grupo de la Resistencia francesa durante la ocupación nazi. Pero en la cadena de televisión le dijeron que el americano medio no estaba para dramas europeos., y Johnson, muy listo él, se las dio de trilero y cambió los años cuarenta por los ochenta, los nazis por unos extraterrestres, los gabachos por los yanquis, y aquí paz y después gloria. Vale que la cosa degeneró un poco, sobre todo en la tercera temporada, pero la idea era la que era.

Pues nada, esperaremos a ver qué ocurre con esta nueva versión de V, cuyo estreno está previsto para comienzos 2010. A pesar de los comentarios anteriores, las imágenes que he visto no tienen nada de mala pinta. Se ve que la inversión ha sido bastante más generosa que 25 años atrás, y la nueva Diana —una lagartona más que una lagarta-, Morena Baccarin, pues... pues eso, la nueva Diana. Aquí os dejo dos promos distintas que se han hecho públicas hasta ahora.





Señores de la ABC, sean ustedes buenos con los treinteañeros que hemos crecido encariñados con esta serie. Seguir estándolo tras tantos años, a la vista de aquellas gafas a lo Niña de la Puebla, aquellos uniformes con aires de butanero o aquellos cardados de las extraterrestres... digo yo que nos merecemos tener una nueva V a la altura, como mínimo, de su predecesora. Por lo menos, en lo que a encanto y nostalgia frikie se refiere.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Aires veraniegos para el blog

Bueno, aún no ha llegado el verano pero quería refrescar un poco el blog. Sí, un nuevo cambio de imagen. Ya sé que es la tercera vez. ¿Qué le voy a hacer? Me canso de tener siempre el mismo aspecto, ya se trate de mí o de mi blog. ¡Qué sería de los diseñadores de moda y de las tiendas del sector si nos dedicásemos a llevar siempre el mismo tipo de ropa! Aunque, ahora que lo pienso, sí que hay gente que lo hace, y en manada, además. Pues benditos sean.

Pero yo he querido darle aires relajantes al blog, a ver si se me pega algo. Y en esta época, nada más relajante que una terraza a pie de playa. Pero en algún lugar perdido, ¿eh?, sin domingueros, turistas, vecinos de apartamentos, vendedores de puñetitas... Lo que se dice relajarse, vamos. Y ya, de paso, pues he aprovechado para escoger un modelo que diese mayor espacio al texto de las entradas, pues la columna del anterior me resultaba demasiado estrecha. Acababa uno con complejo de máquina de escribir, obligado a pasar de lado a lado casi de inmediato.

También he probado con el fondo negro, y no creáis que me disgusta. Muy elegante. Y además, dicen que para leer en pantalla nada mejor que el blanco sobre negro. Pero se me antojaba pelín lúgubre. ¿Quién sabe? Tal vez, para el otoño.

En fin, espero que el cambio no os desagrade demasiado, y sobre todo, que los nuevos contenidos os interesen, cuanto menos, como hasta ahora. Últimamente anda la cosa floja, ya lo sé. Pero espero remontar pronto, y que os siga apeteciendo venir a echar un rato agradable de vez en cuando a este rincón nuestro, al otro lado del río y entre los árboles...

lunes, 18 de mayo de 2009

Esa bastarda de ojos vacíos llamada Muerte

Dori es una veinteañera risueña, hiperactiva, con ganas de comerse el mundo y de exprimir cada segundo que le dé la vida; como debería ser cualquier veinteañero. El pasado domingo se levantó temprano para ir al centro de la ciudad, a seguir llevando las diversas actividades que coordina en una de las carpas de la Feria del Libro. Se había tomado el asunto tan en serio que incluso no salió la noche anterior para estar al cien por cien de rendimiento. Desayunó, se montó en su Opel Corsa y puso rumbo a su destino.

Al llegar a lo alto de uno de los puentes que cruzan sobre las vías del tren, un semáforo la obligó a frenar. Dos coches, tal vez tres, ya estaban detenidos ante la luz roja. Así lo hizo también Dori. Mientras pasaba el tiempo, los segundos, tal vez cambió el dial de la radio, tal vez repasó mentalmente la agenda del día, o incluso rebuscó en el bolso para comprobar que no olvidaba nada.

Fuese lo que fuese lo que estaba haciendo, no lo vio llegar. Sólo lo sintió. Un golpe terrible a su espalda que la empujó hacia delante con la misma violencia con la que el impacto con el siguiente coche hacía saltar el airbag y le propinaba un asfixiante impacto en el rostro. A setenta, tal vez a ochenta kilómetros por hora, fue la estimación inicial de la policía de la velocidad del coche que provocó el accidente. No intentes imaginarlo. Es sencillamente terrible.

Dori salió del Corsa por su propio pie, asustada, desconcertada, frenética. Pero aún tuvo la serenidad de pensar que prefería llamar a su hermana antes que a sus padres. Ella, suponía, reaccionaría con más sosiego.

Y su hermana, María José, estaba con Sempiterna y conmigo.

María José ha sido ese gran regalo que nos ha deparado 2009. Al igual que Adri, Ali, Violeta, Pepe o Clara lo fueron en 2008, o Teo y Mari en 2007, este año hemos tenido la suerte de cruzar nuestro camino con el de este ser humano maravilloso que es Meriyou. Y si hay algo peor que ver sufrir a cualquier persona, es asistir a la angustia de alguien a quien quieres.

Estábamos juntos porque ambos andamos trabajando en un proyecto literario. Sempi se marchaba a trabajar en la Feria del Libro, precisamente junto a Dori. Desayunamos los tres y nos despedimos. Fue entonces cuando recibimos la llamada, y María José y yo pusimos rumbo al lugar del siniestro. Por suerte, quedaba muy cerca de donde estábamos.

Cuando llegamos ya había allí una ambulancia atendiendo a todos los implicados, y varios agentes de la Policía Local comenzaban a tomar los datos para el atestado. Los coches lo contaban todo: el de Dori se había llevado la peor parte, había quedado casi como un acordeón (“esto es casi seguro siniestro total”, diría luego el tipo de la grúa). Uno de los sanitarios, hablando después con otro compañero y uno de los policías, fue tan claro como crudo: "si esta chica no llega a tener un coche delante, igual ni lo cuenta, porque el airbag no le salta, y el golpe ha sido terrible". Pero saltó. Saltó incluso el del asiento del acompañante, y lo hizo con tanta virulencia que dejó hecho añicos buena parte de la luna delantera.

No hubo que lamentar víctimas, ni siquiera heridos graves. Solo algunos esguinces y rasguños, que no es poco. Por eso, cuando los padres de Dori llegaron al lugar, sus miradas centelleaban con tanta emoción que llegué a sentir que aquel momento, trágico e incluso caótico, con tanta gente que iba y venía, resultaba para ellos de una intimidad casi dolorosa. Aquellos padres, al tener ante sí a su hija andando por su propio pie, que podía abrazarles y contarles entre lágrimas lo ocurrido, aquellos padres, decía, volvían a ver nacer a su pequeña por segunda vez.

Pasé buena parte de la mañana con esta familia -entrañable, por cierto, hasta lo indefinible-, ayudando en lo que estaba en mi mano, que era bien poco, y sobre todo, intentando no entorpecer en esa intimidad trágica que afloraba de vez en cuando ante la conciencia de lo que pude ser y afortunadamente no fue.

Hoy, Dori está mejor. Un par de semanas con collarín, pomadas y mucha tranquilidad, y estará repuesta por completo, con más ganas que nunca de comerse ese mundo que no podría seguir sin ella. También sus padres andan ya más tranquilos, aunque supongo que el corazón aún se les acelerará en ocasiones al caer la noche y planear sobre ellos el recuerdo de lo ocurrido.

Por mi parte, no puedo dejar de pensar en cómo la vida cambia con un simple chasquear de dedos. En cualquier momento, por cualquier razón, por cualquiera de esos "totales" que comentaba con Gabriel, el padre de Dori y María José: "total, por una cerveza...", "total, por diez kilómetros más...", "total, por no llevar el cinturón de aquí hasta allí...", “total, por…”

Y es que a la Muerte nunca la ves venir. Es muy lista, la hija de perra. No luce túnica negra con capucha ni alza su guadaña al aire. Va vestida de destino ansiado al final de la carretera, de reloj que marca tarde la hora de llegada al trabajo, de sorbo de alcohol inocente antes de volver a casa, de discusión absurda que se enardece por momentos...

El domingo, cuando celebré con la familia de Dori que la chica volvía a nacer, volví a ser consciente de todas esas cosas por las que vale la pena vivir. Y vivir de verdad, a fondo, cada instante, disfrutando de las mil y una maravillas que tenemos ante nosotros, desde la belleza de una puesta de sol a la compañía del mejor de los amigos. Hay que vivir la vida con tanta intensidad como podamos, pero sin caer jamás en el error de darle cualquier excusa a esa pequeña bastarda de ojos vacíos que anda siempre acechando, esperando para entrar en acción.

Te pasaste de lista esta vez, Muerte. Johnny, ¿haces los honores?

viernes, 15 de mayo de 2009

Scorsese y el Rat Pack, música para mis oídos

No puedo evitarlo. Son las ocho y media de la mañana y hoy estoy en casa de vacaciones, pero tenía que escribir esta entrada o reventaba. Desde ayer estoy eufórico con la noticia. Por fin, ¡Por fin! Por fin suceden dos cosas que hacía tiempo venía deseando, y además, lo mejor es que suceden combinadas: un director de prestigio ha logrado convencer a la familia Sinatra para llevar a la gran pantalla la vida del Viejo ojos azules. Pero es que además resulta que ese director es, ni más ni menos, Martin Scorsese. Después de ver -una y cien veces más- Uno de los nuestros y Casino, es imposible que se pueda señalar a un realizador más adecuado para retratar la singular figura de este personaje.

Scorsese llevaba casi una década intentando tener en las manos un guión sobre Dean Martin, el eterno compañero de correría de Frankie. Trabajaba como base con el libro de Nick Tosches, Dino: Livin' High in the Dirty Business of Dreams, una verdadera maravilla. Pero la cosa no terminaba de cuajar. Ninguna versión del libreto le convencía. Y eso que el proyecto llegó a estar tan asentado que hasta se barajó un reparto: Tom Hanks como Dino, John Travolta como Sinatra, Hugh Grant Joey Bishop y Jim Carrey como Jerry Lewis (del pobre de Sammy Davis Jr. nunca se supo de actor alguno).

El proyecto Dino, que así se conocía, nunca cuajó, pero ahora, la nueva película permitirá a Scorsese no sólo abordar la figura de Sinatra, sino acercarse también a la aún más compleja y fascinante de Dean Martin. ¡Qué le voy a hacer! Es mi favorito confeso del Rat Pack.

Relamiéndome de placer estoy. Con que la película le salga la mitad de bien que Uno de los nuestros, ya será toda una delicia. Ahora viene lo difícil, escoger el reparto: ¿Actores buenos y conocidos sin parecido físico con los personajes, o intérpretes desconocidos de fisonomía similar?

Martin, en tus manos encomiendo mi esperanza.


martes, 12 de mayo de 2009

Cuidado, Bud ha vuelto y está cabreado

Tal y como señala mi buen amigo Mr. X en su blog, si decimos Carlo Pedersoli, la gente sigue a lo suyo, demasiado preocupada por hacer como que trabaja mientras piensa en cuánto más debería estar cobrando por estar ahí sentado trabajando. Ah, pero si decimos Bud Spencer, la cosa cambia, ¿verdad? ¡Y tanto! cambia a guantazo limpio...

Pues resulta que los creativos de Bancaja -chapó, señores- han decidido fichar a este actor para su nuevo spot publicitario. El hombre va a sacar dinero y no funciona el cajero. Y claro, se cabrea. Y cuando Bud se cabrea, ya se sabe, reparte a diestro y siniestro. A sus 79 años, el artista italiano ha disfrutado de lo lindo volviendo a repartir guantazos aquí y allá, y al parecer, los especialistas se han mostrado igual de felices de poder incluir en su currículum que han sido abofeteados por el legendario Bud Spencer.



¿Habré visto yo películas de Bud Spencer y Terence Hill? Pues todas, y algunas más de dos y tres veces. Par impar, Quien tiene un amigo tiene un tesoro, Dos misioneros, Dos superpolicías, Estoy con los hipopótamos... Hoy día vemos esas películas y sonreímos con suficiencia pensando: "tiene gracia, pero qué cutre". Pues no nos demos tantos aires, porque aquí los amigos fueron renovadores absolutos de la comedia en una época, los años setenta, en que el género parecía estancado.

Jerry Lewis había establecido las nuevas reglas de la carcajada cinematográfica a comienzos de la década anterior y Blake Edwards las redefinió cuando los sesenta tocaban a su fin. Pero eran otros tiempos, y esas comedias sofisticadas e inteligentes no terminaban de funcionar con la nueva generación que crecía al calor de las manifestaciones contra Vietnam, la lucha contra las dictaduras y las consecuencias de la crisis económica. Y en eso llegaron Bud Spencer y Terence Hill y recuperaron el slapstick (comedia que implica exageración de la violencia física) de Buster Keaton, Charles Chaplin y Lauren & Hardy. ¿Que exagero? Pues la cosa funcionó a las mil maravillas. En su día se hicieron de oro y hoy, si te pilla una de esas pelis después de la siesta mientras apuras el café, ¿a que prefieres reírte con sus mamporros que aguantar la "historia basada en hechos reales" de otras cadenas? Pues calla y sigue leyendo.

Carlo Pedersoli y Mario Girotti, que así se llamaban Bud y Terence en realidad, coincidieron por primera vez en el western italiano Tu perdonas... yo no. Era una cinta seria, donde repartían leña pero muy al uso. Los mamporros, guantazos y demás cachiporrazos no llegarían hasta que en 1970 protagonizaron Le llamaban Trinidad. Y con ella se lió el taco. La pareja se sumaba a la todavía vigente moda del spaghetti western pero recurriendo a una innovadora perspectiva cómica. Y la fórmula triunfó.

Oye, que es que los chavales no eran tan brutos como representaban en pantalla. Carlo, Bud para nosotros, tiene estudios de Química, habla seis idiomas y es licenciado en Derecho. Además, en su juventud fue durante diez años campeón de natación de Italia en los cien metros libres y representó a su país en los Juegos Olímpicos de Helsinki (1952) y Melbourne (1956) en natación y waterpolo. Quién lo diría viéndolo luego con esa barba y esa tripa, ¿verdad?

Pero volviendo a las películas, de todas ellas, me quedo con Y si no... nos enfadamos, otro de esos títulos que me devuelve sin remedio a mi infancia y a las tardes de cine en la salita de casa de mis abuelos. Al dedillo me sé yo los diálogos de esta película, de 1973, amén de su memorable banda sonora, la apuesta de las cervezas y salchichas, cada golpe propinado en la legendaria pelea en el gimnasio... Seguro que la mayoría la habéis visto. Es ésa en la que la pareja gana un coche de carreras rojo de capota amarilla y unos mafiosos se lo destrozan. "¡Queremos que nos devolváis nuestro cochecito!"...

Total, que con el anuncio de Bancaja me he reído y me he puesto nostálgico. Y digo yo que para eso es esto del blog, ¿no?

Aquí os dejo la famosa cancioncilla de Y si no... nos enfadamos, con el mítico balbuceo de Bud...


...y la desternillante pelea en el gimnasio con el no menos popular tema Dune buggy.

lunes, 11 de mayo de 2009

(Micro) Relato: 'Deidad'

El sacerdote abrió la caja y tomó el preciado objeto. Extendió los brazos para presentarlo a todos. Se arrodillaron e inclinaron la cabeza. Se hizo el silencio. Poco a poco fueron surgiendo las voces, tímidas al principio, más ansiosas después. Unos pedían, otros preguntaban. El amor, la enfermedad, la pobreza, la virtud, el futuro, el pasado… Ante ellos, el sacerdote exponía el objeto abierto contra su pecho, dejando a la vista todos aquellos signos y marcas que ya nadie sabía interpretar. Hacía muchos años de la muerte del último hombre que era capaz de obtener conocimiento del objeto sagrado. Cientos de años atrás, contaba la leyenda, hubo millones como aquél, y en ellos se guardaban todas las respuestas. Por eso, cuando lo encontraron por casualidad oculto entre las rocas, decidieron adoptarlo como deidad.

Mientras escuchaba las súplicas de su pueblo, de reojo, el sacerdote miraba los rasgos en el lado frontal del ídolo. No significaban nada para él, pero intuía que debían decir algo importante, más aún, apasionante. Unos siglos atrás alguien le hubiera revelado el mensaje: Veinte mil leguas de viaje submarino.

viernes, 8 de mayo de 2009

Cincuenta años de 'Al vent'

Era 1959. El joven Raimon no andaba pensando en la dictadura, la represión ni tan siquiera en la lucha por las libertades. Sólo iba en moto.

Ramón Pelegero, Pele lo llamaban los amigos, era un chaval de dieciocho años inquieto, avispado, devorador de poesía, que había tomado conciencia de que la suya era una lengua castigada por el franquismo, que seguía con detalle el existencialismo contracultural que emergía en Europa, y había asumido que componer y cantar en catalán era una manera tan digna como otras de expresar su profundo disgusto con el tiempo que le tocó vivir.

No le gustaba viajar en moto, pero aquel día no le quedaba más remedio. Iba “de paquete” con un amigo y el viento le golpeaba la cara. Así que cerró los ojos y se dejó invadir por aquella maravillosa semsación de libertad.

De esa experiencia surgiría Al vent, canción que, medio siglo después, mantiene intacta toda su fuerza evocadora y su impulso reflexivo.

A Raimon lo homenajean estos días con ese motivo en la Universidad Politécnica de Valencia, su propia tierra. A la espera estoy de que me llegue el catálogo que se ha editado catálogo, con textos sobre el artista de Fuster, Salvador Espriu, Néstor Luján, Manuel Vázquez Montalbán, Joan F. Mira y Manuel Vicent, entre otros.


Es una gran noticia la de esta exposición en honor de Raimon en Valencia, donde habitualmente ha sido siempre ignorado. La última vez que actuó allí fue hace casi diez años, y sólo en una ocasión ha aparecido en la cadena televisión autonómica, Canal 9. Y es que Raimon nunca fue un artista agradable para la derecha sociológica y política valenciana; y en especial para la virulenta derecha regionalista y secesionista que durante años alimentó el anticatalanismo.

Siempre fue mucho mejor tratado en Cataluña. Allí abrió infinidad de caminos para los integrantes de la llamada Nova Canço, y fue, por ejemplo, el primer artista que cantó en catalán en el prestigioso Teatro Olympia de París.

Aunque la cosa no queda en Valencia. Durante muchos años, Raimon era reclamado para cantar en Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos y hasta Japón; en todos sitios menos en España, dopnde sólo en determiandos escenarios era consentida su presencia. Al principio, porque estaba prohibido, y más adelante porque resultaba incómodo. Y es que a pesar del uso político que se le ha querido dar a su obra, el de Xàtiva siempre se ha resistido a verse ligado a ningún partido político, y eso ha fastidiado mucho; bastante. Es más, apenas un pequeño porcentaje de su obra podría catalogarse de política o “protesta”, siendo por el contrario la mayoría de un trasfondo íntimo y personal y enorme belleza musical. Pero eso no importa cuando te han colgado una etiqueta.

Los habituales de este blog ya sabéis que tengo la suerte de conocer a Raimon. Le he entrevistado varias veces, y en nuestro último encuentro, con motivo del homenaje que se le rindió el año pasado en Madrid, la confraternización resultó aún más cercana. Llegamos a pasar largos ratos juntos en los que me relató infinidad de anécdotas y debatimos sobre las cuestiones más diversas. Es curioso cómo un artista de pose a priori tan severa, que se hizo famoso por su estilo de “gritar” una canción, más que entonarla, resulta en el trato directo un ser humano tan entrañable.

Vaya desde aquí mi enhorabuena a Raimon por ese homenaje en su tierra y por ese medio siglo de una canción legendaria, imprescindible. Aquí podéis escucharla en un concierto multitudinario con motivo del treinta aniversario de la canción, en el que participan artistas de diversas disciplinas.
Al viento,
la cara al viento,

el corazón al viento,

las manos al viento,

los ojos al viento,

al viento del mundo.


Y todos,
llenos de vida,
buscan la luz
,
buscan la paz
,
buscan a Dios
,
al viento del mundo.


Pero nosotros al viento
,
la cara al viento,
el corazón al viento,

las manos al viento,
los ojos al viento,

al viento del mundo.




Os dejo también la entrevista que se le hizo en La 2 Noticias en mayo del pasado año, cuando aquel homenaje madrileño, la misma noche que ofreció un recital para conmemorar su legendario concierto de mayo de 1968.


jueves, 7 de mayo de 2009

El encanto de una tarde de primavera

Algo tienen de especial las tardes de primavera, de esta primavera que avanza sin remedio hacia el verano. Año tras año me provocan una sensación deliciosa, que me remite a momentos mágicos de tiempos pasados. Me refiero a esas tardes en las que el día roba horas a la noche y el Sol aún no calienta tanto como para hacer demasiado sofocante un paseo por el barrio (porque a mí, todo hay que decirlo, me pirran los barrios; pero de eso hablaremos en otro momento).

Estos días estoy trabajando en la corrección de la novela y a eso de las ocho u ocho y media lo dejo y me voy a pasear. Hay un parque estupendo al lado de casa y le tengo cogida la hora al Sol cuando se va a dormir, más allá de un apacible estanque donde viven a sus anchas una docena de patos. Después, doy un largo rodeo de regreso a casa y me siento a tomar un par de cervezas en el Calderon —o eso querría hacer, a ver si al amigo Jose le da por abrir de una vez por las tardes—, cuyo bar ocupa el lugar más fresco y agradable de toda la larga avenida.

Si hay suerte, Marta se une a mí en ese momento para disfrutar de un par de tapas de caracoles. Porque también para ella guardan un encanto especial estas tardes de primavera. Me refiero a eso, a los caracoles, pequeñas y al parecer deliciosas babosas que ella degusta con ansiedad casi infantil ante mi indiferente mirada. ¡Se está tan bien en ese momento, apenas un par de horas del día, al final de éste, cuando ya todo ha quedado atras...!

Y es esa sensación de placidez la que me hace volver a mi niñez, cuando le ganabas horas de juego a las de sueño, cuando podía pasar más tiempo con Ana, Noe, Miguel, Antoñito o Javi Chico, meneando el bigote con los bocadillos de salchicha que me zampaba a eso de las ocho u ocho y media en lo que las madres daban en llamar “merienda-cena”.

Con más nostalgia aún recuerdo esas tardes de mayo-junio a mis quince o dieciséis años, esa edad iniciática para todo en que me tendía en mi cama, la cabeza a los pies, mirando hora tras hora cómo se oscurecía el cielo a través de mi ventana. En un walkman blanco, Aiwa si mi memoría no me falla, pasaba sin cesar el primer álbum en solitario de Paul Simon, que a pesar de aparecer con parka y gorro en la portada, siempre me ha resultado tan refrescante y veraniego como cualquiera de los Beach Boys. Con ese mismo walkman me daban las tantas de la noche, sin dejar de mirar las estrellas por esa ventana, escuchando a Carlos Pumares y su Polvo de Estrellas de Antena 3, o el programa Historias, de Radio Nacional de España, con Juan José Plans, “para pasarlo de miedo con miedo”.

También era a esa última hora de la tarde cuando mejor se estaba en la terraza de casa de mis abuelos, a pesar del murete que tanto molestaba a mi abuela porque no le dejaba ver la calle. Cuántos Hemingways, LeCarres, Conan Doyles o Terenci Moix no habré leído allí, con el tentempié de unas patatas fritas y un refresco, y los breves interludios para debatir con mi abuelo sobre cualquier cosa que estuviéramos leyendo.

Si ya lo decían mis niños, S&G: “Preserva tus recuerdos, es todo lo que te quedará”. Por mi parte atesoro bien todas esas tardes pre-estivales, y espero seguir sacándole jugo a muchas más. De momento, y hasta que llegue el calor, ya sabéis dónde encontrarme al morir el día.

martes, 5 de mayo de 2009

Qué bueno sentirse libre

Venga, hoy haremos doblete, por aquello de llevar tanto tiempo sin postear.

Os dejo otro de esos momentos maravillosos, otra de esas escenas que nada tienen que ver con la mítica del cine sino con mi propio universo personal. La he visto decenas de veces, sólo ese trozo, porque me hace sentir algo muy especial.

Extraída de El caso de Thomas Crown, en ella vemos al gran Steve McQueen, tan cool como de costumbre, a bordo de un planeador, haciendo piruetas, dejándose llevar, al tiempo que Noel Harrison (el malogrado hijo de Rex Harrison, que murió al poco de grabar este tema), interpreta The windmills of your minds, "Los molinos de viento de tu mente". Es asombrosa la sensación de libertad, de relajación, de placidez que desprende la escena. Un hombre libre, más allá de donde puedan alcanzarlo los problemas o las personas. Un paréntesis, una pausa, a solas él y la vida. Es fantástico tener un lugar así —físico o mental— al que poder acudir cada vez se necesitamos un respiro.

Yo no vuelo, ni con motor ni sin él, pero seguiré disfrutando mientras pueda sentado junto a Steve en esa pequeña cabina.

Tu y tú, pánico. El resto, calma

Vaya por Dios, con el buen ritmo que llevaba en el blog, con una media de tres o cuatro entradas semanales, y de pronto este parón. Es lo que tiene la primavera en Sevilla, fiesta por aquí, fiesta por allá, y te saca de tus casillas. Pero bueno, la "temporada" pasó y ahora intentaremos recobrar algo de calma, disciplina y compostura.

Con permiso de Sir Michael (Caine, of course): "Tú y tú, pánico. El resto, calma". O lo que viene a ser lo mismo, que tengo una lista de temas pendiente más larga de lo que me gustaría. A saber: aún no he terminado la corrección de la novela que quería que el editor tuviese ya en sus manos; tenía la esperanza de haber liquidado el primer borrador del nuevo libro antes de las fiestas y éstas han pasado y lo dejé aparcado poco después de lo que vendrá a ser la mitad de la historia; tengo pendientes un par de nuevos artículos para Esquire, los sempiternos aparcados para La Aventura de la Historia, relatos para un par de antologías que se están fraguando... Amén de quehaceres más mundanos pero igualmente necesarios. Y seguir con el blog, claro.

Con calma y buena letra, habrá que "trabajar con alegría", como ya nos enseñó el coronel Saito en El puente sobre el Río Kwai. De momento, la prioridad es terminar la corrección de la novela. El otoño está a la vuelta de la esquina, demasiado próximo teniendo en cuenta todo lo que queda aún por hacer (desde la corrección y edición definitiva a la elección de portada, etc). Ya empiezo a experimentar cierta ansiedad por el gran momento...

Y bueno, digo yo que para ser una primera entrada tras casi dos semanas de mutis por el foro -sin contar las viñetas-, la puesta al día no está del todo mal. Sólo una reflexión más. ¿Tendré que replantearme mi oficio? Hasta ahora tenía la escritura como principal ocupación y la música como algo secundario. Irónicamente, cuando colgué en el blog aquella canción, alcancé el mayor número de visitas y comentarios registrados en más de un año de andadura. Por el contrario, los dos relatos que he colgado apenas han despertado el mismo interés -a tenor de los comentarios- que cualquiera de las entradas más insulsas. Mmm... ¿Debería reflexionar al respecto?