jueves, 30 de abril de 2009

En la Feria, sin palabras

Estamos en plena Feria, y yo ando más muerto que vivo, pero sobreviviendo. Ahora toca trabajar... perdón, quise decir que ahora toca estar en el trabajo, y a mediodía seguiremos al ataque.

Como pocas son las ideas, menos las ganas y ninguna la genialidad, he optado por salir de pesca y me he topado con unos simpáticos dibujos en el blog Factor Kippel. ¿Que qué es eso del Kippel? Si lo preguntas es porque no eres tan friki como para conocer a fondo Blade Runner y todo su universo.

En la novela de Philip K. Dick que dio pie a la película de Scott, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, el autor explica: "Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después que se haya gastado el último, el envoltorio de un chicle o el diario del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce (...) el kippel expulsa el no-kippel (...) nadie puede ganar al kippel, a no ser, quizás, de forma temporal y en un punto determinado, como mi apartamento, donde he conseguido un equilibrio entre kippel t no-kippel, al menos por ahora (...)".

Pues eso, que a falta de mil palabras, aquí dejo unas imágenes.

jueves, 23 de abril de 2009

Relato: 'Los demonios de la noche'

De la limpieza de archivos de la que ya hablé cuando publiqué el relato anterior, he rescatado este otro texto, escrito bajo influencias similares y que debe datar también de hace unos doce o trece años. Sigue haciéndome sonreír esa cierta ingenuidad que destila el dramatismo de muchas de sus líneas. Un relato de desamor urbano, como son las mejores historias románticas. Y no os dejéis engañar por el título, no hay ni una pizca de terror en estas líneas. En fin, espero que no os desagrade demasiado a los que os animéis a leerlo.


Los demonios de la noche

Era martes. Octubre o noviembre, pero martes. Desde la ventana de aquel tercer piso pude ver pasar el autobús. Apenas distinguí ocho o nueve pasajeros. No veía sus rostros, pero intuía sus expresiones. Podría describir cada una de aquellas miradas al vacío, de aquellos suspiros, porque yo también he tomado muchas veces el autobús de los demonios. Es ese último coche que sale cuando el reloj del Ayuntamiento está próximo a dar las doce. Cuando el conductor cierra las puertas para partir, un aliento casi tangible se incrusta en el pecho de todos los viajeros, incautos solitarios que se convierten en las primeras víctimas. Vengan de donde vengan, vayan adonde vayan, todos comparten una cierta tristeza en sus ojos. ¿Cansancio? Tal vez parezca eso, pero no, es más, mucho más.

El día muere, y la mente toma control de los pensamientos, ajena por completo a la voluntad del sujeto. Y hace balance del día presente, evoca sin remedio los días pasados, y hace estimaciones de lo que depararán los futuros. Las esperanzas ofrecen dura resistencia ante los miedos, y el deseo se niega a doblegarse ante la inseguridad. La conclusión de ese estado es la que conduce al suspiro, a la aceptación de una vida propia condicionada por tantas ajenas.

También se advierte algo de salvación en los rostros de esos viajeros, al menos, de tregua. El día termina, y con él, los problemas cotidianos se encierran entre paréntesis. El extra de ese mes que sigue sin permitir pagar la hipoteca pendiente, la agencia de trabajo temporal que no llama nunca, la amante que no deja volver a la añorada rutina marital… Pero ya es de noche, nada se puede hacer, y no queda más remedio que aprovechar para tomarse un descanso. Es entonces cuando se piensa, cuando se recuerda, cuando se lamenta, cuando se sueña.

Conforme se van apeando del autobús, los demonios también bajan con ellos, y se van distribuyendo así por toda la ciudad. Recorren cada esquina, cada escalera, cada entreplanta, cada puerta, cada habitación, cada almohada... Como la víspera de la Epifanía, como la plaga de Egipto. No se conforman con las habituales, van buscando víctimas nuevas cada día. Están al acecho de cualquiera que sucumba a la soledad, de espíritu, por supuesto. Yo he presenciado cómo algunas personas rodeadas de otras muchas eran arrastradas por estas sombras de la penumbra hacia los insondables abismos de la noche; sin posibilidad de salvación, sin redención.

Yo conocía bien aquella experiencia, y por eso vigilaba. El autobús no se detuvo en la parada, junto al quiosco decorado con carteles y graffitis. Aun así, desconfié. No los ves, no los oyes, pero llegado el momento, los sientes. Yo los sentiría, seguro, pero no allí, no en ese momento; no con ella. Estaba sentada en la cama, tapada hasta la cintura por la sábana celeste y una manta cubriéndole los hombros, con sus pechos medianos y firmes señalándome con una sensualidad irresponsable en aquellos momentos. Bebía los restos de una infusión de manzanilla que le había preparado. Tenía la mirada triste.

Es curioso, no me había fijado hasta entonces. No era sólo tristeza por nuestra situación, lo sé. Había sido así desde años atrás, poco a poco. Tenía sendas bolsas bajo cada uno de aquellos ojos castaños: una por Teresita y otra por Alfonsín. La buena figura que mantenía a sus cuarenta y siete se la debía a Antonio, su marido, y al miedo que tenía de llegar a perderlo ante la competencia de mujeres más jóvenes y bonitas; luchaba por no estropearse. Pero en lo que se refiere a su interior, la guerra era encarnizada. Yo fui el último cartucho, la última y desesperada esperanza, algo así como aquellos niños de las academias militares sureñas en la guerra de Secesión norteamericana. La batalla estaba perdida antes de comenzar, pero tenía que librarla.

Cuando abrí la puerta y vi su rostro -hacía ya tres horas de aquello-, cuando sus ojos se encontraron con los míos, ambos supimos que era el momento. ¿Por qué prorrogarlo? Una vez más, Antonio estaba en Valencia, y los niños continuaban cada uno a lo suyo. Pasó y nos sentamos. Yo en la cama, ella en una silla; ella tomó una cerveza, yo continué con el Smirnoff. Estuvimos un rato sin hablarnos, sólo nos mirábamos. La cita anterior terminó en el aire, como cuando mi amigo Juan Miguel y yo pasábamos las noches de sábado puntuando los Gimlets y Martinis de los bares del centro. La cita anterior, decía, dio la impresión de que realmente sería la última.

Cuando nos conocimos en el supermercado de El Corte Inglés, ella haciendo la compra de la semana, yo buscando a mi amigo “Juanito el Caminante”, algo nos lanzó el uno hacia el otro, como si estuviésemos destinados a encajar en el caos insufrible de este condenado universo. A mí se me escapó una lata de frutos secos de entre los dedos, ella la recogió en el aire y nuestras miradas conectaron. Sonreímos y permanecimos así, sin articular palabra o movimiento alguno, durante un largo rato, como dos adolescentes tontorrones. Ella necesitaba que alguien la escuchara, le hablara, la amara; yo buscaba alguien con quien compartir mis noches. Así que decidimos quedar el fin de semana. Su marido fuera, mi Olivetti en el armario. Reímos juntos, aprendimos, olvidamos y recordamos. Con toda sinceridad, creo haber pasado con ella algunos de los mejores momentos de mi vida. Tal vez se debía a su sencillez o a su sinceridad. Tal vez, simplemente, a que era ella.

Y así, los días cayeron del calendario, cumpliendo semanas y deshojando algo más de media docena de meses. En ese tiempo pasamos de evocar la pasión de Kirk Douglas y Kim Novak en Un extraño en mi vida, a parecernos a José Sacristán y Fiorella Faltoyano al final de Asignatura pendiente. Ella iba exigiendo cada vez más atención, al tiempo que yo iba necesitando más independencia. ¿Es verdad todo esto, o sólo excusas que me esfuerzo por creer reales no sentirme tan mal?

Dejó de funcionar. No, no sería justo. Una radio deja de funcionar, igual que una lavadora. Nosotros, desde luego, fuimos mucho más. No, no sería justo describirlo así. Digamos mejor que el hechizo se rompió, que las miradas dejaron de hipnotizar, que las caricias dejaron de enardecer. El caso es que ninguno cumplimos el pacto que, entre susurros y arpegios de John Scofield, acordamos la primera noche y sellamos haciendo el amor.

Al parecer, los remordimientos no la dejaban vivir. Se sentía mal con todo aquello. Pero no podía dejarlo, lo necesitaba. Ella amaba a su marido, pero eso no bastaba para llenar su vida. Después de aquellos meses no llegué a tener claro por qué se enamoró de mí -¿realmente fue amor o sólo pasión desesperada?- ni por qué quiso dejarlo. No importa. Fue bueno, muy bueno, mientras estuvimos juntos. Y todo terminó aquella noche. Apuradas las bebidas y las explicaciones piadosas, hicimos el amor por última vez. Porque nos apetecía. Porque lo necesitábamos. Por los buenos tiempos. Después dieron las doce y pasó el autobús. Y ella se fue.

Dos semanas y cuatro días después, estoy sentado en la tapa del inodoro, escribiendo estas notas sobre la caja de la Braun que ella me regaló para mejorar el apurado que me dejaba la vieja cuchilla. Ha sido el único sitio tranquilo que he podido encontrar cuando algo me ha hecho recordarla. Sus cabellos, su sonrisa, sus certeros comentarios, nuestros paseos... La casa está llena de gente disfrutando de una fiesta organizada por mi editor para celebrar el lanzamiento de una recopilación de relatos. Él cree que será un éxito, yo lo dudo. Les falta corazón, ella se lo llevó; ¿acaso importa? Ya han dado las doce, y me duele el alma de que los demonios la arañen al brillar la Luna. Una noche más.

Así que está decidido. Ella ya no está, como tampoco están Irene, ni Carmen. Pero el mundo sigue girando, y habrá que echar los dados de nuevo. Saldré ahí fuera y trataré de confundirme entre esa gente. Tal vez tenga suerte. Me ha parecido ver una mujer interesante husmeando en mi estantería. Me acercaré, diré algo gracioso y la invitaré a tomar algo. Si sonríe y acepta, le contaré la historia de mi vida. Después, le pediré que me ayude a pasar la noche. Al fin y al cabo, los demonios duermen durante el día.


martes, 21 de abril de 2009

'Eso es así'

El Culebra y el Cabeza están de vuelta, aunque esta vez se llaman Rafa y Fali. En realidad son Alfonso Sánchez y Alberto López, dos jóvenes actores sevillanos que, vía Youtube y gracias a la propagación digital, se están haciendo cada vez más apreciados.

Primero fue Esto ya no es lo que era, aquella desternillante conversación entre dos canis treinteañeros. Pocos meses después llega esta segunda estampa en la que son dos jóvenes pijos los que departen sobre lo divino y lo humano. Eso es así es el título elegido para la ocasión.

Una vez más vuelven a recurrir a estereotipos sociales bien conocidos para pegarle un repaso a la situación actual con mucha gracia y un sentido crítico de lo más afinado. Más de un profesional del cine y la televisión debería ver con calma el trabajo de estos artistas para aprender un poco a echar mano a los tópicos de manera inteligente.

Tendré que verlo otra vez, pero creo que de memento, como frase estrella, me quedo con esa castiza: "¡Pon un par de cervecitas y dale una patada al olivo!"

viernes, 17 de abril de 2009

Homenaje a Silvio (crónica tardía)

Al final no comenté nada de las jornadas de homenaje a Silvio la pasada semana. Tenía las fotos preparadas pero debo reconocer que me he entretenido con otros menesteres.

Pues todo un éxito, así fue el homenaje. El fórum de Fnac Sevilla estuvo a reventar los tres días. Aficionados, amigos, viejos rockeros, despistados curiosos... El alto número de asistentes llegó a volverse incluso problemático, especialmente en la segunda jornada, al dificultar la correcta audición de los participantes. Pero mejor eso que escucharlos demasiado bien ante la falta de interés.

Ray Palma, Andrés Herrera 'El Pájaro', Álvaro Bejines, Pive Amador, Luz Casal, Pepe Bejines, Manuel Luzbel; los periodistas Francisco Correal, Quico Pérez-Ventana, Alfredo Valenzuela y un servidor de ustedes fueron los participantes de estos tres días de recuerdos, comentarios y análisis sobre uno de los personajes más curiosos de la vida cultural sevillana y el rock español en general. Ojalá actos de este tipo sirvan de verdad para revitalizar el legado de Silvio y acercar sus canciones a nuevas generaciones.

Por ello, un fuerte tirón de orejas para Ediciones Senador, que si bien llevó a cabo una excelente organización de los actos junto a Fnac Sevilla, es imperdonable que tuviese a la venta el excelente documental sobre Silvio, Vengo buscando pelea, por 32 euracos. Y un doble compacto, el único disponible del rockero, casi por el mismo precio. Como es lógico, conforme la gente se acercaba a la estantería y alcanzaba a leer las cifras, giraba en redondo y se largaba. Y es que lo que no puede ser, no puede ser, y además, es una salvajada.

Por lo demás, todo un honor el haber participado, y un verdadero placer haber podido compartir historias y anécdotas más allá de los micrófonos con los músicos que acompañaron a Silvio durante buena parte de su carrera.


Primer día. Silvio y Sevilla: Ray palma, Pive Amador, Álvaro Begines, Manuel Luzbel y Andrés Herrera 'El Pájaro'.

Segundo día. El swing nuestro: Pive Amador, Pepe Begines, Luz Casal, Manuel Luzbel y Andrés Herrera 'El Pájaro'.

Tercer día. ¡Silvio vive! Lo han visto en Japón: Pive Amador, Javier Márquez Sánchez, Fco. Correal, Quico Pérez Ventana y Alfredo Valenzuela.

jueves, 16 de abril de 2009

Benditos malditos (II): Manuel Pareja Obregón

En 1992, Carlos Saura dirigió Sevillanas, una excelente producción en la que se repasan los distintos tipos y estilos de este mal llamado arte menor del flamenco, en sus modalidades de cante, baile y toque. Como siempre, Saura logra una obra de emocionante belleza visual, demostrando que eso de que las sevillanas son solo para la feria y el Rocío es una afirmación tan inteligente como decir que los helados son sólo para comer en la playa.

Traigo hoy a colación esta película porque el cuerpo ya me va pidiendo guerra. Queda semana y poco para la Feria de Abril, y ya se me van los pies al son que palmean los recuerdos y las esperanzas.

Sí, qué le vamos a hacer, seré muy escritor, muy bohemio y todo lo que quieran ponerme de etiqueta, pero también me gusta la feria a rabiar. Y como lo cortés no quita lo valiente, pues ahí andamos, buscando como loco unos botos camperos nuevos, como está mandao. Es una cosa curiosa y que no soy capaz de explicar. Los que seguís el blog sabéis que por alguna razón no acaba de cuajarme este 2009; un día ando tontón por esto, hoy si ganas por aquello... Pero fue el enchufarme ayer en el lector de mp3 una compilación de mis sevillanas favoritas, y oye, que se me ha centrifugado el alma. No es que de pronto no tenga hipoteca, pero como me importa menos...

Pero volviendo a lo de la película, decía que la había recordado porque entre los muchos artistas que por ella pasan, todos grandes, creo que me quedo con la escena de Manuel Pareja Obregón. Éste hombre es otro de esos sevillanos ilustres que algunos conocen y demasiados ignoran. Es el José Alfredo Jiménez de las sevillanas: todos han escuchado alguna suya aunque lo ignoren. Compuso muchísimo y grabó muy poco, apenas a modo testimonial. Y eso que, como en el caso del mexicano, es precisamente el hecho de que su voz no sea perfecta, ideal para el género, lo que engrandece sus interpretaciones al hacerlas más puras y naturales.

Lo genial de Pareja Obregón —Manuel, porque el resto de la patulea...— es cómo intentó siempre reivindicar las sevillanas como algo más que un fondo musical para bailar. Las suyas son sevillanas para escuchar, y para bailar, sí, pero hasta bailando, se te va el oído hacia lo que está contando. En pocas de sus composiciones hay versos que se repitan una y otra vez, porque aprovechaba cada línea para decir algo, para emocionar. Y de igual modo que buscaba la máxima expresión con los textos, así hacía también con las estructuras musicales. En fin, lo que se dice un maestro.

Nacido en Gines, provincia de Sevilla, en 1933, nieto del torero Espartero, Pareja Obregón introdujo la orquesta donde antes sólo sonaban guitarras y castañuelas, además de ser un notable escultor que se prodigó frecuentemente. Colaborador de Rafael de León y Manuel Quiroga, compuso más de tres mil sevillanas, fandangos y canciones —además de la famosa Salve rociera— que interpretaron decenas de artistas de distintos géneros.

Pero una vez más nos topamos con un creador que tuvo la mala suerte de nacer en una ciudad de la que acabó perdidamente enamorado y que le acabó dando la espalda. El compositor provenía de una familia muy conservadora, y ni ésta ni la Sevilla de las formas, la Sevilla oficial, aceptaban de buen grado el estilo de vida elegido por Pareja Obregón.

La más triste y dura expresión de ese rechazo llegó cuando el artista falleció en 1995, a los 62 años, a causa de una leucemia. Todos los medios de comunicación coincidieron en resaltar la frialdad del funeral, que reunió a unas doscientas personas con clamorosas ausencias de la vida social, política y cultural sevillana. Sólo José Rodríguez de la Borbolla, concejal socialista y ex presidente de la Junta de Andalucía hasta 1990, acudió al sepelio. Una ceremonia fría y austera a la que siguió el cumplimiento de su última voluntad: que sus cenizas se esparcieran en la aldea del Rocío, un lugar íntimamente ligado a su biografía.

En el vídeo que dejo, extraído de la mencionada película, Saura presenta a Pareja Obregón sentado al piano, cantando con esa elegancia como de quien toca algo de Debussy aliñado con un seseo bien domado. Alrededor del piano le acompañan la maestra de bailaoras, Matilde Coral, su marido, Rafael el Negro, y su hija Rocío García Corrales. Se marcan varios bailes, pero ninguno como el de la gran Coral con el mantón sobre los hombros mientras Pareja Obregón canta Dios quiso crear el vuelo. El piano limpio, la voz imperfecta, los movimientos casi mágicos, y esa realización de Saura que casi hace que nos sintamos allí; hasta los sonidos son impecables, desde el roce de las telas hasta el golpe de cada paso.

No me seas malaje, échale un vistazo.


Si quieres verlo con mejor calidad de audio y sonido, pincha aquí.

martes, 14 de abril de 2009

'Silvio Nuestro'. Homenaje a Silvio en Sevilla

¿Seré capaz de recuperar la normalidad alguna vez? Pues teniendo en cuenta que la Feria queda a la vuelta de la esquina, no lo creo.

Termina la Semana Santa y por suerte no he tocado en estos días ni una sola línea de la novela que tengo entre manos ni he llegado a leer el primer párrafo de la anterior, que tengo que revisar por última vez antes de entregarla al editor. Y digo por suerte, porque si no lo he hecho ha sido porque he estado bastante entretenido y pasándolo en grande con un fabuloso grupo de buenos amigos.

Así que retomo el pulso de este blog con el anuncio, ya oficial, del homenaje que se rendirá durante estos tres días a Silvio Fernández Melgarejo, figura clave del rock sevillano. Los actos "de debate y reflexión se celebrarán en el Fórum de Fnac Sevilla en los días 14, 15 y 16 de abril de 19:00 a 20:30 horas" (o lo que es igual, de hoy a al jueves, entre el café y la cerveza).

Las jornadas han sido organizadas por Fnac Sevilla y Ediciones Senador con la intención de ofrecer distintas visiones de Silvio: el artista y su relación con la ciudad de Sevilla, su retrato a través de otros artistas y de los profesionales de los medios de comunicación que alguna vez escribieron sobre él. "Una amplia panorámica que se completará con la visión de quienes han participado en el proyecto documental A la diestra del cielo dedicado al cantante".

La entrada es libre hasta completar aforo, y el cartel de participantes no podía ser más destacado: músicos y periodistas todos de reconocida carrera. Entre ellos, como de costumbre, se ha colado de puntillas éste que os lo cuenta:

Silvio Nuestro
Programa

Día 14: Inauguración SILVIO Y SEVILLA -A cargo de Ray Palma, Andrés Herrera “El Pájaro”, Álvaro Bejines y Pive Amador.

Día 15: EL SWING NUESTRO - A cargo de Luz Casal, Pepe Bejines, Andrés Herrera “El pájaro”, Manuel Luzbel y Pedro Peña. Moderadores: Álvaro Bejines y Pive Amador

Día 16: Clausura ¡SILVIO VIVE! Lo han visto en Japón - A cargo de Paco Correal, Javier Márquez, Luis Clemente, Quico Pérez Ventana y Alfredo Valenzuela.


Caeré en la obviedad de reconocer que es un verdadero placer ver mi nombre en ese programa, tanto por lo que supone compartir terturlia con profesioanles de la talla de Valenzuela, Clemente o Correal, como sobre todo por la posibilidad de tomar parte en un homenaje a Silvio, precisamente un par de meses después de haber clamado desde este blog por la necesidad de un reconocimiento similar. Tras haber participado en las jornadas conmemorativas del concierto de Raimon de 1968, para un mitómano nostálgico como sabéis que soy, verme también implicado en algo así hace latir con más alegría mi corazoncito profesional.

Si alguien se anima a pasarse, allí nos veremos.

Para ir calentando el ambiente, aquí van tres vídeos. En el primero, Silvio, sevillista hasta la médula, canta Betis.


Entrevista con Jesús Quintero a comienzos de los años noventa.


Entrevistas con Quintero a mediados y afinales de los noventa.

miércoles, 8 de abril de 2009

La saeta (de Miles, no de Joan)

Pues empieza el puente de Semana Santa. Unas horas quedan, poco más. Y como no sé si estos días podré postear -¿que cuáles son mis planes? ¡A ti te lo voy a contar!-, como no sé si tendré tiempo, ganas ni ocasión de revisar el blog, decía, voy a dejar la Semana Santa bien servida con una nueva pieza musical alternativa. No tan alternativa como el Rezaré de Silvio, pero desde luego sí que es rompedora.

A comienzos de 1960 el trompetista de jazz Miles Davis estaba disfrutando de la brisa que soplaba en la cumbre de su talento artístico y su éxito comercial. Desde allí, decidido siempre a romper barreras, probar nuevos sonidos y plantear giros radicales, el artista decidió sacar todo el jugo posible a una vieja grabación de los años treinta con la que se había topado por casualidad. Era un viejo disco con sonidos directos grabados en España, tales como algunos cantes flamencos o una saeta entonada en Sevilla en plena Semana Santa. Con ése y algún otro material, Miles Davis dio forma a Sketches of Spain ('Apuntes de España'), un disco sublime, sorprendente de principio a fin, y que incluye, entre otras piezas, esta Saeta que corta la respiración.

No lo olvides, este corte está grabado en el Nueva York de 1960... Por más que a uno le den ganas de abrir la puerta, cruzar la calle y pasarse por la plaza del Altozano a comprar un poco pescaíto frito en el Kiosco de las Flores.

lunes, 6 de abril de 2009

Dignidad y libertad (Lo que le faltó de una cosa le sobró de otra)

Estoy fastidiado, pero bien fastidiado... por no decir otra cosa. ¿Que por qué? Pues porque son las diez de la noche y pensaba irme a preparar una suculenta cena para degustarla al calor de una buena peli, y he cometido el terrible error de meterme a echar un vistazo a un periódico digital, y lo que he visto me ha hecho arder la sangre.

Resulta que una profesora de Bioética de la Universidad Católica de Murcia, Gloria María Tomás Garrido, en una conferencia el pasado día 31 de marzo en el Paraninfo de la Universidad de Alicante con motivo del V Curso de Ciencia y Sociedad, rechazaba lo que en su opinión son "perversiones" sexuales, declarando que la homosexualidad se eliminó de la lista de enfermedades mentales "por motivos políticos", y sosteniendo que su origen puede tener causas tan diversas, como un gatillazo en la primera relación sexual o para compensar la soledad al tener a ambos padres trabajando fuera de casa.

Que no, que no es guasa, que ahí abajo dejo un vídeo con la intervención de la buena mujer.. ¡Mira quién va a hablar de enfermedades o perversiones...! Que hay gente así de bestia, de insensible, de depravada, de radical, de irrespetuosa y de irresponsable por la vida, eso no es una sorpresa, pero lo que no deja de alucinar es que se trate de una profesora universitaria. En primer lugar, porque esto vuelve a demostrar que para alcanzar el grado universitario, como pasaba con los antiguos griegos a otro nivel, debería exigirse algo más que aprobar las materias en cuestión; un simple examen, como el de conducir o la selectividad, pero en este caso de sentido común. Pero es que, además, como digo, es profesora. Que la libertad de cátedra es una cosa, y que le den libertad de cátedra a cualquiera con un título universitario es algo muy diferente.

Pero claro, es que la doña es profesora de Bioética. Ojo al dato. Ni más ni menos. Como suena: Bioética. Ya sabéis, aquello de "esto es bueno, pero va contra Dios, así que a hacer puñetas; y esto es malo pero es voluntad de Dios, así que a joderse toca". Que sí, que sí, como lo de esos cenutrios del Arkansas profundo, empeñados en que Darwin era un colgado y que lo único que tenemos en común con los monos es el gusto por los plátanos. Los vemos en la tele y decimos: "Estos yanquis paletos". Pues aquí doña Gloria suena muy fisna ella, pero vaya piquito, cada vez que habla sube el pan.

Dice la susodicha al final de su intervención que los gays -o los que se acerquen peligrosamente a ello con "prácticas casuales"- deben anteponer la dignidad a la libertad. Eso mismo es lo que debería hacer usted, señá Gloria, tener algo de libertad y no volver a otorgarse la libertad de abrir la boca hasta tener algo decente y coherente que decir. Y de buen cristiano, oiga, que seguro que usted es de las que quemaría también en la pila al que le intentase probar que Jesucristo, y ahí están las Escrituras, fue el primer comunista de este mundo loco, loco, loco.

Jesucristo, ¿le suena, doña Gloria?, aquel hippie melenudo que dijo -según su propia religión de usted-: "amaos los unos a los otros", sin puntualizar luego: "pero cuidado con las mezclas raras: los niños con las niñas, y las gallinas, cascarón de huevo".

Pero retomando el asunto, el rector de su universidad sí que debería hacerle caso, aunque sólo sea por esta vez, y dejar de lado la libertad de cátedra de la profesora en favor de la dignidad de sus alumnos y todo el equipo docente.

sábado, 4 de abril de 2009

Maravilla, Sevilla con "todos" sus sevillanos ('Rezaré')

Casi se me pasa. No quería que llegase esta Semana Santa sin hacer partícipe de ella a este blog. ¿Que por qué? Pues porque no me gustan las alineaciones -eso de "a mí me encanta esto pero no soporto lo otro"-, y porque no hay mayor riqueza que la que aportan unas miras lo más amplias posibles.

Ya he comentado aquí en varias ocasiones que en esta Sevilla mía -que cantara Raya Real- la realidad es precisamente la contraria. O eres un capillita y feriante convencido o militas en el GPAFESS, Grupo Puñetero Anti Feria y Semana Santa, que son ésos que sueltan con media sonrisa "pues a ver si llueve esta semana que falta le hace a los campos". Igual ocurre con los taurinos y los antitaurinos, los pro-Alameda y los anti-Alameda, o los que defienden que Sevilla Este es una zona más de la ciudad frente a los que se empecinan en que es como vivir en Mairena o Alcalá.

Los habituales de este rincón, al otro lado del río y entre los árboles, ya sabéis que yo soy un poco de todo. En este momento estoy escuchando un disco de Dylan, tengo previsto ir a ver esta noche la nueva de Almodóvar -a sabiendas de que me decepcionará- y espero terminarme antes la relectura que estoy haciendo de los Escritos de un viejo indecente de Bukowski. Y en mi opinión, esos planes son perfectamente compatibles con que el próximo Domingo de Resurrección me vaya a los toros con mi suego -a ver qué tal se porta Morante- o que esté deseando que llegue ese sábado de montaje de la caseta de Feria.

Ya lo decía Marsillach en Sesión continua: "Nos han confundido mucho con lo de la españolada". Y a base de que en esta ciudad, haya un amplio sector empeñado en que Sevilla sea solo Semana Santa, Feria y fiestas de guardar, otro amplio sector, en reacción y respuesta, le vuelve la espalda tajante a esas fiestas populares. ¡Pero si la culpa no es suya, sino de los que hacen bandera de ellas! Y así ocurre la triste estampa de que hay gente que pierde el eufemismo -cada cual ponga el que quiera- por viajar miles de kilómetros para disfrutar de las celebraciones en la India, China, Turquía o el Magreb, y sigue empestillado en rechazar las que tiene cerca, cerquita, a la vuelta de la esquina.

Porque sí, aunque fastidie, el rollo de "no me gusta la Semana Santa porque no soy creyente" ya se ve más antiguo que el vermú de aperitivo. Además, seguro que muchos de los que dicen eso no tienen reparos luego en disfrutar con la obra religiosa de Carl Theodor Dreyer o con algunas de las Pasiones compuestas por Bach ¿a que no? Pues eso. Que es una pena, por cabezonería, acabar tirando piedras contra el propio tejado, y empeñarse en seguir manteniendo vigente aquel lamento de Machado: "Oh, maravilla: Sevilla sin sevillanos". Porque, aunque fastidie, el sevillano malaje -definición popular (ojo, no la mía) del que no participa de esas fiestas- se ha convertido en otro personaje imprescindible e inseparable de la idiosincrasia de esta ciudad. Además, si esos sevillanos con, digamos, planteamientos más revolucionarios e innovadores claudican, ¿qué hacemos? ¿Dejamos la ciudad en manos de Antonio Burgos y Carlos Colón? Pues Dios nos pille confesaos.

Sin altivez alguna, y con gran tristeza, debo reconocer que no es fácil encontrar gente que disfrute por igual con la ciudad tradicional y con esa más moderna y cosmopolita -por constreñida que esté-, por lo que no tendré más remedio que volver una y otra vez al gran Silvio, el rockero semanasantero -¡qué gran definición del Perro Verde!-, que cogió el Stand by me de Ben E. King y lo convirtió en un sentido homenaje a las más populares tallas de vírgenes sevillanas.

Ya colgué ese tema por aquí tiempo atrás, pero quiero repescarlo en un montaje que incluye las imágenes de todas las advocaciones que va citando. -un montaje bastante malo, por cierto, pero es lo que hay-. Sirva así este gesto como una maniobra de buena voluntad para acercar posiciones entre ambas Sevillas.

Por cierto, que la semana siguiente a Semana Santa, los días 14, 15 y 16 de abril, se celebrará en la Fnac Sevilla un homenaje de carácter oficial al rockero en el que es probable que este humilde servidor de ustedes esté invitado para aportar su modesto aplauso a ese gran artista sevillano, maravillosamente contradictorio, que Fue Silvio Fernández Melgarejo.


viernes, 3 de abril de 2009

Pasó la semana

Pues sí, y como diría Churchill, don Winston, nos costó sangre, sudor y lágrimas, pero sobrevivimos a ella. La revista Cambio16 ha entregado sus premios anuales en Madrid, y como cada año desde hace ya demasiados, allí ha estado el que suscribe haciendo de Billy Cristal. Además, como de costumbre, la gala llegó precedida de las broncas, tensiones y cataclismos preparatorios de rigor. Pero al final la cosa acabó bien y yo, por fin, retomo la calma.

Dispuesto estaba ya a disfrutar de mi tarde de viernes, con un libro y mi reproductor de MP3 preparados para pasar un par de apacibles horas en el parque, cuando he caído en la cuenta de la cantidad de tiempo que hacía que no actualizaba el blog. Mal, muy mal. Raro es que Teo no me haya llamado al orden. Me preocupo.

Así que aquí estoy, dejando constancia de que sigo vivo y en la brecha. A ver si no tardo demasiado en preparar alguna entrada, y esta vez, que sea algo más que justificaciones innecesarias, inconsistentes e infumables.

Feliz fin de semana a todos.