jueves, 31 de julio de 2008

25 años sin don Luis

Qué terrible metedura de pata. Iba a escribir hoy en el blog sobre algo que descubrí ayer con sumo placer, y me doy cuenta de que el martes 29 de julio hablé sobre la revista Beta en lugar de abordar el tema que tocaba. Y ese tema, claro, era el de don Luis Buñuel.

El martes 29 de julio se cumplieron 25 años de la muerte del calandés universal, ese ateo por la gracia de Dios que hizo que se hablara con admiración orgullo de cine español por todo el mundo mucho antes de Almodóvar. En el caso de don Luis, además, con mayor mérito, dado que en la línea habitual de lo que suele ocurrir en esta España bonita, mientras más allá de las fronteras aplaudían su obra, aquí la prohibían unos y la vapuleaban otros.

Director de cine, dicen que era. Pero lo suyo no son películas. El discreto encanto de la burguesía, Belle de jour, Viridiana, La edad de oro, Los olvidados, Ensayo de un crimen, Nazarín, Simón del desierto, El ángel exterminador... Eso son fogonazos de genialidad que le dan a uno directo en la frente y se te agarran a lo más profundo del cerebro.

Si el surrealismo llegó al cine, fue gracias a don Luis. Y además, dispuesto siempre a provocar, se pegó la chulería de emplear ese surrealismo para llevar a cabo las críticas sociales más duras y realistas que han pasado por una pantalla. Y es que el aragonés era así, tan chulo como para empezar estudiando una ingeniería, pasarse después a Ciencias Naturales y decidir que, en realidad, lo que quería era licenciarse en Filosofía. Claro, que no hay que olvidar que ese café inexcusable de cualquier universitario se lo tomaba codo con codo con Lorca, Dalí y Alberti... Como para pedir seriedad al personal.

Y la mejor prueba de que Buñuel no sólo era un gran cineasta, sino un homérico artista sin fronteras, se esconde entre las páginas de Mi último suspiro, esas memorias que dictó al final de su vida y que deparan unas de las lecturas más divertidas, ácidas e interesantes que puedan buscarse.

Vamos con unos parrafitos:

"No creo haber hecho nunca algo por dinero. Lo que no hago por un dólar no lo hago ni por un millón".

"Por razones que se me escapan, he encontrado siempre en el acto sexual una cierta similitud con la muerte, una relación secreta pero constante. Incluso he intentado traducir este sentimiento inexplicable a imágenes, en Un perro andaluz, cuando el hombre acaricia los senos desnudos de la mujer y, de pronto, se le pone cara de muerto. ¿Será porque durante mi infancia y mi juventud fui víctima de la opresión sexual más feroz que haya conocido la Historia?"

"Lo único que puedo decir es que el Guernica no me gusta nada, a pesar de que ayudé a colgarlo. De él me desagrada todo, tanto la factura grandilocuente de la obra como la politización a toda costa de la pintura".

"De las películas que más me impresionaron, imposible olvidar El acorazado Potemkin. A la salida, incluso queríamos poner barricadas y tuvo que intervenir la Policía. Durante mucho tiempo sostuve que aquella película era para mí la mejor de toda la historia del cine. Ahora ya no sé".

"Para llegar a toda belleza, tres condiciones me parecen siempre necesarias: esperanza, lucha y conquista".

"Me gusta el ruido de la lluvia. Lo recuerdo como uno de los ruidos más bellos del mundo. Ahora lo escucho a través de un aparato y no es el mismo ruido. La lluvia hace a las grandes naciones."

"No me gustan mucho los ciegos, como nos ocurre a la mayoría de los sordos".

"Detesto el pedantismo y la jerga. A veces, he llorado de risa al leer ciertos artículos de los Cahiers Du Cinéma. En México, soy invitado un día a visitar las instalaciones del Centro de Capacitación Cinematográfica, del que había sido nombrado presidente honorario. Me presentan a cuatro o cinco profesores. Entre ellos, un joven correctamente vestido y que enrojece de timidez. Le pregunto qué enseña. Me responde: 'La semiología de la imagen clónica'. Lo hubiera asesinado".

"La primera vez que vio Viridiana, Gustavo Alatriste (el productor) quedó un poco desconcertado y no hizo ningún comentario. La volvió a ver en París, luego dos veces en Cannes y, finalmente, en México. Al término de esta última proyección, la quinta o sexta, se lanzó hacia mí, lleno de alegría, y me dijo: ¡Ya está, Luis, es formidable, lo he entendido todo!"

Genio y figura. Esta noche me preparo unos Martinis siguiendo la receta que da en el libro y me los bebo a su salud viendo Belle de jour.

Y mañana, en este mismo canal, la receta de don Luis para preparar una "bala de plata".

martes, 29 de julio de 2008

Revista Beta: Literatura juvenil

Reconfortante fin de semana el que he pasado en la playa. Tenía tantas ganas de agarrar carretera y manta hacia Islantilla (Huelva), que se me pasó anunciar la salida del nuevo número de Beta. Revista de libros y literatura.
Se trata de una publicación que editan conjuntamente la cadena andaluza de librerías Beta y la editorial Almuzara, también sureña. Viene a ser otra de esas publicaciones gratuitas que se ponen a disposición del cliente para darle ideas de algunos libros que comprar, por si a él no se le ocurre ninguno.
En éste su segundo número, especial de verano, la revista lleva un reportaje firmado por un servidor sobre literatura infantil: novedades, claves, clásicos... Un artículo, titulado Más allá de Harry Potter, para el que conté con la inestimable ayuda de buenos amigos como el crítico literario y "springsteeniano" de pro Natalio Blanco, el editor Luis García Prado o el escritor José Ángel Muriel.
Ya estoy en marcha con otro reportaje para el siguiente número de la revista, pero eso, por ahora, es alto secreto.
Y en breve, noticias sobre otro artículo publicado en otro medio que me ha emocionado especialmente; ya os diré por qué.

jueves, 24 de julio de 2008

No me abandones (Ne me quitte pas)

Hacía ya tiempo que no ponía yo una canción por aquí, y así va a seguir. Porque lo que hoy dejo en este post es mucho más; es un pedazo de alma, ni más ni menos. Una canción compuesta con las entrañas e interpretada con el último aliento de un enamorado al borde del abismo...

Ese belga universal que fue Jacques Brel compuso Ne me quitte pas en 1959 y la incluyó aquel mismo año en el disco La Valse à mille temps. Trece años después, en junio del 72, convertida ya en su canción más popular, Brel volvía a grabarla para un álbum del mismo nombre. Pero ni por ésas. Ninguna grabación de estudio puede alcanzar la hondura de este directo televisivo. Fijaos si lo veo interesante que incluso acepto poner un link, dado que no está disponible la posibilidad de añadirlo al blog. Pero merece tanto la pena...

Venga, os dejo un par de segundos para asombraos e incluso bromead con ese pedazo de boca que Dios le dio, con esa prominente dentadura y ese sudor a borbotones (sí, hijo, es que hay mucha gente con cuerpo de guasa). Pasada la distensión, meteos de lleno en la canción. El vídeo lleva la traducción incluida, aunque os la paso aparte para que podáis leerla con tranquilidad. Observad ese rostro afligido, escuchad esa voz compungida, estremeceos con esas imploraciones desesperadas...

Esto es como al que no le gustan las canciones de Serrat; el que no se emocione con este vídeo, de verdad, que se pase urgentemente por el cardiólogo, porque el corazón debe tenerlo parado o de un frío cadavérico... (¿Que se ha dado alguien por ofendido? Me cachis...)

Ne me quitte pas / No me abandones

No me abandones
Todo se puede olvidar
Lo que ya se fue.
Olvidar el tiempo
de los malos entendidos.
Y el tiempo perdido.
A saber cómo
olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de por qué
el corazón de la felicidad

No me abandones...

Yo... te ofreceré
perlas de lluvia
de aquellas regiones
donde no llueve.
Removeré la tierra
más allá de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y luz.
Crearé un reino
donde el amor será rey
donde el amor será ley
donde tú serás Reina.

No me abandones...

Yo te inventaré
palabras sin sentido
que tu comprenderás.
Te hablaré de esos amantes
que vieron dos veces
sus corazones arder.
Te contaré la historia
de ese rey muerto
por no haberte podido encontrar.

No me abandones...

Se ha visto a menudo
renacer el fuego
del antiguo volcán
que se creía demasiado viejo.
¿Y no te parece
que las tierras quemadas
dan más trigo
que en su mejor abril?
¿Y cuando la noche llega
para que el cielo se inflame
el rojo y el negro
acaso no se unen?

No me abandones...

No lloraré más
Ni hablaré más
Me ocultaré allí
para mirarte
bailar y sonreir
y escucharte
cantar y después reir
Déjame convertirme
en la sombra de tu sombra
en la sombra de la mano
en la sombra de tu perro...

Pero no me abandones...

miércoles, 23 de julio de 2008

Nostalgia de El Dorado

Un caballero alegre y audaz
de día y de noche cabalgando va.
Y canta su canción mientras sigo osado
a la busca de El Dorado.
Montes de luna cruzado,
bajando a valles de sombra,
y siempre cabalgando.

Sin fuerzas, exhausto
ya pierde su fe.
Pero de repente, una sombra ve.
"¡Sombra!", grita airado
"Dime donde se halla
la tierra llamado El Dorado”.

Un joven James Caan recitaba este poema de Edgar Allan Poe en el El Dorado, película dirigida por Howard Hawks en 1967 y que probablemente haya visto (pensando: 30 años - 5 = 25; Unas 5 veces al año como poco = 25+ 5 =...) entre cien y ciento treinta veces en mi vida. Es, con diferencia, mi película favorita.

La película, desde luego, es buena por sí sola. Oye, que John Wayne y Robert Mitchum mano a mano no es moco de pavo (así era la publicidad: "los dos grandes en la más grande"); mucho humor, peleas, intriga, secundarios memorables, un director con un equipo de lujo... Pero es que, además, la tengo ligada de manera indeleble a mi memoria sentimental.

A mi abuelo le encantaba, no nos cansábamos de verla. Siempre nos reíamos en los mismos momentos, una y otra vez, y disfrutábamos con las mismas persecuciones. Teníamos el VHS hecho polvo... Hay películas, como canciones o libros, que se le quedan a uno enganchados bien adentro, y El
Dorado es sin duda la que más se me ha agarrado a las tripas.

¿Que a cuento de qué este arrebato melancólico? Pues no sé. Por alguna razón me he acordado de ese poema, y me ha hecho pensar en la película. De algún modo, cada cierto tiempo, no puedo evitar dejar volar mi mente con el vano deseo de encontrar el camino de regreso a El Dorado, a esos años en los que soñar era más fácil y agradable, porque cada sueño parecía que podría cumplirse, aunque fuese sin salir de la habitación; tal vez sigo albergando el deseo de volver a cabalgar junto a Wayne y Mitchum, allá donde se encuentren ahora. Allá donde, seguro, mi abuelo ya se habrá empeñado en invitarles a un par de rondas de Cruzcampo bien helada.

Ahí va ese trailer, para quien lo quiera ver.



martes, 22 de julio de 2008

John Wayne todavía vive

No he podido evitarlo. Dando vueltas por la web he topado con esta viñeta y me ha encantado. Se titula "John Wayne todavía vive", y ahí tenéis a ese pequeñajo, cartuchera y sombrero en ristre, con el caballo de juguete a un lado, mirándose en el espejo tal y como él se ve en ese momento.

La cara del chiquillo no se ve, pero puedo aseguraros que el dibujante debió conocerme veinticinco años atrás, porque me sacado clavado...

¡Qué recuerdos, my God!

Empecé a leer mi libro

Ayer, finalmente, la ansiedad pudo conmigo. Ayer, sin más miramientos, me lancé a por la novela y empecé a leerla. ¿Cuánto he dejado que pasara? ¿Dos, tres semanas? Sea el tiempo que sea, desde luego ha sido suficiente para mí... o eso espero, jeje.

No podía aguantar más. Me moría de ganas por leer el manuscrito (sí, ya sé que no la he escrito a mano, pero es una palabra tan bonita que da pena que caiga en desuso). Y claro, basta que uno se ponga para que todo sean interrupciones. Digamos que leí unas 60 páginas, que vienen a ser una sexta parte más o menos.

Por cierto, Cris, disculpa la descortesía. He visto que preguntabas unos post más atrás por la extensión, el género o algún detalle más del libro. Bien, te cuento. Se trata de una historia de misterio ambientada en el Londres de finales de los 50. He intentado captar el aire de las míticas pelis de intriga y terror de la Hammer, y de hecho, la cinta está ambientada en el origen de esta productora como,"la casa del terror", tal y como llegó a conocerse. Por eso, uno de los protagonistas principales de la novela es también uno de los actores clave de aquellos estudios, sir Peter Cushing.

Siempre me ha fascinado este actor. Me encanta en su papel del cazavampiros Van Helsing, así como en el de malvado doctor Frankenstein, aunque por encima de todos está ese Sherlock Holmes inconmensurable al que dio vida tanto para la Hammer como para una memorable serie en la BBC. Cuando me planteé escribir una historia de misterio y terror con sabor británico, supe que el protagonista estaría inevitablemente influido por él, así que, qué diantres, escogí directamente a sir Peter como uno de los personajes principales. No negaré, sin embargo, que algún otro hay por hay directamente inspirado en algún personaje suyo. Os diría también algo sobre los nombres, pero prefiero que, si un día se publica la novela, lo descubráis vosotros mismos.

Siguiendo con la historia, también por esas páginas una pareja de detectives entrañable (tanto, que de aparecer inicialmente de manera puntual pasaron a robarle protagonismo al pobre Peter), un erudito universitario que compartió hazañas bélicas con el padre Lankaster Merrin (El exorcista), una vieja estrella del Hollywood clásico que recuerda oscuras historias de los días brillantes, una guapa doctora en psiquiatría... y una misteriosa película de la que todos hablan y nadie ha visto.

¿Extensión? Unos 350 folios, diez arriba diez abajo.

Por ahora, debo reconocer que la sensación es bastante buena. Marta (my fair lady) ya la leyó nada más terminarla y le gustó bastante (y eso que ella no es muy dada a obras de este género). He hecho algunas corrección ortográficas, algunas más de estilo, y dividido en dos algún capítulo demasiado largo. Estoy deseando tenerla lista para pasársela a unos cuantos colegas de confianza para tener su opinión.

Y mientras acabo esa lectura, aquí os dejo un vídeo homenaje a ese gran actor y mejor ser humano que fue sir Peter Cushing. Todo un caballero británico, modelo de bondad en su vida privada y capaz de crear los personajes más entrañables al tiempo que los más temibles en la gran pantalla. El montaje, claro, no es mío. Ya me gustaría. Os animo a verlo, es muy emotivo, empezando con un par de escena de su papel más recordado, el Abraham Van Helsing de la serie 'Drácula' para la Hammer.


lunes, 21 de julio de 2008

Bruce en directo (¡Amén, hermano!)

Sí, ya, de acuerdo. Que estamos cansados de tanto Sprinsgteen. Que si el 'Boss' en Madrid, que si el 'Boss' en Barcelona... Oye, pero no es culpa del pobre rockero, ¿no? Vamos, que nadie le pone una pistola en el pecho a los de TVE para que lo saquen en cada informativo. Al que habría que ponérsela es al petardo que saca veinte veces a Bruce o a los Stones e ignora a cuarenta tíos igual de buenos pero menos populares que andan también de gira por ahí. Pero bueno, ya sabemos que ésa es otra película... y de terror.

Pesado o no en sus apariciones mediáticas, lo cierto es que los conciertos de esta nueva gira de Sprinsgteen y sus chicos de la E-Street Band han sido fabulosos. Tres horas del más puro rock'n'roll. Tres horas sin tregua, sin descanso, con una formación de auténticos profesionales para los que la expresión "sudar la camiseta" se queda corta. ¿Que exagero? Preguntádselo a cualquiera que haya asistido a uno de los conciertos. La entrega de Bruce y los suyos ha sido total. Han llegado a meterse literalmente entre el público como ya no hace ninguno de los grandes. Ver al Boss dejarse caer, y asistir a su paulatina ascensión de manos de sus fieles, cual Cristo surgido de las aguas, no tiene precio.

Más de 70.000 personas había en Madrid, en el Bernabeu, el pasado jueves para ver, oír y sentir a Bruce. Yo fui uno de los afortunados junto a mis camaradas Carlos y Natalio: el trío calavera. Disfrutamos como críos desde la primera a la última canción. Coreamos la mayoría y tarareamos algunas rarezas que se nos escapaban. 70.000 damas y caballeros brincando y gritando y ni un mal rollo. Y es que, nobleza obliga. El universo musical de Bruce Springsteen alcanza a cuanto se entregan a disfrutar de él, y eso afecta. Decían los entendidos que el sonido era malo. Es verdad. Lo fue en todos los conciertos, y lo seguirá siendo durante toda la gira. 200.000 vatios para desbordar de rock un estadio no es moco de pavo. Mucha tela para andar con finuras. Los graves a tomar por saco y los agudos no había Dios que los pillara; sí, es verdad; ¿y qué passsa? ¿A quién le importa? Desde luego, yo no vi a nadie que dejara de dar saltos por eso, ni de gritar aquello de "vagabundos como nosotros hemos nacido para correr". A los guays finolis les contaré una historia:

Un chico que trabajaba en Hollywood en los años cuarenta le preguntó una vez a John Ford (un señor con un parche en un ojo, arisco y el mejor director de la historia del cine) por qué no dejaba que sus actores hablaran más en sus películas. Ford le dio un cuaderno y le dijo que apuntara cuántas veces hablaba John Wayne en La Diligencia. El chico empezó a apuntar: una, dos, tres... Cuando la proyección acabó, Ford entró en la sala y preguntó: "¿Qué, cuántas veces habla?" Y el chico tuvo que reconocer que acabó metiéndose tanto en la historia que se olvidó de seguir contando. Ford sonrió y dijo: "Así es como ruedo mis películas". Moraleja: si la cosa engancha...

Y para los que sigan empecinados, ahí va otra anécdota mucho más al hilo (es que la de Ford la he contado porque me encanta). Durante los espectáculos del Rat pack en Las Vegas, con Sinatra, Dino y Sammy haciendo el gamberrete en escena, canturreando, bebiendo y bromeando, siempre había alguien del público que acababa gritándole a Sinatra: "¡Frank, cántanos una canción!" Entontes el Viejo Ojos Azules se volvía hacia la voz y respondía: "Amigo, si quieres oírme cantar, cómprate un disco".

Pues eso, el que quiera escuchar a Bruce Sprinsgteen, que se compre uno de sus discos. El que quiera vivir la experiencia del rock'n'roll en comunidad con otras 70.000 almas, de la mano del reverendo Bruce y sus beatos de la E-Street Band... Ya sabe lo que hay que hacer.

PD: Y para rematar la faena, si tienes la suerte, como yo, de contar con la amistad de un fuera de serie como Carlitos, pues una cena opípara para reponer fuerzas en uno de esos rincones escondidos a los que sólo unos pocos afortunados saben acceder... ¿Qué más se puede pedir?

jueves, 17 de julio de 2008

Lecturas al día: 'Trabajos del reino'

Título: Trabajos del reino
Autor: Yuri Herrera
Editorial: Periférica
Año: 2008
Páginas: 135

Lo que son las cosas. Diez días sin escribir y hoy publico dos entradas. Bueno, pues ya está, ¿por qué no? Si resulta que hoy me sale, pues así nos curamos en salud por si mañana no tengo el cuerpo para fiestas, ¿o no?

Vamos entonces con este libro chingón que, a punto de terminarlo (supongo que hoy en el AVE), me ha encantado. Son 135 páginas deliciosas, bastante “esponjaditas” (esto es, con mucho espacio), lo que supone una muestra perfecta de que no hacen falta ladrillos de 700 páginas para fascinar a un lector.

El autor ha querido construir una fábula sobre las relaciones entre el arte y el poder, pero en lugar de volver los ojos hacia el Renacimiento o similar, ha decidido quedarse mucho más cerquita, en su México natal de ahora, para plantear una historia sobre un cantante de corridos, un narco y todo el universo habitual en torno a ambos.

El estilo es ágil y atractivo, con un riquísimo uso del lenguaje más tradicional mexicano (que no tópico), y algunos pasajes excelentes que profundizan en la idiosincrasia de cada tipo. Porque, además, no existen nombres propios en la historia. Ahí están, por el contrario, el Cantante, el Periodista, la Cualquiera, el Sicario... Una manera muy clara de establecer que no se cuenta ninguna historia concreta, sino algo muy genérico; vaya, una fábula con aires de metáfora.

La editorial responsable de la obra mantiene con este título su alto novel de calidad. Que no os engañe el aspecto de los libros, tan “cucos”, lo que se esconde dentro es literatura de calidad.

Semana y media de silencio (De viaje con el Obi Wan Cuñao)

Ya, ya sé que no puede tener uno desatendido el blog durante tanto tiempo. Pero es que esto del verano nunca me ha sentado bien. ¿Cómo puede gustarle a nadie eso de pasar calor, de no poder salir a la calle hasta las tantas porque todo anda cerrado o porque puedes derretirte al sol? Con lo bien que se está cuando hace fresquito, que se piensa mejor, se pasea mejor, hasta se ama mejor? Pero en fin, ya lo dijo Harry "el Sucio" Callahan: "Teniente, las opiniones son como los culos. Cada uno tiene el suyo". Muy fino, el mushasho.

Bueno, pues a lo que íbamos, que con el verano llegan también las vacaciones de los compañeros, lo que supone más trabajo para los que nos quedamos en la fortaleza. Y luego, en casa, ¡se está tan fresquito en el salón con aire acondicionado echado en el sillón leyendo...! ¡Que vaya otro al ordenador a escribir en el blog! (que dije yo una de estas tardes). Pero en fin, aquí estamos, poniendo esto un poco al día.

Porque eso sí, a pesar del verano, el calor, y la madre que los parió, uno ha estado haciendo un poco de todo esta semana y media. Resumiendo: ando leyendo un par de libros de los que en breve espero dar buena cuenta por aquí; a la espera de ponerme a corregir la novela -supongo que la semana que viene empezaré; no puedo aguantar más-, ya estoy tomando algunas notas para el próximo proyecto; en realidad, para los tres siguientes, pero digamos que uno de ellos más en serio.

Además, el fin de semana estuve de viaje musical. Me fui con mi cuñao a Lisboa, a ver a Bob Dylan y Neil Young. Todo un fenómeno, mi cuñao, digo. Los dos rockeros también, pero el Obi Wan Cuñao es un tío cojonudo, competente y divertido; un cachondo, vamos. Tenemos nuestras asperezas musicales, como el hecho de que yo sea pro-cantautor y él más bien contrario, pero en fin, gustándonos a los dos los Beatles, todo está arreglado. Echamos unos buenos días en el festival Optimus Live!, y subiendo y bajando las cuestas de Lisboa, que ya les valía haberle dado con la palita al terreno, como los nenes en la playa, para alisar un poquito la cosa... ¡Madre de Dios, qué dolor de piernas de tobillos y de... en fin, de todo! Pero salimos airosos, más o menos. La experiencia fue tan bien que el Obi Wan Cuñao y yo nos estamos planteando una escapada a Liverpool, ya veremos. Por el momento, a ver si lo engancho para unas clases de guitarra. ¿Recordáis eso de que Keith Richards se subió a un cocotero? Fue de puro acojone, al escuchar cómo tocaba la eléctrica el Obi Wan Cuñao.

Y aquí estamos, jueves 17, apurando la mañana para coger el AVE a Madrid para ver al Boss... El amigo Springsteen y sus colegas de la E Street band están ofreciendo una gira intensa y apasionante, con conciertos de tres horas como antiguamente. Y nada de presentación de disco nuevo: a tope con toda su obra, rescatando joyas olvidadas y regalándole al público momentos inolvidables. La cosa huele a despedida por los cuatro costados. Recientemente murió un miembro de la banda, y parece que un par de ellos andan algo más que pachuchos, así que se ve que han dicho: "Señores, toda la carne en el asador."

Pues eso, que yo ya estoy hambriento de rock and roll.

lunes, 7 de julio de 2008

Un achaque de nostalgia


Hoy me he reencontrado con el pasado. Andaba sentado al ordenador mirando cosas, haciendo planes, lamentando oportunidades pasadas, y me ha dado por pinchar –que así se decía cuando eran los vinilos los reyes de cualquier discoteca personal- un viejo disco. De pronto, algo me ha agarrado por dentro y me ha obligado a echar la vista atrás diez, doce años, tal vez quince. A esa adolescencia en la que, para mí, el cine era el único mundo en el que vivir podía ser algo bello. Es verdad, no me embarga la nostalgia, yo veía la vida en Cinemascope, una veces en glorioso blanco y negro, y otras en ese Technicolor que te daba ganas de agarra las maletas y tirar para las plantaciones sureñas por las que, seguro, acabaríamos encontrándonos con Paul Newman y Liz Taylor, siempre según una historia de Tennessee Williams.

El cine nunca ha dejado de ser una de mis grandes pasiones, pero parecía que ya no era igual. Por circunstancias varias, acabé encaminando mis pasos hacia la música, siempre con la literatura como telón de fondo, y siempre, no puedo evitarlo, con una profunda educación cinematográfica marcando cada golpe en el teclado. Los libros que leo, lo que veo, lo que escucho… todo parece muy diferente. Cine clásico sí, pero dosificado, entre mucho autor moderno, mucha comedia, mucho drama y mucha puñeta para estar a la última. Y está bien. Pero a veces, algo te empuja a eso, a mirar atrás. A las tardes de domingo en los cineclubs como mi buen amigo Pablo, al que algún día tendré que llamar de nuevo, a las librerías de viejo buscando ediciones raras de Hemingway, los originales de Ian Fleming y aquellos libros de relatos de Garci, a saberme de memoria los diálogos de Casablanca y Río Rojo, y a soñar con que, algún día, podría enamorarme discutiendo con una fogosa pelirroja como Maureen O’Hara (esto último sí me ocurrió, doce años atrás, y aún lo disfruto cada día; y ha sido una de las cosas maravillosas que aún me siguen ayudando a creer que la vida y el cine pueden generar un combinado maravilloso; una de esas cosas maravillosas, mi Marta O’Hara, por las que vale la pena vivir).

Hubo un tiempo en el que yo no podía evitar reír con Billy Wilder, en el que necesitaba emocionarme con John Houston; en el que, de vez en cuando, no tenía más remedio que volver a John Ford para llorar un poco. Hace poco pensaba que ese tiempo había pasado para no volver nunca más. Pero hoy, escuchando esta banda sonora (no diré cuál, algo de misterio hay que dejar) he vuelto a recuperar las madrugadas de sesión doble, y hasta triple, que me montaba en verano, después de escuchar a don Carlos (Pumares, que sigo sin creer que pueda ser el que acabó pervertido en Crónicas Marcianas), y las noches de lunes en las que revolucionaba a la familia para poder ver la presentación inicial de ¡Qué grande es el cine!, porque si no, con los anuncios, la película y el coloquio final no entraban en el vhs de tres horas.

Hoy he vuelto a recuperar eso y mucho más, saboreando un Southern Comfort herlado, como seguro le hubiese encantado a Humprey Bogart (Dios mío, ¡cuánto hace que no me depuro por dentro viendo por enésima vez Casblanca). Ojalá hubiese ocurrido mientras devoraba una rebanada de pan con Nocilla, lo que me hubiese transportado a aquellas tardes de sábado con mis abuelos, unos y otros, disfrutando con los westerns de John Wayne y James Stewart, las películas inglesas de espías o las comedias de los Hermanos Marx.

Pero uno crece, y se hace mayor, y cambia; eso dicen. Y ya la Nocilla no es buena, y fumar es malo, y beber, nefasto, y comer, perjudicial, y amar, un riesgo, y viajar, tentar la suerte, y vivir… ¡Viva el siglo XXI! Las dichosas facturas, las obligaciones, las imposiciones del mercado si uno quiere conseguir algo en esto de escribir… Pero al final te das cuenta, creo, de que eres tú mismo el que acabas olvidando lo que fuiste o lo que querías ser, en el mismo camino para poder alcanzarlo. Y eso es una putada, sin perdón, se mire como se mire.

Suena un lacónico piano y yo termino de teclear esta filípica inconexa. Lo siento por los lectores y lloro por los ausentes. ¡Qué puñetas! Desdeño a los que van de intelectuales, de críticos iluminados y de sabelotodo artísticos que desdeñan la nostalgia en pos de un arte frío, tan falto de corazón como de pasado en el que asentarse. Hoy me he reencontrado conmigo mismo media vida atrás, y es algo que sienta fenomenal a pesar del terrible dolor.

Esta tarde iba a hacer muchas cosas pensando en un futuro que debo asegurar porque nunca se sabe. ¡A hacer puñetas! Voy a sentarme a ver una vieja película de esas que muchos jóvenes nunca podrán disfrutar porque algún hijo de la incultura se empeña en pensar que Velázquez y Cervantes son cultura pero Berlanga y Saura no. Así se aburra en el cine durante toda su vida.

Ethan Edwards cabalga hacia la puesta de sol, una vez más, y al sur de Guadalquivir empieza a atardecer, como quince años atrás.

Let’s go home, Debbie!

domingo, 6 de julio de 2008

Estrenamos nueva imagen

He llegado de la playa con ganas de renovar la imagen de blog. Sí, ya, muchas tonterías para lo poco que escribo luego, pero en fin, ya que uno tiene ganas, para qué vamos a reprimirnos, ¿o no?

Así que aquí está este blanco sobre azul, aparentemente bastante más fácil y agradable de leer que los anteriores colores. Otra cosa, claro, es que haya algo interesante que leer, ¿verdad?

En cuanto a la fotografía de cabecera, he decidido cambiar la máquina de escribir por algo aún más visceral, sencillo y directo: el escritor, el lápiz, los papeles, los libros... ¿Que quién es el de la imagen? Pues don Ernesto (Hemingway, of course), el autor más querido, admirado y estudiado por este humilde servidor de ustedes. La foto data, más o , de la época en la que "Papa Hem" trabajaba, desde su villa cubana, en la novela Al otro lado del río y entre los árboles.

Falta poco para las nueve de la noche, Rafa Nadal lo está pasando mal para ganar (eso me van diciendo), y yo pongo punto final al post de hoy dispuesto a darme una ducha, abrir una cerveza fresca (el vaso ya se está helando en el frigorífico) y sentarme a disfrutar del concierto de Dylan en el Rock & Ríos Madrid que retransmite La 2. Para una vez que pasan un concierto por la tele, no nos lo vamos a perder, digo yo.

miércoles, 2 de julio de 2008

Por fin, la nueva aventura de 007


Ya tenemos nueva película de 007. Vamos, no es que se haya estrenado, pero sí que se ha lanzado ya el primer trailer, y tiene muy buena pinta. El título de la nueva aventura de James Bond es Quantum of Solace, algo tan rebuscado (literalmente, cuantía de consuelo), que ni los críticos ingleses saben bien qué quiere decir. Las quejas, al propio Ian Fleming, dado que el título se ha tomado de uno de los relatos protagonizados por el agente secreto que su padre literario incluyó en el volumen Sólo para tus ojos.

La película 22 de la saga Bond tiene como corazón de la trama un golpe de estado en un país sudamericano. El malvado de turno es Dominic Greene, que quiere controlar uno de los recursos naturales más importantes del mundo y para ello no tendrá reparos en ayudar a un general corrupto a volver al poder (¿Cómo? ¿Quién ha dicho que eso le suena a las operaciones encubiertas de la CIA por medio mundo? No te hagas el listo, Pepito, que te pongo cara a la pared). Una de las bellezas de rigor, Camille, será quien guíe a Bond hasta Greene, cada uno con sus propias razones para acabar con el malvado. La tercera en discordia es Fields, una agente del MI6 que trabaja con el consulado británico en Bolivia y que no tendrá más remedio -pobrecita ella- que caer en los robustos brazos de James Bond.

En el reparto repiten, además de Daniel -quién decía que no era bueno- Craig, Judi Dench como M, Jeffrey Wright como Felix Leiter y Giancarlo Giannini en el papel de Mathis. ¿El malo malísimo? Mathieu Amalric. Eso sí, el productor Michael Wilson ya ha adelantado que ni Moneypenny ni Q aparecerán en la película, por no quere forzar una escena que justificase su aparición. Bien por Michae.

En esta cinta habrá más acción y menos cartas, pero por lo que deja ver el trailer y lo que cuentan los afortunados que han podido revisar más metraje, parece que, por una vez, los responsables de la saga Bond han sido listos y han decidido respetar las claves del éxito de la anterior Casino Royale: más seriedad y sobriedad en el planteamiento, mayor realismo para los personajes y situaciones y la recuperación del tono duro de las primeras entregas. En resumidas cuentas, volver a recuperar al agente 007 y no al superhombre (o lo que es lo mismo, volver al modelo del primer Connery y no seguir explotando el guasón Roger -Antoñita la Fantástica-Moore).

¡Vaya sorpresa! Andaba comprobando algunos nombres para este post y me encuentro con la noticia de que Sean Connery podría hacer de villano en la próxima película de Bond. No, no es el bulo que corrió hace tiempo, es una información fresca, de hace unos días, con declaraciones del propio Connery. Al parecer, tirándose un farol, dijo que le encantaría hacer de malo frente a 007, pero que no sabía si los productores estarían dispuestos a pagar el precio. Retirado del cine desde hace años en su casa de las Bahamas, el actor, de 77 años, recibió poco tiempo después una visita sorpresa de los productores que le pusieron sobre la mesa veinte millones de dólares. A ver qué excusa tiene ahora el abuelo Connery. Desde luego sería una experiencia fabulosa ver a Sean de malvado. ¿Quién sabe?

Bueno, pues sin más demora, ahí va el trailer de 007: Quantum of Solace. El estreno, en noviembre.

¡Terminé la novela! (la mía, claro)

Ya estoy de vuelta. Diez días sin escribir, madre mía... Esto no es serio. Pero tengo una justificación, que será buena o mala, pero a mí me sirve: he estado enclaustrado terminando una novela. Llevaba ya unos seis meses con ella y, de pronto, avisté el final. Es un chute de adrenalina, en serio, que te mantiene excitado durante varios días, sin poder despegarte del teclado y deseando volver a éste cuando tienes que hacer otros menesteres. Quieres ver cómo acaba, quieres ver que, realmente, pones el punto final.

Y yo lo he logrado. Oye, y es un triunfo. Porque después de varios libros de, digamos, divulgación, ya era hora de poder terminar una novela (habré empezado como media docena o más, todas inconclusas). Ahora viene el proceso de relectura, corrección, ampliación y acicalamiento. Pero lo importante, la tela buena, ya está ahí.

Así que nada, aquí estamos de vuelta, y para empezar con buen pie, haremos hoy una entrada doble... Y ya se me ocurre cuál será el segundo tema.