Sí, ya, de acuerdo. Que estamos cansados de tanto Sprinsgteen. Que si el 'Boss' en Madrid, que si el 'Boss' en Barcelona... Oye, pero no es culpa del pobre rockero, ¿no? Vamos, que nadie le pone una pistola en el pecho a los de TVE para que lo saquen en cada informativo. Al que habría que ponérsela es al petardo que saca veinte veces a Bruce o a los Stones e ignora a cuarenta tíos igual de buenos pero menos populares que andan también de gira por ahí. Pero bueno, ya sabemos que ésa es otra película... y de terror.
Pesado o no en sus apariciones mediáticas, lo cierto es que los conciertos de esta nueva gira de Sprinsgteen y sus chicos de la E-Street Band han sido fabulosos. Tres horas del más puro rock'n'roll. Tres horas sin tregua, sin descanso, con una formación de auténticos profesionales para los que la expresión "sudar la camiseta" se queda corta. ¿Que exagero? Preguntádselo a cualquiera que haya asistido a uno de los conciertos. La entrega de Bruce y los suyos ha sido total. Han llegado a meterse literalmente entre el público como ya no hace ninguno de los grandes. Ver al Boss dejarse caer, y asistir a su paulatina ascensión de manos de sus fieles, cual Cristo surgido de las aguas, no tiene precio.
Más de 70.000 personas había en Madrid, en el Bernabeu, el pasado jueves para ver, oír y sentir a Bruce. Yo fui uno de los afortunados junto a mis camaradas Carlos y Natalio: el trío calavera. Disfrutamos como críos desde la primera a la última canción. Coreamos la mayoría y tarareamos algunas rarezas que se nos escapaban. 70.000 damas y caballeros brincando y gritando y ni un mal rollo. Y es que, nobleza obliga. El universo musical de Bruce Springsteen alcanza a cuanto se entregan a disfrutar de él, y eso afecta. Decían los entendidos que el sonido era malo. Es verdad. Lo fue en todos los conciertos, y lo seguirá siendo durante toda la gira. 200.000 vatios para desbordar de rock un estadio no es moco de pavo. Mucha tela para andar con finuras. Los graves a tomar por saco y los agudos no había Dios que los pillara; sí, es verdad; ¿y qué passsa? ¿A quién le importa? Desde luego, yo no vi a nadie que dejara de dar saltos por eso, ni de gritar aquello de "vagabundos como nosotros hemos nacido para correr". A los guays finolis les contaré una historia:
Un chico que trabajaba en Hollywood en los años cuarenta le preguntó una vez a John Ford (un señor con un parche en un ojo, arisco y el mejor director de la historia del cine) por qué no dejaba que sus actores hablaran más en sus películas. Ford le dio un cuaderno y le dijo que apuntara cuántas veces hablaba John Wayne en La Diligencia. El chico empezó a apuntar: una, dos, tres... Cuando la proyección acabó, Ford entró en la sala y preguntó: "¿Qué, cuántas veces habla?" Y el chico tuvo que reconocer que acabó metiéndose tanto en la historia que se olvidó de seguir contando. Ford sonrió y dijo: "Así es como ruedo mis películas". Moraleja: si la cosa engancha...
Y para los que sigan empecinados, ahí va otra anécdota mucho más al hilo (es que la de Ford la he contado porque me encanta). Durante los espectáculos del Rat pack en Las Vegas, con Sinatra, Dino y Sammy haciendo el gamberrete en escena, canturreando, bebiendo y bromeando, siempre había alguien del público que acababa gritándole a Sinatra: "¡Frank, cántanos una canción!" Entontes el Viejo Ojos Azules se volvía hacia la voz y respondía: "Amigo, si quieres oírme cantar, cómprate un disco".
Pues eso, el que quiera escuchar a Bruce Sprinsgteen, que se compre uno de sus discos. El que quiera vivir la experiencia del rock'n'roll en comunidad con otras 70.000 almas, de la mano del reverendo Bruce y sus beatos de la E-Street Band... Ya sabe lo que hay que hacer.
Pues eso, el que quiera escuchar a Bruce Sprinsgteen, que se compre uno de sus discos. El que quiera vivir la experiencia del rock'n'roll en comunidad con otras 70.000 almas, de la mano del reverendo Bruce y sus beatos de la E-Street Band... Ya sabe lo que hay que hacer.
PD: Y para rematar la faena, si tienes la suerte, como yo, de contar con la amistad de un fuera de serie como Carlitos, pues una cena opípara para reponer fuerzas en uno de esos rincones escondidos a los que sólo unos pocos afortunados saben acceder... ¿Qué más se puede pedir?
1 comentario:
Estimado Javier: Muy buena la fotografía; se podría titular "La revelación";)
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