jueves, 24 de julio de 2008

No me abandones (Ne me quitte pas)

Hacía ya tiempo que no ponía yo una canción por aquí, y así va a seguir. Porque lo que hoy dejo en este post es mucho más; es un pedazo de alma, ni más ni menos. Una canción compuesta con las entrañas e interpretada con el último aliento de un enamorado al borde del abismo...

Ese belga universal que fue Jacques Brel compuso Ne me quitte pas en 1959 y la incluyó aquel mismo año en el disco La Valse à mille temps. Trece años después, en junio del 72, convertida ya en su canción más popular, Brel volvía a grabarla para un álbum del mismo nombre. Pero ni por ésas. Ninguna grabación de estudio puede alcanzar la hondura de este directo televisivo. Fijaos si lo veo interesante que incluso acepto poner un link, dado que no está disponible la posibilidad de añadirlo al blog. Pero merece tanto la pena...

Venga, os dejo un par de segundos para asombraos e incluso bromead con ese pedazo de boca que Dios le dio, con esa prominente dentadura y ese sudor a borbotones (sí, hijo, es que hay mucha gente con cuerpo de guasa). Pasada la distensión, meteos de lleno en la canción. El vídeo lleva la traducción incluida, aunque os la paso aparte para que podáis leerla con tranquilidad. Observad ese rostro afligido, escuchad esa voz compungida, estremeceos con esas imploraciones desesperadas...

Esto es como al que no le gustan las canciones de Serrat; el que no se emocione con este vídeo, de verdad, que se pase urgentemente por el cardiólogo, porque el corazón debe tenerlo parado o de un frío cadavérico... (¿Que se ha dado alguien por ofendido? Me cachis...)

Ne me quitte pas / No me abandones

No me abandones
Todo se puede olvidar
Lo que ya se fue.
Olvidar el tiempo
de los malos entendidos.
Y el tiempo perdido.
A saber cómo
olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de por qué
el corazón de la felicidad

No me abandones...

Yo... te ofreceré
perlas de lluvia
de aquellas regiones
donde no llueve.
Removeré la tierra
más allá de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y luz.
Crearé un reino
donde el amor será rey
donde el amor será ley
donde tú serás Reina.

No me abandones...

Yo te inventaré
palabras sin sentido
que tu comprenderás.
Te hablaré de esos amantes
que vieron dos veces
sus corazones arder.
Te contaré la historia
de ese rey muerto
por no haberte podido encontrar.

No me abandones...

Se ha visto a menudo
renacer el fuego
del antiguo volcán
que se creía demasiado viejo.
¿Y no te parece
que las tierras quemadas
dan más trigo
que en su mejor abril?
¿Y cuando la noche llega
para que el cielo se inflame
el rojo y el negro
acaso no se unen?

No me abandones...

No lloraré más
Ni hablaré más
Me ocultaré allí
para mirarte
bailar y sonreir
y escucharte
cantar y después reir
Déjame convertirme
en la sombra de tu sombra
en la sombra de la mano
en la sombra de tu perro...

Pero no me abandones...

4 comentarios:

François de Fronsac dijo...

Me encanta en francés, y me ha agradado leerla en castellano.

Javier Márquez Sánchez dijo...

Más me ha alegrado a mí haberte regalado ese pequeño rato de placer con su lectura...

Anónimo dijo...

Javier, es una gran canción (no descubro nada). Sólo comentar que la historia que se oculta detrás no es la del alma torturada de Brel (de hecho, esta canción marcó desde entonces la imagen de Brel como un señor digno de lástima: ¡y qué bien le vino!), sino la desesperación de una de tantas amantes del compositor belga, la cual llega a esos límites de locura ("déjame ser la sombra de tu perro" -¿se ha llegado a escribir algo tan duro?) tras ser abandonada por él. Un abrazo. CAPEMAN

Javier Márquez Sánchez dijo...

MUy interesante, CAPEMAN, no lo sabía. Una nueva historia que me descubres, como tantas que he aprendido desde que disfruto del lujo de llamarte AMIGO.