lunes, 22 de diciembre de 2008

Navidaciones

No sé qué tienen las fiestas
que todo es cordialidad.
¡Por qué no será, Dios mío,
todo el año Navidad!

Así reza una coplilla de un artista sevillano, de ésos que decían verdades como puños mientras robaban sonrisas al respetable. Porque es verdad que en estas fechas se nos hablanda el corazón. Escuchamos un villancico, vemos un belén o nos llega el eco de los de San Ildefonso cantando los premios, y nos entra el repeluco del barbero acordándonos de lo que un día fue. Y por eso, porque fue, ya no es ni volverá a ser.

Y nos da morriña, que es como la nostalgia pero en blanco y negro, con seiscientos aparcado en la puerta de una calle con pocos coches, con Martes y Trece para el 31 de diciembre, y con soldado volviendo a casa por Navidad (que nadie le dijo al del Almendro que habían quitado la mili).

Así que le damos la vuelta del café al del semáforo con sus cleenex, y pensamos que este año hay que adelantarse a ese primo lejano que llama siempre primero, y al que volveremos a decirle eso de: “¡Y a ver si quedamos un día de estos para comer!” Pero no quedamos, claro. Pero se dice, porque es verdad que en ese momento algo te invita a decirlo.


Porque estas fechas necesitan de gente, de calor familiar. Una cena de Navidad para dos es como una de San Valentín para uno: ni pega ni queda bien. Y no hablemos ya de Nochevieja, donde acabas contando chistes en un mano a mano con el pelmazo del tercero izquierda, que por una noche es como tu amigo del alma, y los dos insufribles churumbeles de la Puri, la del sexto, resultan hasta graciosos con los matasuegras.

Y además, esas compras, esas tragaderas anchas como las fauces de un tiburón: que si el árbol, que si el belén, que si bolas nuevas, que si más pastores, que si el cotillón, que si traje nuevo, que si el aguinaldo —“¡Eso ya no se lleva!”. Díselo tú al jardinero, anda—, que si los licores... Piensas que tienes calambres en la pierna, pero no, es la VISA, que tirita en la cartera.

Pero, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a declarar en huelga de Navidad? Venga ya. Déjale eso a los guays de la vida, los que están siempre en contra de todo hasta que la mujer dice: “Pues yo quiero”. Y con eso se acabó la revolución de octubre. Que no, Merche, que no. Si es Navidad, es Navidad. Y carros y carretas. Porque al final, reconócelo, te lo pasas bien. Y te ríes, y te diviertes, y a lo mejor, incluso, te la coges de cuadritos como cuando tenías veinte años, cuando ponías verdes esos especiales del Moreno que ahora te tragas “porque no hay más remedio”, echando a pasear el rabillo del ojo con esos navideños trajes de baño...

Es una faena que sólo seamos “especialmente” sensibles en Navidad, que sólo ahora estemos dispuestos a pensar en los que lo pasan mal, dispuestos a conceder amnistía general para reconciliarnos con aquéllos a los que teníamos enquistados, aunque sólo sea para volver a cabrearnos luego otra vez. Pero, digo yo, que mejor será que sea así durante unos días al año a que no sea nunca, ¿o no?

Pues déjate de pamplinas, no seas saborío, y canturrea lo mejor que puedas ese villancico por Rocío Jurado, y dale esos cuatro cuartos que te molestan en el bolsillo a ese nigeriano del semáforo, que lo suyo sí que es espíritu navideño: todo el año sonriéndote sin importarle que El Corte Inglés diga que ya es primavera.

5 comentarios:

Teo Palacios dijo...

Hay gente que la sensibilidad la tiene a flor depiel todo el año.

Tú eres uno de eso... dime, ¿cómo lo consigues?

Felices fiestas!

Javier Márquez Sánchez dijo...

Mira quién fue a hablar...

Arwen Anne dijo...

yo tengo la sensibilidad todo el año, pero tengo que reconocer que llegan estas fiestas y me lio a llorar, soy asi, y eso de ayudar solo ennavidad a mi no me va, apadrine un niño en verano, y lo hize porque yo que se, me salió hacerlo y no me arrepiento, pero la sensibilidad en estas fechas a mi no se, hay gente a la que le dura, pero tambien quien te promete carros y carretas y te da piedras, la gente son así

un besazo

Violeta J. dijo...

Amén!!
Aunque hay más de uno que habría que meterlo en los cuentos de navidad, para que se le reblandezca el corazón!! El fantasma del pasado, presente y futuro!!
A mi jefe el primero!! Grrr..que me hace trabajar el 24 por la tarde.. Ainss, y yo con estos pelos!!! :P
Besos enormes!!

Javier Márquez Sánchez dijo...

Es que los jefes, ya se sabe: son jefes.