Era 1959. El joven Raimon no andaba pensando en la dictadura, la represión ni tan siquiera en la lucha por las libertades. Sólo iba en moto.
Ramón Pelegero, Pele lo llamaban los amigos, era un chaval de dieciocho años inquieto, avispado, devorador de poesía, que había tomado conciencia de que la suya era una lengua castigada por el franquismo, que seguía con detalle el existencialismo contracultural que emergía en Europa, y había asumido que componer y cantar en catalán era una manera tan digna como otras de expresar su profundo disgusto con el tiempo que le tocó vivir.
No le gustaba viajar en moto, pero aquel día no le quedaba más remedio. Iba “de paquete” con un amigo y el viento le golpeaba la cara. Así que cerró los ojos y se dejó invadir por aquella maravillosa semsación de libertad.
De esa experiencia surgiría Al vent, canción que, medio siglo después, mantiene intacta toda su fuerza evocadora y su impulso reflexivo.
A Raimon lo homenajean estos días con ese motivo en la Universidad Politécnica de Valencia, su propia tierra. A la espera estoy de que me llegue el catálogo que se ha editado catálogo, con textos sobre el artista de Fuster, Salvador Espriu, Néstor Luján, Manuel Vázquez Montalbán, Joan F. Mira y Manuel Vicent, entre otros.
Es una gran noticia la de esta exposición en honor de Raimon en Valencia, donde habitualmente ha sido siempre ignorado. La última vez que actuó allí fue hace casi diez años, y sólo en una ocasión ha aparecido en la cadena televisión autonómica, Canal 9. Y es que Raimon nunca fue un artista agradable para la derecha sociológica y política valenciana; y en especial para la virulenta derecha regionalista y secesionista que durante años alimentó el anticatalanismo.
Siempre fue mucho mejor tratado en Cataluña. Allí abrió infinidad de caminos para los integrantes de la llamada Nova Canço, y fue, por ejemplo, el primer artista que cantó en catalán en el prestigioso Teatro Olympia de París.
Aunque la cosa no queda en Valencia. Durante muchos años, Raimon era reclamado para cantar en Francia, Italia, Inglaterra, Estados Unidos y hasta Japón; en todos sitios menos en España, dopnde sólo en determiandos escenarios era consentida su presencia. Al principio, porque estaba prohibido, y más adelante porque resultaba incómodo. Y es que a pesar del uso político que se le ha querido dar a su obra, el de Xàtiva siempre se ha resistido a verse ligado a ningún partido político, y eso ha fastidiado mucho; bastante. Es más, apenas un pequeño porcentaje de su obra podría catalogarse de política o “protesta”, siendo por el contrario la mayoría de un trasfondo íntimo y personal y enorme belleza musical. Pero eso no importa cuando te han colgado una etiqueta.
Los habituales de este blog ya sabéis que tengo la suerte de conocer a Raimon. Le he entrevistado varias veces, y en nuestro último encuentro, con motivo del homenaje que se le rindió el año pasado en Madrid, la confraternización resultó aún más cercana. Llegamos a pasar largos ratos juntos en los que me relató infinidad de anécdotas y debatimos sobre las cuestiones más diversas. Es curioso cómo un artista de pose a priori tan severa, que se hizo famoso por su estilo de “gritar” una canción, más que entonarla, resulta en el trato directo un ser humano tan entrañable.
Vaya desde aquí mi enhorabuena a Raimon por ese homenaje en su tierra y por ese medio siglo de una canción legendaria, imprescindible. Aquí podéis escucharla en un concierto multitudinario con motivo del treinta aniversario de la canción, en el que participan artistas de diversas disciplinas.
Al viento,
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.
Y todos,
llenos de vida,
buscan la luz,
buscan la paz,
buscan a Dios,
al viento del mundo.
Pero nosotros al viento,
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.
Y todos,
llenos de vida,
buscan la luz,
buscan la paz,
buscan a Dios,
al viento del mundo.
Pero nosotros al viento,
la cara al viento,
el corazón al viento,
las manos al viento,
los ojos al viento,
al viento del mundo.
Os dejo también la entrevista que se le hizo en La 2 Noticias en mayo del pasado año, cuando aquel homenaje madrileño, la misma noche que ofreció un recital para conmemorar su legendario concierto de mayo de 1968.
2 comentarios:
que viva la pluralidad
Sí, señor ¡Y por muchos años!
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