Autor: Caleb Carr
Editorial: Ediciones B
Año: 2006
Páginas: 304
Editorial: Ediciones B
Año: 2006
Páginas: 304
Caleb Carr retoma la senda de Conan Doyle para ofrecer un nuevo caso de Sherlock Holmes, al que aporta el rigor histórico y el profundo conocimiento de la psicología humana que caracteriza toda su obra. Una de las novelas más populares de Conan Doyle es El perro de Baskerville (1902), cuya resolución tiene tintes paranormales. Poco más de un siglo después, Caleb Carr, que conoció el éxito internacional con su thriller histórico El alienista, retoma a Sherlock Holmes como protagonista de una nueva investigación con connotaciones sobrenaturales. En esta ocasión, Sherlock Holmes, ayudado por el incondicional Watson, investigará el apuñalamiento, en el siglo XVI, de David Rizzio, un confidente de la reina María de Escocia.
Eso es lo que viene a contar la contraportada del libro, y la verdad es que es una descripción bastante acertada. Sobre todo en eso de "profundo conocimiento de la psicología humana", porque este Holmes es más eso, un analista de psiques que de huellas en el parterre. No he leído ninguna de las anteriores obras de Carr, pero debo decir que, como novela holmesiana, ésta no me ha hecho demasiada gracia.
Creo que existe un problema cuando se combina un personaje de historia y carácter tan reconocibles como en el caso de Holmes, y un autor con universo personal patente y deseo de impornerlo como ocurre con Carr. La novela es más que decente, pero creo que no funciona como pastiche holmesiano. Le falta chispa, ambiente, misterio; le sobra presencia del autor. Cuando uno lee una aventura de Holmes, desea que esté bien escrita, pero no quiere ser consciente de la presencia del escritor continuamente. Es fundamental creerse que es Watson quien lo narra todo, y que narra precisamente una vivencia más junto a su amigo del alma. Aquí es difícil tragarse tanto lo uno como lo otro.
El español Rodolfo Matínez es un buen ejemplo de autor de pastiches holmesianos de calidad. Y desde luego no se mantiene en lo establecido. Experimenta, ¡y cómo!, hasta límites sorprendentes insospechados, pero respetando unas reglas básicas. En sus historias suceden cosas asombrosas y aparecen personajes que uno no imaginaría ni en sueños, pero su Sherlock Holmes jamás deja de evocar el original de Doyle. Leyéndolo, la imagen de Peter Cushing y Jeremy Brett nos asalta continuamente.
En mi opinión es una escrita con corrección, discreta como aventura holmesiana y algo anodina como obra de intriga. A mí, personalmente, me ha dejado algo frío. Para pastiche de holmes, el que recomendaré a continuación.
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