Rafael Amor es uno de esos cantautores incombustibles que persiste y resiste haciendo oír su voz a cuantos quieren escucharle. Un creador que es, por encima de todo, un gran ser humano, de profundo compromiso con sus semejantes.
Me río yo de tanto "guay" que va por ahí clamando que los artistas deben dedicarse a lo suyo "y dejarse de políticas". ¿Acaso no es la política un acto social? ¿Acaso no somos los ciudadanos los que ponemos y quitamos a los políticos? ¿Y a caso no son también ciudadanos los artistas? Ellos aprovechan pues la posibilidad de llegar a más gente para concienciar, para advertir, para clamar.
El problema es que, por alguna extraña razón, siempre suelen ser artistas del mismo "color" los que emplean su arte o su fama para apoyar causas y campañas. Tal vez sea porque suele ser siempre el mismo "lado" el que tiene algo que pedir o algo que denunciar... Y eso, pues parece que no, pero hay a quien le fastidia. Bad luck, my friend.
Machado, don Antonio, se refirió a este compromiso del artista en sus versos: "Desdeño las romanzas de los tenores huecos / y el coro de los grillos que cantan a la luna". Estoy con él. La música es hermosa, maravillosa, pero cuando hay cosas que decir, es una irresponsabilidad social y moral no aprovechar esa capacidad de llegar a tantos. Hay quien ha criticado, por ejemplo, la campaña de Bruce Springsteen para conseguir más fondos para salvar un banco de alimentos de Nueva Jersey. Que le pregunten a las personas que podrán seguir comiendo allí qué les parece ese compromiso del Boss con ellos.
Me río yo de tanto "guay" que va por ahí clamando que los artistas deben dedicarse a lo suyo "y dejarse de políticas". ¿Acaso no es la política un acto social? ¿Acaso no somos los ciudadanos los que ponemos y quitamos a los políticos? ¿Y a caso no son también ciudadanos los artistas? Ellos aprovechan pues la posibilidad de llegar a más gente para concienciar, para advertir, para clamar.
El problema es que, por alguna extraña razón, siempre suelen ser artistas del mismo "color" los que emplean su arte o su fama para apoyar causas y campañas. Tal vez sea porque suele ser siempre el mismo "lado" el que tiene algo que pedir o algo que denunciar... Y eso, pues parece que no, pero hay a quien le fastidia. Bad luck, my friend.
Machado, don Antonio, se refirió a este compromiso del artista en sus versos: "Desdeño las romanzas de los tenores huecos / y el coro de los grillos que cantan a la luna". Estoy con él. La música es hermosa, maravillosa, pero cuando hay cosas que decir, es una irresponsabilidad social y moral no aprovechar esa capacidad de llegar a tantos. Hay quien ha criticado, por ejemplo, la campaña de Bruce Springsteen para conseguir más fondos para salvar un banco de alimentos de Nueva Jersey. Que le pregunten a las personas que podrán seguir comiendo allí qué les parece ese compromiso del Boss con ellos.
Rafael Amor es uno de esos artistas que entiende que debe poner su voz y su arte al servicio del ser humano, ya sea para denunciar las falacias del poder o para cantarle a la bondad que inspira un atardecer. Este cantautor acaba de lanzar un disco nuevo, A mí la calle, en el retrata ensus canciones, como de costumbre, a los más desfavorecidos de la sociedad. Un total dieciséis temas para recordarnos que el compromiso nunca muere, rebosantes de confianza y el sempiterno optimismo.
La noticia de este nuevo disco me lleva a rescatar en este blog la que es sin duda la canción más popular de este argentino, No me llames extranjero. Se trata de una conmovedora descripción de cómo los seres humanos podemos llegar a pervertir de manera dramática algo tan hermoso como la reción entre nosotros mismos.
Cuelgo el vídeo de una vieja actuación de Rafael, y os paso además la letra. Para quien quiera un resumen de la moraleja, aquí lo tenéis, en el fotomontaje.
No me llames extranjero
No me llames extranjero, porque haya nacido lejos,
O por que tenga otro nombre la tierra de donde vengo
No me llames extranjero, porque fue distinto el seno
O por que acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero si en el amor de una madre,
Tuvimos la misma luz, en el canto y en el beso,
Con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.
No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo,
Mejor saber dónde vamos, adonde nos lleva el tiempo,
No me llames extranjero, porque tu pan y tu fuego,
Calman mi hambre y frío, y me cobije tu techo,
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo
Tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
Y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
Porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares,
Y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el
Adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos
Lejos, los amigos que nos nombran y son iguales los besos
Y el amor de la que sueña con el día del regreso.
No me llames extranjero, traemos el mismo grito,
El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
Los que roban los que mienten los que venden nuestros sueños,
Los que inventaron un día, esta palabra: extranjero.
No me llames extranjero, que es una palabra triste,
Que es una palabra helada huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero, mira tu niño y el mío
Como corren de la mano hasta el final del sendero.
No me llames extranjero, ellos no saben de idiomas
De límites ni banderas, míralos se van al cielo
Por una risa paloma que los reúne en el vuelo.
No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío
El cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo.
Ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre
Por la libertad eterna e igual de libres murieron.
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
Y verás que soy un hombre. No puedo ser extranjero.
No me llames extranjero, porque haya nacido lejos,
O por que tenga otro nombre la tierra de donde vengo
No me llames extranjero, porque fue distinto el seno
O por que acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero si en el amor de una madre,
Tuvimos la misma luz, en el canto y en el beso,
Con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.
No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo,
Mejor saber dónde vamos, adonde nos lleva el tiempo,
No me llames extranjero, porque tu pan y tu fuego,
Calman mi hambre y frío, y me cobije tu techo,
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo
Tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
Y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.
Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
Porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares,
Y zarpé un día de otro puerto, si siempre quedan iguales en el
Adiós los pañuelos, y las pupilas borrosas de los que dejamos
Lejos, los amigos que nos nombran y son iguales los besos
Y el amor de la que sueña con el día del regreso.
No me llames extranjero, traemos el mismo grito,
El mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
Desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
Los que roban los que mienten los que venden nuestros sueños,
Los que inventaron un día, esta palabra: extranjero.
No me llames extranjero, que es una palabra triste,
Que es una palabra helada huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero, mira tu niño y el mío
Como corren de la mano hasta el final del sendero.
No me llames extranjero, ellos no saben de idiomas
De límites ni banderas, míralos se van al cielo
Por una risa paloma que los reúne en el vuelo.
No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío
El cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo.
Ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre
Por la libertad eterna e igual de libres murieron.
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
Mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
Y verás que soy un hombre. No puedo ser extranjero.
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