Mi buen amigo Teo me escribía ayer un correo en el que, entre otras cosas, me animaba a sacudirme la pereza para insuflarle un poco de vida a este blog, que anda estos días con menos actividad que los pajes de los Reyes Magos. Y es verdad, no lo negaré. Soy de esas personas a las que las navidades frenan en seco. Es tal el jaleo y la ruptura de usos y costumbres de esas dos o tres semanas que acabamos de pasar, que necesito un periodo de re-adaptación.
¡Qué le vamos a hacer! Soy un animal de costumbres (en mi caso, tal vez incluso una bestia de costumbres, porque cuando me da por empecinarme con algo...). Hasta la nueva novela la he tenido desatendida, y es que no llevo bien eso de escribir hoy una hora, mañana media, y saber que en los tres días siguientes no podré sentarme porque hay mil compromisos por delante. Cuando me pongo a trabajar necesito enclaustrarme, dedicarle un mínimo de tres o cuatro horas al día ante el teclado y saber que voy a tener al menos tres o cuatro jornadas de trabajo seguras por delante, una o dos para asuntos varios, y otra nueva tanda de "recogimiento". De lo contrario, se me rompe el feelin', que diría Sinatra, el "sentimiento" de la obra, la atmósfera.
Lo que son las cosas. Aquí estoy, aceptando la "reclamación" de Teo, y escribiendo un post en el que, al fin y al cabo, no estoy diciendo nada. Pero alguna utilidad deberían tener estas líneas, digo yo. Busquémosles algo que decir, un sentido...
¿Algo?
¡Sí, ya lo tengo!
Ya que no se me ocurre un tema consistente que desarrollar, haré uso de esta tribuna digital mía para lanzar un aplauso a bloggeros varios de este peculiar mundo paralelo que es el de internet. Porque muchos de ellos no llegan a plantearse el gran reto que supone en realidad eso de escribir un post. Lo hacen como si tal cosas, como si fuese una nimiedad, algo que cualquiera podría hacer. Incluso, en su ingenuidad, algunos escriben brillantes post lamentando que nunca serían capaces de enfrentarse a una página en blanco... ¡Pero si ya lo estáis haciendo, almas cándidas!
Sin ser conscientes de ello, llenáis un espacio vacío con estos símbolos cargados de historias que son las letras, y con ello, dáis cuerpo a textos con los que hacéis reír y llorar, pensar y recordar; texto que enseñan, que descubren, que llevan a reflexionar. ¿Qué dices? ¿Qué no? ¿Que nunca has querido algo así? Ay, amigo mío. Hacemos tantas cosas que no queríamos hacer... ¡O que no creíamos ser capaces de hacer!
Pero ahí está. Muchos de los que se ponen a escribir en un blog piensan que es cosa sencilla, incluso les cuesta arrancar ante el temor de no dar la talla. Pero ya os digo que aprender a escribir en el colegio no significa ser capaz de redactar un texto con alma, que comunique, que emocione... ¡que enganche! Y cuando en un blog, los visitantes vuelven una y otra vez, es porque lo que han leído les ha enganchado.
A todos esos bloggeros, a los que os conozco y a los que tal vez me cruce algún día, vaya mi simbólico aplauso por la persistencia, la tenacidad y la ilusión de la que hacéis gala para llevar adelante vuestras bitácoras, aportando con ellas grandes dosis de humanidad a un universo, el de internet, tan gélido en apariencia.
Al final de Dr. Zhivago, el general General Yevgraf Zhivago (magnífico sir Alec Guinness), se despide de la joven a la que cree hija de su hermano Yuri y de la hermosa Lara. La chica lleva consigo un instrumento musical. "¿Tocas la balalaica?" "Un poco", responde ella. "Toca como los ángeles -subraya el novio de la joven-, y nadie le enseñó". "Ah -musita el viejo militar-. Entonces, es un don..."
¡Qué le vamos a hacer! Soy un animal de costumbres (en mi caso, tal vez incluso una bestia de costumbres, porque cuando me da por empecinarme con algo...). Hasta la nueva novela la he tenido desatendida, y es que no llevo bien eso de escribir hoy una hora, mañana media, y saber que en los tres días siguientes no podré sentarme porque hay mil compromisos por delante. Cuando me pongo a trabajar necesito enclaustrarme, dedicarle un mínimo de tres o cuatro horas al día ante el teclado y saber que voy a tener al menos tres o cuatro jornadas de trabajo seguras por delante, una o dos para asuntos varios, y otra nueva tanda de "recogimiento". De lo contrario, se me rompe el feelin', que diría Sinatra, el "sentimiento" de la obra, la atmósfera.
Lo que son las cosas. Aquí estoy, aceptando la "reclamación" de Teo, y escribiendo un post en el que, al fin y al cabo, no estoy diciendo nada. Pero alguna utilidad deberían tener estas líneas, digo yo. Busquémosles algo que decir, un sentido...
¿Algo?
¡Sí, ya lo tengo!
Ya que no se me ocurre un tema consistente que desarrollar, haré uso de esta tribuna digital mía para lanzar un aplauso a bloggeros varios de este peculiar mundo paralelo que es el de internet. Porque muchos de ellos no llegan a plantearse el gran reto que supone en realidad eso de escribir un post. Lo hacen como si tal cosas, como si fuese una nimiedad, algo que cualquiera podría hacer. Incluso, en su ingenuidad, algunos escriben brillantes post lamentando que nunca serían capaces de enfrentarse a una página en blanco... ¡Pero si ya lo estáis haciendo, almas cándidas!
Sin ser conscientes de ello, llenáis un espacio vacío con estos símbolos cargados de historias que son las letras, y con ello, dáis cuerpo a textos con los que hacéis reír y llorar, pensar y recordar; texto que enseñan, que descubren, que llevan a reflexionar. ¿Qué dices? ¿Qué no? ¿Que nunca has querido algo así? Ay, amigo mío. Hacemos tantas cosas que no queríamos hacer... ¡O que no creíamos ser capaces de hacer!
Pero ahí está. Muchos de los que se ponen a escribir en un blog piensan que es cosa sencilla, incluso les cuesta arrancar ante el temor de no dar la talla. Pero ya os digo que aprender a escribir en el colegio no significa ser capaz de redactar un texto con alma, que comunique, que emocione... ¡que enganche! Y cuando en un blog, los visitantes vuelven una y otra vez, es porque lo que han leído les ha enganchado.
A todos esos bloggeros, a los que os conozco y a los que tal vez me cruce algún día, vaya mi simbólico aplauso por la persistencia, la tenacidad y la ilusión de la que hacéis gala para llevar adelante vuestras bitácoras, aportando con ellas grandes dosis de humanidad a un universo, el de internet, tan gélido en apariencia.
Al final de Dr. Zhivago, el general General Yevgraf Zhivago (magnífico sir Alec Guinness), se despide de la joven a la que cree hija de su hermano Yuri y de la hermosa Lara. La chica lleva consigo un instrumento musical. "¿Tocas la balalaica?" "Un poco", responde ella. "Toca como los ángeles -subraya el novio de la joven-, y nadie le enseñó". "Ah -musita el viejo militar-. Entonces, es un don..."
5 comentarios:
pues también mi aplauso para tí, y mira, no había mirado esto de esa manera, que vuelven porque les ha enganchado, la verdad es que yo confio tan poquito en mi que creo que siempre soy la única que hace las cosas mal, pero mirado de ese modo... tengo muchisimos seguidores en menos de tres meses de vida del blog, y también muchos que me escriben correos y que me mencionan en los suyos...
excelente entrada que desde luego te digo, de tus mejores
sigue así que a mi, por lo menos, me gusta leerte un monton
besos
Muchas gracias, Arwen. Y hay que reforzar esa confianza en ti, no lo dudes...
Ves que fácil? Si sólo hay que ponerse, Javi... :p
En en ello estamos, compañero... jejeje
Jajaja, menos mal que se lo dices tú Teo, porque yo ya se lo había dicho y... oidos sordos.
En fin, el mundo del blog es bonito y que haya gente que lo siga porque tenga cierto interés en lo que cuentas, para compartir o no opiniones, para relacionarnos en definitiva, es algo bellísimo que yo he descubierto hace muy poco y para lo que tampoco me consideraba muy valorada por mí, Arwen, pero ya ves, estos niños nos animan!! Qué le vamos a hacer??
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