lunes, 19 de enero de 2009

El amargo don de lo macabro (Bicentenario de Edgar Allan Poe)

Tal día como hoy, 19 de enero, hace doscientos años, nacía en Boston uno de los genios universales del relato corto: Edgar Allan Poe. A pesar de su amplia producción, este escritor, poeta, crítico y periodista ha pasado a la posteridad como autor de las historias de terror más escalofriantes e influyentes. Doscientos años después, su obra es recordada con multitud de actos, reediciones e incluso ediciones de discos de homenaje.

Para cualquier persona, haya leído sus relatos, sus poemas o visto alguna de las películas inspiradas en su mundo, el nombre de Edgar Allan Poe es sinónimo de estremecimiento, de misterio y horror, de maestría narrativa, de poética emocionante. Sus relatos son indistintamente presentados en volúmenes destinados a un público joven así como en cuidadas ediciones comentadas para lectores que buscan profundizar en el legado de este creador imprescindible. No en vano su producción de cuentos es referencia obligada para nuevos autores que buscan aprender las claves de este género literario en el que Poe es considerado nombre clave.

Hoy se cumplen dos siglos del nacimiento de este literato estadounidense, autor de relatos como El gato negro, El pozo y el péndulo, La caída de la casa Usher, Ligeia o La verdad del caso Valdemar, pero también de poemas inmortales, como Annabel Lee, Ulalume o, sobre todo, El cuervo. 

No cabe duda que, de toda la obra de Poe, son los de terror sus relatos más conocidos, así como los más efectivos y perfectos de su creación. La vida tras la muerte, el entierro en vida, la necrofilia, la descomposición de los cadáveres o la reanimación de éstos son algunos de los temas reincidentes en la obra terrorífica de Poe, temas que le han llevado a ser conocido como el gran maestro de lo macabro, y que en su día le llevaron a ganarse duras críticas por su “malsana” y sádica imaginación.

Junto con el terror, son los relatos policíacos el otro gran brazo de su producción, un género que también ayudó a definir y asentar. Sus historias analíticas, de innovador planteamiento racional, son claros antecesores de futuras creaciones capitales, como el propio Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, quien no puede negar su deuda con el Auguste Dupin creado por Poe. Son, en este sentido, Los crímenes de la calle Morgue, El escarabajo de oro o La carta robada creaciones maestras del género. Del mismo modo, es imposible no ver en relatos como El camelo del globo o Un cuento de las montañas escabrosas un precedente de las futuras obras de ficción científica de Julio Verne, con un inteligente uso de los más modernos avances científicos, como el globo aerostático.

En cuanto a sus influencias, algunos críticos y autores contemporáneos advirtieron en esa fascinación por el terror un claro reflejo de los relatos fantásticos alemanes, con evidente referencia a los cuentos de E. T. A. Hoffmann. Poe les rebatió, sin embargo, apuntando en el prólogo de Cuentos de lo grotesco y arabesco que “si muchas de mis producciones han tenido como tesis el terror, sostengo que ese terror no viene de Alemania, sino del alma; que he deducido este terror tan sólo de sus fuentes legítimas, y que lo he llevado tan sólo a sus resultados legítimos”.

Sería sin embargo tal vez el alcohol la influencia más clara, persistente y reincidente en la creación narrativa y poética de Edgar Allan Poe. La mayoría de sus textos nacían de sueños o impresiones que iban cobrando forma en su mente, fantasías que trazaban una experiencia vital paralela a la que Poe consumía en las tabernas de Boston o Baltimore. De ahí que casi siempre los personajes de Poe no sean sino el propio Poe: hombres irremisiblemente empujados a terribles vivencias en un mundo oscuro lleno de rincones traicioneros, y que sin embargo siguen defendiendo las grandes pasiones, dispuestos a morir por un amor, o a matar por él.

Como solo ocurre con los grandes, resulta sorprendente advertir la originalidad y eficacia que siguen desprendiendo las creaciones de Poe, doscientos años después. El autor siempre tuvo muy presente la necesidad de atrapar al lector, seducirlo con cada palabra, con cada frase, crear un mundo con unas pocas pinceladas, y que tras cada uno de los recursos literarios empleados, latiese una historia viva y seductora que sirviese de catalizador y causa de todo el montaje.

El mismo Julio Cortázar, autor de las mejores traduciones de Poe así como de unas notas introductorias imprescindibles, apuntaba en éstas que el escritor de Boston entendía que, en un relato, cada palabra “debe confluir, concurrir al acaecimiento, a la cosa que ocurre, y esta cosa que ocurre debe ser sólo acaecimiento y no alegoría o pretexto para generalizaciones psicológicas, éticas o didácticas”. Y así, el suceso debe ser algo lo suficientemente intenso como para convertirse en corazón del relato.

Como todo aniversario, este bicentenario hará que el nombre de Edgar Allan Poe salté una vez más a los medios de comunicación, que las editoriales rescaten su obra y que en los círculos literarios se analicen las claves de la misma. Lo mejor, en cualquier caso, es animarse a leer o releer sus mejores creaciones con la mente alerta y el alma abierta, para no perderse sus muchas genialidades estilísticas ni ninguno de sus macabros recovecos.


Aquí, Al otro lado del río y entre los árboles, queremos rendir tributo a este autor inolvidable, que tan buenos ratos deparó a este humilde admirador en las noches estivales leyendo algunos de sus cuentos en un grueso volumen de relatos de misterio, con sus inolvidables tapas rojas, que mi madre tenía en casa. Y lo haremos con una lectura de verdadero lujo. Vincent Price, el actor que más y mejor interpretó en la pantalla a los personajes de Poe -en aquellas legendarias producciones de Roger Corman-, se enfrenta aquí, en un programa de televisión en directo, y ya en sus últimos años de vida, a una magistral ejecución del poema El Cuervo. No os lo perdáis.

3 comentarios:

Arwen Anne dijo...

lo tengo que reconocer, me estremece este poema, me ha estremecido siempre, y todos los años, el 31 de octubre, a las 12 de la noche, lo leo

gracias por traerlo hasta aquí hoy

besos

François de Fronsac dijo...

Hola.

Enero es un mes interesante respecto a los nacimientos de escritores de leyenda: Tolkien, Poe, Robert E. Howard...

Javier Márquez Sánchez dijo...

Es cierto. Interesante puntualización...