Pasan algunos minutos de las dos y media de la madrugada. No suelo escribir por las noches. Sé que parece lo más apropiado, lo más pintoresco, pero tras todo el día trabajando, no sólo estoy cansado de estar ante el ordenador, sino que además la tarde-noche es el único momento que tengo para estar con Sempi, para comentar nuestra jornada y, en definitiva, para compartir un ratito de vida.

Los habituales al blog ya sabéis que funciono por impulsos, a base de ambientación, de clima, y cuando el feeling se rompe, como diría el amigo Frankie (Sinatra, of course), la cosa se fastidia.
Así que me planteé aplazar esta novela. Dejarla ahí, en reposo, en una carpeta del ordenador, mientras me dedicaba a alguna otra historia más ágil y entretenida, pues La balada de Sam comenzó como eso que llaman "obra de madurez" y llegué a alcanzar un punto en el que me asustaba madurar tanto.

Al otro lado de la pantalla, Sempi duerme con la pequeña luz de mi lado de la cama encendida, esperándome. Algunos mosquitos crepitan al acercarse a la bombilla de la lámapa a mi espalda, y el licor Sierra Tequila quedó aguado por el hielo tiempo atrás en el vaso ya casi vacío junto a mi teclado.
Es hora de ir a descansar.
Os dejo con Sam Peckinpah y el trailer de Quiero la cabeza de Alfredo García, una historia que nada tiene que ver con mi novela; una película que supone su fuente espiritual.
3 comentarios:
Jeje, y yo durmiendo... y todo esto pasando al otro lado. Debes continuar.
COntinuaremos, Sempi. Al menos, por el momento...
Me alegro de que haya gustado el blog, Jackeline. Bienvenida
Muy oportuna esa despedida..."una peqlícula que nada tiene que ver con mi novela...", precisamente por eso la pondrás.
Saludos.
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