jueves, 12 de febrero de 2009

25 años sin Cortázar

Sumido en una profunda depresión tras la muerte de su segunda esposa, Julio Cortázar murió el 12 de febrero de 1984 como consecuencia de una leucemia. Lo enterraron en el cementerio de Montparnasse, bajo una lápida esculpida por unos amigos y la escultura de un cronopio, una de sus eternas creaciones. Su lugar de reposo se ha convertido desde entonces en uno más de los puntos de peregrinación en ese popular camposanto parisino, donde los visitantes dejan tributos junto a la tumba del argentino como copas de vino o billetes de metro con rayuelas dibujadas.

Julio Cortázar nació en la embajada argentina de Bélgica, en Bruselas, el 26 de agosto de 1914, una circunstancia singular que él mismo describiría producto “del turismo y la diplomacia”. No vivió en Argentina hasta los cuatro años, donde dedicó gran parte de su infancia a devorar cuantos libros caían en sus manos. Julio Verne fue su primer autor admirado, al que seguiría Edgar Allan Poe, de quien dijo que le enseñó “lo que es la gran literatura y lo que es el cuento”. Su otro gran descubrimiento llegaría ya en la tardía adolescencia, cuando se topó por las calles de Buenos Aires con un libro de Jean Cocteau, Opio. Diario de una desintoxicación, cuya lectura habría de marcarlo para siempre. Así lo manifestaba en La fascinación de las palabras: “Sentí que toda una etapa de vida literaria estaba irrevocablemente en el pasado… desde ese día leí y escribí de manera diferente, ya con otras ambiciones, con otras visiones”.

Aunque abordó diversos géneros a lo largo de su carrera, es en la narrativa donde alcanzó sus mayores logros, convirtiéndose en un referente imprescindible del relato breve, que revolucionó tanto en materia de estructura como en el uso del lenguaje. Bestiario (1951), Las armas secretas (1959) o Todos los fuegos el fuego (1966) son algunas de sus compilaciones más conocidas, junto a otros volúmenes como Historias de cronopios y de famas (1962) o La vuelta al día en ochenta mundos (1967), cuya originalidad, a caballo entre el relato y el ensayo, hace más compleja su clasificación.

No obstante, es la novela Rayuela la más popular de las obras de Julio Cortázar. Publicada en 1963, supuso una ruptura evidente con la narrativa tradicional y sirvió para dar a conocer el personal estilo del autor, a la vez paródico y rebelde. Es uno de los grandes títulos de la literatura hispanoamericana, catalogado por muchos especialistas como el equivalente de lo que fue el Ulises de Joyce en Europa. Cortázar plantea en esta obra, de final abierto, una manera radicalmente diferente de presentar la historia y sus personajes al lector, quien puede elegir el orden de los capítulos, ya sea de manera sucesiva o siguiendo un esquema concreto, exigiéndole una mayor implicación en el juego literario al dotar al texto de una vida inusitada.

Aunque nunca ocultó su amor por Argentina vivió en París la mayor parte de su vida, y en 1981 llegó a nacionalizarse francés. Era el acto de protesta definitivo ante las distintas juntas militares que habían ostentado el poder en aquel país. A pesar de todo, nadie puso nunca en duda su papel en la literatura hispanoamericana. “Era un argentino esencial", dijo de Cortázar el mexicano Carlos Fuentes. Él, junto a García Márquez o Jorge Luis Borges, compartieron con el autor de Rayuela los años dorados de la eclosión de la literatura latinoamericana.

La Escuela Andaluza de Escritores, con la colaboración de PLACA (Plataforma de Artistas Chilango Andaluces), ha decidido conmemorar este jueves 12 de febrero, a las 21.00 en La Carbonería (Sevilla), los 25 años de la muerte de Julio Cortazar, uno de los nombres fundamentales de la literatura universal. El festejo, en el que participarán artistas de diversas disciplinas -y que tendrá el honor de presentar un servidor-, incluirá música, performances, proyecciones de entrevistas históricas con el escritor, así como una innovadora lectura coral de algunos fragmentos de Rayuela, la obra capital del argentino. Todo ello guiado por el respeto y admiración por la obra de un hombre cuyo talento e inquietud le llevaron a explorar distintas disciplinas artísticas.

Lo que son las cosas, conmemoramos la desaparición de Cortázar pocas semanas después del celebrar el bicentenario de uno de sus autopres de referencia, Edgar Allan Poe, y poco antes del cincuenta aniversario de uno de sus discos más queridos, el Kind of blue de Miles Davis. C'est la vie...

Celebraremos la fecha aquí, Al otro lado del río y entre los árboles, escuchando leer a Cortázar un fragmento de El perseguidor, el cuento que dedicó a la confusa muerte en 1955 del saxofonista Charlie Parker, padre del sonido bebop y mentor de Miles Davis. El argentino recrea en este texto los últimos días del músico -bautizado aquí Johnny Carter-, lastrado por el abuso del alcohol y las drogas. De fondo suena el propio Parker interpretando Out Of Nowhere. Todo un lujo.

2 comentarios:

Arwen Anne dijo...

bueno, la verdad es que ha sido un escritor del que he leido poquito, pero lo que he leido me ha gustado mucho. Hoy me encantaría estar en ese homenaje, pero no me es posible, aunque eso sí, también está en mis libros pendientes de leer, aunque claro, poquito a poquito que tampoco tengo mucho tiempo

estupenda entrada para el día de hoy, te felicito

besos

Javier Márquez Sánchez dijo...

Muchas gracias Arwen