de día y de noche cabalgando va.
Y canta su canción mientras sigo osado
a la busca de El Dorado.
Montes de luna cruzado,
bajando a valles de sombra,
y siempre cabalgando.
Sin fuerzas, exhausto
ya pierde su fe.
Pero de repente, una sombra ve.
"¡Sombra!", grita airado
"Dime donde se halla
la tierra llamado El Dorado”.
Y canta su canción mientras sigo osado
a la busca de El Dorado.
Montes de luna cruzado,
bajando a valles de sombra,
y siempre cabalgando.
Sin fuerzas, exhausto
ya pierde su fe.
Pero de repente, una sombra ve.
"¡Sombra!", grita airado
"Dime donde se halla
la tierra llamado El Dorado”.
Un joven James Caan recitaba este poema de Edgar Allan Poe en el El Dorado, película dirigida por Howard Hawks en 1967 y que probablemente haya visto (pensando: 30 años - 5 = 25; Unas 5 veces al año como poco = 25+ 5 =...) entre cien y ciento treinta veces en mi vida. Es, con diferencia, mi película favorita.
La película, desde luego, es buena por sí sola. Oye, que John Wayne y Robert Mitchum mano a mano no es moco de pavo (así era la publicidad: "los dos grandes en la más grande"); mucho humor, peleas, intriga, secundarios memorables, un director con un equipo de lujo... Pero es que, además, la tengo ligada de manera indeleble a mi memoria sentimental.
A mi abuelo le encantaba, no nos cansábamos de verla. Siempre nos reíamos en los mismos momentos, una y otra vez, y disfrutábamos con las mismas persecuciones. Teníamos el VHS hecho polvo... Hay películas, como canciones o libros, que se le quedan a uno enganchados bien adentro, y El Dorado es sin duda la que más se me ha agarrado a las tripas.
¿Que a cuento de qué este arrebato melancólico? Pues no sé. Por alguna razón me he acordado de ese poema, y me ha hecho pensar en la película. De algún modo, cada cierto tiempo, no puedo evitar dejar volar mi mente con el vano deseo de encontrar el camino de regreso a El Dorado, a esos años en los que soñar era más fácil y agradable, porque cada sueño parecía que podría cumplirse, aunque fuese sin salir de la habitación; tal vez sigo albergando el deseo de volver a cabalgar junto a Wayne y Mitchum, allá donde se encuentren ahora. Allá donde, seguro, mi abuelo ya se habrá empeñado en invitarles a un par de rondas de Cruzcampo bien helada.
Ahí va ese trailer, para quien lo quiera ver.
La película, desde luego, es buena por sí sola. Oye, que John Wayne y Robert Mitchum mano a mano no es moco de pavo (así era la publicidad: "los dos grandes en la más grande"); mucho humor, peleas, intriga, secundarios memorables, un director con un equipo de lujo... Pero es que, además, la tengo ligada de manera indeleble a mi memoria sentimental.
A mi abuelo le encantaba, no nos cansábamos de verla. Siempre nos reíamos en los mismos momentos, una y otra vez, y disfrutábamos con las mismas persecuciones. Teníamos el VHS hecho polvo... Hay películas, como canciones o libros, que se le quedan a uno enganchados bien adentro, y El Dorado es sin duda la que más se me ha agarrado a las tripas.
¿Que a cuento de qué este arrebato melancólico? Pues no sé. Por alguna razón me he acordado de ese poema, y me ha hecho pensar en la película. De algún modo, cada cierto tiempo, no puedo evitar dejar volar mi mente con el vano deseo de encontrar el camino de regreso a El Dorado, a esos años en los que soñar era más fácil y agradable, porque cada sueño parecía que podría cumplirse, aunque fuese sin salir de la habitación; tal vez sigo albergando el deseo de volver a cabalgar junto a Wayne y Mitchum, allá donde se encuentren ahora. Allá donde, seguro, mi abuelo ya se habrá empeñado en invitarles a un par de rondas de Cruzcampo bien helada.
Ahí va ese trailer, para quien lo quiera ver.
6 comentarios:
Estas películas siempre nos quedarán, como aquellos dos les quedó París...
Cómo se nota que eres de los míos... jejeje
¡Y pensar que hay gente que piensa todavía que John Wayne era un actor mediocre; inexpresivo, vamos! Un tío capaz de llenar la pantalla entera sólo caminando... ¡mediocre! ¡Señor, señor!
Saludos, y enhorabuena. CAPEMAN.
¡Que alegría verte por aquí, CAPEMAN! Con tu aportación me alegras la mañana, buen amigo.
Pues sí, hay gente que sigue opinando eso del Duke, lo que demuestra que los prejuicios y el hablar sin saber sigue estando a la orden del día. Películas como 'Río Rojo', 'Escrito bajo el sol', 'El hombre tranquilo' o 'Centauros del desierto' son muestras evidentes del gran talento interpretativo de John Wayne.
Un abrazo muy fuerte
No sé si conocéis el gran artículo que le dedicó hace poco Javier Marías en Babelia:
http://www.elpais.com/articulo/semana/tiempo/cabalgado/elpepuculbab/20080726elpbabese_3/Tes
Como bromeaba el gran Paul dirigiéndose a dos cámaras del concierto de Filadelfia 1980 (¿recuerdas?:
-¿Cómo te llamas?
-John.
-¿Y tú?
-Wayne
-Señoras y señores, con nosotros John Wayne.
Llego 3 años tarde, he dado con tu comentario porque estaba buscando el poema. Yo también soy de haberla visto más de 100 veces, me se el guión, y se me ponen los vellos de punta solo escuchar la banda sonora. Un saludo desde La Linea de la Concepción (Cadiz).
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