sábado, 1 de diciembre de 2007

Penitencia hispana (a Pepe Da Rosa)



Lo que son las coincidencias, el mismo viernes, mientras en un punto de la ciudad de Sevilla se conmemoraban los cuarenta años de la muerte de Che Guevara, en otro, en los Reales Alcázares, tenía lugar un acto para recordar al cómico Pepe Da-Rosa veinte años después de su desaparición.

Yo fui al segundo de esos actos. Decían los antiguos griegos que “tiempo que se pasa riendo es tiempo que uno pasa cerca de los dioses”, y será que ayer tenía ganas de divinidades. Pepe Da Rosa es uno de esos personajes que tuvo la mala suerte de nacer en una época destinada a estigmatizar a un amplio grupo de artistas por la sencilla razón de que trabajaron en ese momento.

Tuvieron que venir honores de otros países, por ejemplo, para que en España se empezase a respetar a actores como Alfredo Landa o José Sacristán, y aún hay quien se obceca en negarles su innegable talento por el gran pecado de protagonizar un sinfín de comedias costumbristas. Sin embargo, lo que son las cosas: si uno quiere hoy saber cómo era la vida en los sesenta o en los setenta, la vida del común de la sociedad, nada mejor que pillar una película de Divildos, de Forqué, de Lazaga... Porque las producciones de Saura o de Buñuel eran muy críticas y muy artísticas -y éste que escribe se declara un gran admirador de ambos realizadores-, pero no son en absoluto un reflejo de aquellos días, por más que fueran la locura de los “progres”.

En materia musical ocurre lo mismo. Artista de entonces que no se opusiera al sistema, objeto de burla actual; no falla. Cítese a Raphael, a Julio Iglesias, al Dúo Dinámico… “La España rancia”, dicen algunos. “Voces de oro”, llegaron a definir a los dos primeros en París; “uno de los grandes intérpretes de este siglo”, definió el New York Times a Raphael. En ese mismo saco cabría meter a Pepe Da Rosa.

Humorista, cantante, actor y autor de un centenar de inolvidables coplillas, este cómico sevillano, nacido en Buenos Aires, desarrolló una nueva clase de humor de innegables raíces hispalenses. Su serie de discos ‘Las cosas de Pepe Da Rosa’ hizo de oro al sello RCA España, y marcó la Navidad de millones de españoles con temas como ‘Los cuatro detectives’ o ‘A J.R.’. Lejos del simple chascarrillo, su humor nacía de las anécdotas cotidianas, y de ahí que escuchar hoy cualquiera de sus grabaciones suponga empaparse de la idiosincrasia de la época: ‘La grúa’, ‘La quiniela’, ‘Las parturientas’, ‘El cheque’, ‘El pelota’, ‘La cuestecita de enero’… Tenía además el talento de decir las cosas claras, con humor, pero sin reparar en aguijonazos cuando era preciso, como el popular ‘Ya no te puedo querer’, que le dedicó al entonces ministro de Hacienda, Miguel Boyer, o ‘La bomba’, años atrás, en plena crisis nuclear China: Con lo bonito que es enamorarse y querer / disfrutar la vida ésta / ‘saboreá’ un buen jerez / ‘jartarse’ bien de comer / y dormí después la siesta. / Tener que perder ‘to’ esto me pone ‘desesperao’. / ¡Qué pena que acabe el mundo / por unos cuantos ‘chalaos’.

Pero no, como resulta que a Pepe Da Rosa no le iban los elitismos, que era un gran ser humano al que casi le admiraban más por eso que por su propio arte, y que encima no sólo no ocultaba sus orígenes sevillanos sino que encima se enorgullecía de ellos, pues ha pasado lo que tenía que pasar: penitencia cañí por cometer el pecado de ser popular.

El viernes 30 de noviembre se le rindió homenaje en Sevilla con presencia de numerosos artistas y autoridades, pero para la élite intelectual quedará como un acto “chusquero” para estómagos “frikies”. En fin, allá ellos. Después, en cualquier fiesta, son las canciones de Raphael y del Dúo Dinámico las que más se bailan; y aquellas comedias costumbristas de los sesenta, las que más se ven en televisión. Y desde luego, a nadie le ponen una pistola en el pecho para encender la tele. Creo que es una gran verdad eso de que “para saber a dónde se va hay que saber de dónde se viene”. Y si uno se avergüenza de donde viene, mal andamos…

Vídeo cabecera: ‘Los lagartos de la tele’, editada tras el éxito de la serie ‘V. Los visitantes’. Ya enfermo, ésta fue una de sus últimas apariciones televisivas.
Vídeo final: ‘Ya no te puedo querer’, dedicada al ministro de Hacienda, Miguel Boyer.

1 comentario:

José Angel Muriel dijo...

Nunca me hizo demasiada gracia, pero tuvo su momento. Creo que fue de los primeros artistas que supo aprovecharlo, cuando aún no había tantos canales de televisión ni tanta difusión.