Autor: Carlos Aguilar
Editorial: La Factoría de Ideas
Año: 2005
Páginas: 288
Editorial: La Factoría de Ideas
Año: 2005
Páginas: 288
Aquí estamos con otra reseña de los libros leídos durante este mes de silencio. Éste es otro de los títulos que devoré durante mis casi dos semanas en la playa, combinado con un texto mucho más denso de Cormac McCarthy; una de cal y una de arena.
Y es que precisamente Nueve colores sangra la Luna hace honor como obra literaria a esas películas de serie z sobre las que trata. Su autor, el crítico cinematográfico y escritor Carlos Aguilar, rinde tributo en estas páginas al cine de terror-erótico que se hizo en España a finales de los sesenta y bien entrados los setenta, con Jesús Franco y Jacinto Molina a la cabeza (aunque los personajes reales que desfilan por ella sean, entre otros, John Phillip Law y Dan van Husen).
La sinopsis de la obra reza del siguiente modo: "Al inicio de los años setenta desaparece una bella actriz de películas españolas de terror, Isabel Silva. En el Madrid actual, el ya anciano director que realizó sus películas más representativas, Jacobo Blanco, vuelve al cine, para rodar una película como las que hacía entonces. Un crítico infeliz, Eugenio Arbó, que de joven se enamoró de la actriz al verla encarnando una vampira en una película de Blanco, aprovecha el acontecimiento para contactar con el director. Arbó cree que la actriz fue asesinada, y ahora pretende confirmarlo, mientras el rodaje tiene lugar".
Terror y erotismo; policiaco con toque de neurosis. ¿El estilo? Pues muy al uso de aquellas películas, más bien inexistente. Al parecer (según he leído en algún sitio), el propio Aguilar explicó en su día que lo que más le interesaba era la trama, no alcanzar la prosa de Antonio Gala. Y ole sus narices, oye, que ya está bien de que en este país todo el mundo presuma de escribir como un premio Cervantes (aunque después pierdan el culo por ganar el Planetita de marras). Y Aguilar da lo que promete y cumple lo que quiere: entretenimiento más que decente, con muchas sonrisas de nostalgia agazapadas acá y allá en sus evocaciones del cine de aquellos días.
Un libro para pasar el rato, que disfrutarán especialmente los mitómanos cinematográficos y los maquilladores alcoholizados que vivan en una pensión china...
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