sábado, 4 de abril de 2009

Maravilla, Sevilla con "todos" sus sevillanos ('Rezaré')

Casi se me pasa. No quería que llegase esta Semana Santa sin hacer partícipe de ella a este blog. ¿Que por qué? Pues porque no me gustan las alineaciones -eso de "a mí me encanta esto pero no soporto lo otro"-, y porque no hay mayor riqueza que la que aportan unas miras lo más amplias posibles.

Ya he comentado aquí en varias ocasiones que en esta Sevilla mía -que cantara Raya Real- la realidad es precisamente la contraria. O eres un capillita y feriante convencido o militas en el GPAFESS, Grupo Puñetero Anti Feria y Semana Santa, que son ésos que sueltan con media sonrisa "pues a ver si llueve esta semana que falta le hace a los campos". Igual ocurre con los taurinos y los antitaurinos, los pro-Alameda y los anti-Alameda, o los que defienden que Sevilla Este es una zona más de la ciudad frente a los que se empecinan en que es como vivir en Mairena o Alcalá.

Los habituales de este rincón, al otro lado del río y entre los árboles, ya sabéis que yo soy un poco de todo. En este momento estoy escuchando un disco de Dylan, tengo previsto ir a ver esta noche la nueva de Almodóvar -a sabiendas de que me decepcionará- y espero terminarme antes la relectura que estoy haciendo de los Escritos de un viejo indecente de Bukowski. Y en mi opinión, esos planes son perfectamente compatibles con que el próximo Domingo de Resurrección me vaya a los toros con mi suego -a ver qué tal se porta Morante- o que esté deseando que llegue ese sábado de montaje de la caseta de Feria.

Ya lo decía Marsillach en Sesión continua: "Nos han confundido mucho con lo de la españolada". Y a base de que en esta ciudad, haya un amplio sector empeñado en que Sevilla sea solo Semana Santa, Feria y fiestas de guardar, otro amplio sector, en reacción y respuesta, le vuelve la espalda tajante a esas fiestas populares. ¡Pero si la culpa no es suya, sino de los que hacen bandera de ellas! Y así ocurre la triste estampa de que hay gente que pierde el eufemismo -cada cual ponga el que quiera- por viajar miles de kilómetros para disfrutar de las celebraciones en la India, China, Turquía o el Magreb, y sigue empestillado en rechazar las que tiene cerca, cerquita, a la vuelta de la esquina.

Porque sí, aunque fastidie, el rollo de "no me gusta la Semana Santa porque no soy creyente" ya se ve más antiguo que el vermú de aperitivo. Además, seguro que muchos de los que dicen eso no tienen reparos luego en disfrutar con la obra religiosa de Carl Theodor Dreyer o con algunas de las Pasiones compuestas por Bach ¿a que no? Pues eso. Que es una pena, por cabezonería, acabar tirando piedras contra el propio tejado, y empeñarse en seguir manteniendo vigente aquel lamento de Machado: "Oh, maravilla: Sevilla sin sevillanos". Porque, aunque fastidie, el sevillano malaje -definición popular (ojo, no la mía) del que no participa de esas fiestas- se ha convertido en otro personaje imprescindible e inseparable de la idiosincrasia de esta ciudad. Además, si esos sevillanos con, digamos, planteamientos más revolucionarios e innovadores claudican, ¿qué hacemos? ¿Dejamos la ciudad en manos de Antonio Burgos y Carlos Colón? Pues Dios nos pille confesaos.

Sin altivez alguna, y con gran tristeza, debo reconocer que no es fácil encontrar gente que disfrute por igual con la ciudad tradicional y con esa más moderna y cosmopolita -por constreñida que esté-, por lo que no tendré más remedio que volver una y otra vez al gran Silvio, el rockero semanasantero -¡qué gran definición del Perro Verde!-, que cogió el Stand by me de Ben E. King y lo convirtió en un sentido homenaje a las más populares tallas de vírgenes sevillanas.

Ya colgué ese tema por aquí tiempo atrás, pero quiero repescarlo en un montaje que incluye las imágenes de todas las advocaciones que va citando. -un montaje bastante malo, por cierto, pero es lo que hay-. Sirva así este gesto como una maniobra de buena voluntad para acercar posiciones entre ambas Sevillas.

Por cierto, que la semana siguiente a Semana Santa, los días 14, 15 y 16 de abril, se celebrará en la Fnac Sevilla un homenaje de carácter oficial al rockero en el que es probable que este humilde servidor de ustedes esté invitado para aportar su modesto aplauso a ese gran artista sevillano, maravillosamente contradictorio, que Fue Silvio Fernández Melgarejo.


4 comentarios:

Carlos dijo...

Tengo a un amigo fan de Silvio, incluso estaba programando hacer una página web en su nombre. Le he comentado lo del FNAC por si le interesa pasarse. Ya nos cometarás qué día vas a estar por si podemos verte.

Gabriel dijo...

Buena llamada a la cordura. Seamos valientes para reconocer que una chispa de magia se encuentra, si se aprovecha, en muchos sitios. ¡Fundemos el P.E.P.E.D.O.N (Partido Ecléctico por encima de otros nombres), y seamos parcialmente felices, a poquito a poco, que es como se saborea!
De veras, buena y necesaria llamada a la cordura.
Abrazos.

Javier Márquez Sánchez dijo...

Gracias, Carlos, y gracias Gabriel. Un placer teneros a ambos por aquí. Y sí, Gabriel, es cierto, nunca viene mal una llamada a la cordura...

Anónimo dijo...

Por supuesto, Javier: "cordura", es decir,"cuerda" y "cordial". Si no, no son posibles ni la libertad ni la convivencia. J. Luis