jueves, 5 de marzo de 2009

Para aquéllos que sueñan despiertos

“Existen dos clases de hombres:
aquellos que duermen y sueñan de noche
y aquellos que sueñan despiertos de día.
Éstos son los peligrosos,
porque no cederán hasta ver sus sueños
convertidos en realidad”
T.E. Lawrence


¿A qué edad debe uno dejar de creer en los Reyes Magos? ¿Cuándo se es demasiado mayor para ver películas de dibujos animados? ¿Qué señal nos indica que debemos dejar ya de escribir cuentos, componer canciones, pintar cuadros o divagar sobre Hitchcock, y centrarnos en pagar deudas, tener hijos y beber Cruzcampo hasta subir un par de tallas de pantalón?

La gente está, por lo general, tan descorazonada, es tan conformista e indiferente, que cuando pasas de los... digamos veintipocos años, empiezan a mirarte con cierta extrañeza si quieres hacer algo más que trabajar, crear una familia, estar con los amigos y ver el fútbol el domingo por la tarde. Suena a coña pero, ¿es así o no es así? Pues ya está.

Si tienes dieciocho y compones canciones puedes ser una estrella musical en potencia; si lo haces con treinta y seis eres un perdedor que no ha aceptado que nunca será Paul McCartney. Y no hablemos ya de esto de llevar un blog. En ese caso, además de perder el tiempo haciendo algo que no sirve para nada, encima, eres un friki.

Pues estupendo. Así nos luce el pelo. Todos más obedientes que soldado Flanagan, marchando al ritmo que nos tocan y sin que nadie lo imponga. Y es que ya se sabe que ¡ay, del que se salga de la fila! Que ya dijo don Lawrence lo peligroso que son los soñadores. Si tu has estudiado derecho, niño, abogao pa’to la vía, como mucho, unas oposiciones bien preparadas para el Estado, si es que no das la talla para notario, que es lo suyo. Y si quieres practicar aficiones, el fútbol, o el tenis, que ahora con Nadal también está de moda. Baloncesto, nada, que ya no lo ponen por la tele.

¿Y a qué venía todo esto? Pues a qué va a venir. A que estos días he echado algún que otro rato guitarra en mano después de los comentarios entusiastas que he ido recibiendo de no sé cuánta gente por la canción que colgué aquí la pasada semana. ¡Dios de mi vida, lo que no se habrá gastado Sempi en invitar a langostinos al personal!

En fin, el caso es que tras años sin tomarme tan en serio lo de la música, he rescatado algunas viejas canciones, les estoy haciendo nuevos arreglos, he escrito un par nuevas... Y de pronto, anoche, mientras me decidía entre Enrique Urquijo y Stephen Stills para los trayectos en coche de hoy, me dije: ¿Qué haces tú metiendo en esta plaza, si hace tiempo que renunciaste a tomar la alternativa? O dicho de otro modo, que quién me manda a mí, a estas alturas de la película, ponerme otra vez a componer y canturrear. Eso, me dije yo, lo hace uno cuando tiene dieciocho o veinte años, como hizo Dylan. Ah, pero es que yo no quiero ser Dylan, me respondí a mí mismo. Puestos a escoger, prefiero algo más modesto; Javier Krahe, por ejemplo, que es más castizo, más tranquilote, y mucho más divertido.

Y claro, entonces caí en la cuenta de que Javier Krahe no cantó en público por primera vez hasta los treinta y pocos, y que Saramago no empezó a escribir en serio hasta que se jubiló. Además, basta echar un vistazo a la carrera de infinidad de artistas para comprobar que en la mayoría de los casos —¡Yo sé de uno que no! ¡Tú calla, coño!—, sus obras van cobrando más interés y profundidad con el paso de los años. Pues eso, que me salto la edad de la experimentación y hago borrón y cuenta nueva.

¿Todo este rollo, para deciros que os preparéis para la que se avecina? No, de verdad. Sí es cierto que en breve espero subir alguna que otra canción, para que sigáis dándome vuestras opiniones sinceras, para bien o para mal. Y según eso, como la paella del domingo en el Jose, colgaré más o no según demanda.

Pero no, decía que esta perorata no venía a ser una pre-camapaña de promoción encubierta. Lo que buscaba más bien era espolear a todas las almas inquietas -las que pasen por aquí, claro- que tengan ganas de contar cosas sea cual sea el formato de expresión de sus ideas. Porque si hay algo que nadie nos puede quitar si no se lo permitimos, ni el jefe, ni el banco, ni la madre los parió, es la ilusión, la capacidad de soñar.

Escribir un poema, hacer una fotografía, dar forma a un trozo de barro... nada de esto tiene que ver con la edad, ni con lo que se ha estudiado, ni con ganar un sobresueldo.; porque mierntras hay vida, hay esperanza, y la esperanza es ilusión. Así que tiene que ver más bien con el corazón, y con el impulso irrefrenable de expresarnos más allá de una mera conversación telefónica, más allá de decirle te quiero a nuestra pareja o preguntarle a un amigo cómo estás. Tiene que ver con decir algo al mundo, a los que conocemos y a los que nunca llegaremos a encontrarnos. Da igual que esa obra se dé a conocer ante un auditorio multitudinario, que la expongas en internet o que simplemente la enseñes a un amigo de confianza.

Lo importante es que haya salido de dentro. Lo importante es que no te silencies a ti mismo. Y por favor, olvida los complejos y comparte ese suspiro del alma, ya sea con solo una persona o con todas las que quieras. Seguro que eso que has creado impulsado por tus sentimientos puede hacer llorar, sonreír o pensar a mucha gente. ¿Quién sabe? Incluso inspirarles. Y eso es mucho. Eso lo es todo.

3 comentarios:

Teo Palacios dijo...

La hija de JUNCAL le dijo a su padre: "del toreo no me quita ni "usté" ni Dios Padre".

Pos eso... Tomo nota

Javier Márquez Sánchez dijo...

Jajaja... ¡Ole! Otro que se ha enganchado con Don José...

Anónimo dijo...

jajajaj Olé! En lugar de Javier Krahe por qué no Buffalo "tu si que sabes de la vida" Márquez? Tunanteeeeeeeeeeeeeee