Me dejaré de rodeos y de introducciones. Hoy quiero compartir con vosotros otra de mis películas favoritas, una de esas obras que reviso cada cierto tiempo, cuyo texto teatral he leído dos veces, cuya versión cinematográfica he visto medio centenar, y que sobre las tablas sólo he podido disfrutar en una ocasión, con una Nuria Espert tan desmedida como de costumbre y un Adolfo Marsillach tan entrañable como era habitual en él.
Hablo de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, la obra maestra escrita por Edward Albee en 1961.
Se trata de una dura, muy dura aproximación al mundo del matrimonio. La historia se articula a partir de dos parejas, una joven e ilusionada y otra mayor y desencantada. Pero conforme los brillantes diálogos se van sucediendo y la trama va avanzando, observamos que esos jóvenes felices llevan consigo tristes secretos asumidos que fácilmente algún día acabarán por convertirlos en esos viejos amargados; éstos, por su parte, terminan por revelar que todo ese odio, todos esos insultos que se disparan, no son más que parte de un juego, un dramático juego que les permite mantener viva la chispa de su relación.
Pero es absurdo intentar explicar en pocas líneas esta obra. Tantas veces la he visto, tantas he descubierto nuevos matices, nuevas lecturas. Es un grave error quedarse en la anécdota de las discusiones o del abuso del alcohol. El magnífico texto teatral, adaptado casi palabra por palabra a la gran pantalla, está plagado de pequeños mensajes, ricas lecturas e interesantes -y dolorosas- reflexiones que no hay que perderse.
La versión para el cine se rodó en 1966, en glorioso blanco y negro, y la dirigió un primerizo Mike Nichols, justo un año antes de afrontar su obra más recordada: El graduado. Y si algo ha ayudado a que esta historia haya sobrevivido tantos años -además de la tremenda y constante actualidad del tema que aborda-, es la química mágica entre sus protagonistas principales, Elizabeth Taylor y Richard Burton. Francamente, creo que ninguno estuvo nunca mejor en ningún otro papel. Magníficos, homéricos, memorables. Hasta la banda sonora, a cargo de Alex North, resulta inolvidable. Aquí os dejo una pequeña selección de sus diálogos, "contundentes como un tren de mercancías a toda velocidad". Y terminaré con un vídeo de los minutos iniciales de la película; una presentación magistral.
Una película a la medida de una noche de sábado, en segunda sesión a ser posible, cuando el incipiente sueño comienza a combinarse con los efectos de nuestra primera copa o, en su defecto, con las burbujas del refresco...
GEORGE: ¿Qué queréis de beber?
NICK: Yo un bourbon.
HONEY: Yo creo que quiero un poquitín de coñac. Es mejor no mezclar.
GEORGE: Desde luego. ¿Alcohol de quemar para ti, Martha?
MARTHA: ¡Claro, es mejor no mezclar!
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MARTHA: George está enfadado porque nunca será el departamento de Exactas. Está en el departamento de Exactas, pero nunca lo dirigirá. ¿verdad, cariño?
GEORGE: Muérete.
MARTHA: ¿Lo veis?
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GEORGE: Buenas, buenísimas, las mejores. ¡Ja, ja! Chico, ¿te gusta esa declinación?
MARTHA: ¿Cómo se llamaba aquella película?
GEORGE: ¿Qué película?
MARTHA: ¡Aquélla! Era una película de Bette Davis que hizo para la Warner Bros.
GEORGE: No puedo recordar todas las películas de la Warner Bors, Martha.
MARTHA: ¡No te pido que recuerdes toooodas las películas! Sólo esa. En esta película Bette Davis estaba casada con aquel actor.
GEORGE: ¿Qué actor, Martha? ¿Qué película?
MARTHA: ¡Joseph Cotten! Ella esta casada con Joseph Cotten. Y un día entra en su casa, suelta las bolsas, mira alrededor y dice: ¡Menuda pocilga!
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GEORGE: ¿A qué vamos a jugar ahora?
HONEY: No me gustan estos juegos. No quiero jugar.
GEORGE: ¡Oh, claro que sí, caderas estrechas! Un juego más. Sólo uno más.
NICK: ¡No!
GEORGE: ¡Sí!
MARTHA: ¡Basta!
GEORGE: ¡Callate! Hemos jugado a joder al anfitrión, y lo hemos pasado muy bien, ¿verdad?
HONEY: Noooo
GEORGE: Sí, claro que lo hemos pasado bien. Y ahora... ¡Ahora vamos a jugar a joder a los invitados! Vamos a ver, ¿cómo se juega a joder a los invitados...?
GEORGE: Martha, en mi mente te veo enterrada en cemento hasta el cuello. No, hasta la nariz, así estaré más tranquilo.
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HONEY: Bailan como si ya lo hubieran hecho antes.
GEORGE: Es un baile familiar, ambos lo conocen.
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NICK: Para ti todo el mundo es un fracasado. Tu marido es un fracasado, yo soy un fracasado...
MARTHA: ¡Todos sois unos fracasados! Yo soy la Madre Tierra y vosotros sois unos fracasados.
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NICK: Estoy cansado. He estado bebiendo desde las nueve, mi esposa está vomitando y no hacemos más que gritarnos unos a otros.
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NICK: Creo que nos marcharemos en breve.
GEORGE: ¡Oh no, no podéis marcharos! Martha se está cambiando, y no se está cambiando para mí, Martha no se ha cambiado para mí hace muchos años. Si Martha se está cambiando significa que estaremos aquí varios días. Es todo un honor, y no debes olvidar que Martha es la hija de nuestro amado jefe. Ella es su... brazo derecho. Iba a utilizar otra palabra, pero dejaremos a Martha ese tipo de lenguaje.
MARTHA: Sólo hay un hombre en toda mi vida que me ha hecho feliz. ¿Sabes quién? George, mi marido. George, que está ahí, en algún lugar en la oscuridad, que es bueno conmigo y a quien yo maltrato, que es capaz de aprender todos juegos al mismo ritmo que yo los voy inventando. Él, que quiere hacerme feliz, ¡pero yo no quiero ser feliz! No, no quiero ser feliz. George y Martha: Triste, triste, triste.
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GEORGE:¿Quién teme a Virginia Woolf...
MARTHA: Yo le temo
GEORGE: ...Virginia Woolf...?
MARTHA: ¡Yo le temo, George!
3 comentarios:
¡Maravilloso post Andrew Carm ... quiero decir Javi ^^!
Menudo duelo interpretativo se traen entre manos estos dos ¿eh? probablemente extrapolando parte de los problemas que tuvieran entre ellos ... es más, yo diría que se llevaban el trabajo a casa :)
Jajaja, muy bueno, detective Log... digo, Mr. X... Jajaja
Esto es cine...
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