miércoles, 4 de marzo de 2009

CSNY. El compromiso político del supergrupo

A mediados de 2006 Neil Young decidió que ya era suficiente. Se plantó en el estudio con su guitarra, sus Caballos Locos y un coro de cien voces gospel para grabar un álbum tan urgente como necesario. Sería su firme de denuncia contra la administración Bush por todo lo que estaba haciendo al país y sus habitantes, desde la sangrante guerra en Irak a las restrictivas medidas antiterroristas. Grabó las nueve canciones del disco en tan solo seis días, y cuatro de ellas las escribió en el propio estudio el mismo día en que las grabó. Y en las nueve, George W. Bush fue la presencia constante, el hilo temático, el hombre acusado por el rockero, entre otras cosas, de mentir, espiar, desatar una guerra sin razón ni sentido y ejercer una nefasta administración del país.

Canadiense de nacimiento pero asentado en Estados Unidos desde los sesenta, Neil Young siempre ha sido uno de los rockeros más comprometidos con los problemas sociales y políticos de su entorno. Y en esas diversas cruzadas que ha afrontado, contra la guerra de Vietnam, las armas nucleares o en apoyo de las zonas rurales más pobres del país, el canadiense siempre ha contado con el inestimable apoyo de sus viejos colegas David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash.

La prensa musical los bautizó “el supergrupo”, mientras que algunos influyentes medios de derecha los tachaba sencillamente de alborotadores, traidores y otras lindezas que entraban ya en el puro ataque personal. Desde que grabaron su primer disco juntos en 1969, Crosby, Stills, Nash & Young se han venido reuniendo y separando varias veces a lo largo de las últimas décadas. Nunca nada traumático, cada cual tiene su propia carrera y cuando les apetece, vuelven a subirse juntos al escenario.

En este caso, cuando Young publicó su disco, pensó que la mejor manera de promocionarlo era invitando a sus viejos colegas a implicarse con él en este arriesgado proyecto: recorrer el país con una gira en la que la denuncia política fuera el principal objeto de la actuación. Los tres aceptaron encantados y entusiasmados.

El supergrupo, CSNY, es sinónimo de agitación de las conciencias sociales y del despertar idealista de finales de los sesenta. Sus canciones son la banda sonora imborrable con la que millones de personas han vivido, amado, tenido esperanza, protestado, luchado contra injusticias y crecido.

El sonido básico de la banda se asienta en un toque clásico y puro de guitarras, tanto acústicas como eléctricas, para acompañar a un juego armónico de voces que ha creado escuela. Sin embargo, con tan evocadoras armonías no se dedican a hablar de la primavera y del olor de las flores, sino a reflejar los conflictos de la época y de los cambios que están teniendo lugar en cada momento.

En 1971 cantaron juntos Ohio, una ardiente denuncia del asesinato de cuatro jóvenes por parte de la Guardia Nacional en la Universidad de Ohio durante una manifestación contra la guerra de Vietnam. Aquél fue solo uno de los muchos himnos combativos que el supergrupo habría de aportar a la generación de los setenta.

Treinta y cinco años después, el mundo seguía igual de disparatado, y jóvenes estadounidenses volvían a morir en una guerra estúpida y sin sentido por antojo de su presidente. Así que Crosby, Stills, Nash y Young volvieron a lanzarse a la carretera para protagonizar su iniciativa más comprometida y controvertida.

El nuevo disco de Neil Young, Living with war, iba a servir de base musical para vertebrar el resto del programa, y contarían con vídeos especialmente preparados con los que dar a conocer a los espectadores imágenes que no habían visto hasta el momento — como la de los centenares de ataúdes de soldados estadounidenses amontonados en los aviones— y otras que debían recordar —como algunas de las “brillantes” declaraciones públicas del presidente Bush. Todo el espectáculo debía constituir una crítica abierta y contundente a la política exterior de Estados Unidos y a su continua violación de los derechos humanos, así como a las medidas internas establecidas que atentaban contra los derechos básicos de los propios ciudadanos.

Y para que la cosa no quedase en esos meses de conciertos, Neil Young decidió poner en marcha un documental que él mismo dirigiría bajo su seudónimo habitual, Bernard Shakey. CSNY: Déjà Vu sigue a la banda por todo el país durante aquella gira que fue bautizada Freedom of Speech 2006 (“Libertad de expresión 2006”). Y como no había manera de valorar el evento sin tener en cuenta las reacciones del público asistente, Young fichó al reputado periodista político Michael Cerre para que se encargase de acercar al espectador de la película las reacciones de los fans ante las letras, así como la conexión del grupo con sus admiradores, todo ello con el trasfondo de la Guerra de Irak y Afganistán, y con los acontecimientos que rodearon a las elecciones de 2006 en Estados Unidos.

De este modo, la película acaba planteando acontecimientos del pasado y del presente, y en su narración se entremezclan temas interpretados durante la gira con material de archivo, metraje de noticias y opiniones, tanto positivas como negativas, del público asistente a los conciertos. “¡Ya sabéis, libertad de expresión!”, grita Graham Nash cuando buena parte del auditorio comienza a abuchear a la banda tras interpretar Let’s impeach the President, uno de los temas clave de esta gira.

Tras pasar por los cines españoles como un suspiro, sin apenas tiempo en cartel y aún menos promoción, CSNY: Déjà Vu Live llega ahora a dvd cuando George W. Bush ya ha hecho las maletas. No obstante no hay que dejar pasar la oportunidad de ver esta singular producción, presentada en los festivales de Sundance, Berlín y San Sebastián, en la que la música no es la gran protagonista, sino más bien los propios músicos, con su claro posicionamiento y toma de conciencia ante lo que sucede a su alrededor. Los cuatro amigos sienten la obligación como artistas de aprovechar su talento y su popularidad para remover los ánimos y las ideas del país para intentar cambiar la situación.

Las reacciones, como no podían ser de otra manera, son radicales en ambos sentidos: algunos aplauden a rabiar, otros abuchean y se marchan. Varios gritan a la cámara que han pagado su dinero para un concierto de rock, no para un mitin político, y como respuesta se exponen las opiniones de quienes estaban deseosos de que algún artista se solidarizase por fin con esa manera de pensar y sentir de buena parte del país para reflejarla en sus canciones.

Y canciones es lo que ofrece la banda sonora del documental, llamada igualmente CSNY: Déjà Vu Live y lanzada por Warner el pasado verano, más o menos cuando se estrenó la película. Si bien son pocas las piezas que se escuchan al completo en el largometraje, el disco recoge hasta dieciséis cortes, desde algunas de las nuevas canciones de Young a clásicos del supergrupo como Teach your children o el For what it's worth que Young y Stills grabaron con Buffalo Springfield. Y, claro, tampoco falta la gran estrella de la gira, ese Let’s impeach the President que se convirtió en el leit motiv y que miles corearon con lágrimas en los ojos mientras otros tantos escuchaban de fondo al abandonar malhumorados los estadios.

Así que parece que no es sólo cosa de España lo de ese debate sobre si los artistas deben o no meterse en política. Como todo, dependerá de lo que diga el artista en cuestión y de las ideas del oyente en particular. Aquí, al otro lado del río y entre los árboles, ya sabéis cuál es la postura: siempre mejor tocarle las narices al poder que los pétalos a las flores.

Aquí os dejo la letra y un vídeo de esa Let’s impeach the President. En fin, nunca se sabe cuándo habrá que volver a entonarla.

Destituyamos al Presidente por mentir
Engañando a nuestro país para llevarlo a la guerra
Abusando de todo el poder que le dimos
Y enviando todo nuestro dinero fuera.

¿Quién es el hombre que contrató a todos los criminales,
Las sombras de la Casa Blanca que se ocultan tras las puertas cerradas?
Y tuerce los hechos para acomodarlos a su nuevo cuento
De por qué tiene que enviar a nuestros hombres a la guerra

Destituyamos al Presidente por espiar
A ciudadanos dentro de sus propias casas
Violando cada ley del país
Interceptando nuestros ordenadores y nuestros teléfonos

¿Qué ocurre si AL-QUAEDA hizo volar los diques?
¿Estuvo así Nueva Orleans más segura
Al abrigo de la protección del gobierno?
¿O tal vez alguien no regresó a casa ese día?

Destituyamos al Presidente por secuestrar
Nuestra religión y usarla para ser elegido
Dividiendo nuestro país en colores
Y abandonando a las personas negras.

Gracias a Dios que actúa bajo efecto de esteroides
Desde que vendió su viejo equipo de béisbol
Hay montón de personas preocupadas por el gran problema
Pero, por supuesto, nuestro Presidente está limpio

Gracias a Dios

2 comentarios:

Capitán Nadie dijo...

Hay gente que se moja de verdad, y es de agradecer.

La verdad es que no se si los USA han vivido antes unos años tan repletos de mentiras provenientes de su mismísimo presidente (y quien no picase un poco en el bulo que tire la primera piedra)
Espero que tras la experiencia, ésta y otras naciones empiecen a desechar las guerras como medio para resucitar sus economías.

Javier Márquez Sánchez dijo...

Eso sería muy de agradecer, Capi. Ojalá pudiera ser como dices.