Gracias a la participación de Javier Bardem y especialmente a su candidatura al Oscar, la película No es país para viejos ha despertado el interés de mucha gente que, posiblemente en bastantes casos, no se hubiesen acercado a ver esta cinta de contar con esa publicidad extra. Dejando a un lado el interés y calidad de la película, que no dudo (viniendo de los hermanos Cohen) pero que no puedo comentar al no haberla visto aún, de lo que sí me gustaría tratar aquí es del principal responsable de la historia, el escritor Cormac McCarthy, autor de la novela homónima.
Nacido en 1933, McCarthy ha sido señalado en diversas ocasiones uno de los cuatro novelistas más importantes de su tiempo, junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth. Mientras unos lo comparan con William Faulkner y a veces Herman Melville, otros ven en la presencia continua del tema del viaje referencias claras a Mark Twain. En cuanto a su prosa precisa y descarnada, probablemente sea la de Jim Thompson la primera que viene a la mente como comparativa.
No es la primera vez que una obra de McCarthy es trasladada a la gran pantalla. Billy Bob Thorton ya se encargó de plasmar en imágenes aquel hermoso y dramático fresco americano que era Todos los caballos bellos, por cuyo texto, publicado en 1992, el autor recibió el National Book Award. Aquél fue el primer volumen de la denominada Trilogía de la frontera, completada con En la frontera (1994) y Ciudades en la llanura (1998).
Sin dejar su relación con el cine, en la actualidad están en producción dos adaptaciones más de sus obras: La carretera (2006), novela ganadora del Premio Pulitzer de ficción, y Meridiano de sangre, adaptación de su libro publicado en 1985 en el que recupera una historia aparentemente clásica del lejano oeste para, desde la primera página, darle un vuelco al manido género, con una prosa sangrante y unos personajes inolvidables.
Celoso de su intimidad, McCarthy rara vez concede entrevistas, por lo que pocos han podido explicar la razón de que, en cuarenta años, no haya publicado más que once novelas y dos obras de teatro.
Cualquiera de las entregas de la Trilogía de la frontera es una buena puerta de acceso al universo de McCarthy, cuyas descripciones del medio oeste estadounidense resulta tan seductora y trágica como si de una película de Peckinpah se tratase.
Nacido en 1933, McCarthy ha sido señalado en diversas ocasiones uno de los cuatro novelistas más importantes de su tiempo, junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth. Mientras unos lo comparan con William Faulkner y a veces Herman Melville, otros ven en la presencia continua del tema del viaje referencias claras a Mark Twain. En cuanto a su prosa precisa y descarnada, probablemente sea la de Jim Thompson la primera que viene a la mente como comparativa.
No es la primera vez que una obra de McCarthy es trasladada a la gran pantalla. Billy Bob Thorton ya se encargó de plasmar en imágenes aquel hermoso y dramático fresco americano que era Todos los caballos bellos, por cuyo texto, publicado en 1992, el autor recibió el National Book Award. Aquél fue el primer volumen de la denominada Trilogía de la frontera, completada con En la frontera (1994) y Ciudades en la llanura (1998).
Sin dejar su relación con el cine, en la actualidad están en producción dos adaptaciones más de sus obras: La carretera (2006), novela ganadora del Premio Pulitzer de ficción, y Meridiano de sangre, adaptación de su libro publicado en 1985 en el que recupera una historia aparentemente clásica del lejano oeste para, desde la primera página, darle un vuelco al manido género, con una prosa sangrante y unos personajes inolvidables.
Celoso de su intimidad, McCarthy rara vez concede entrevistas, por lo que pocos han podido explicar la razón de que, en cuarenta años, no haya publicado más que once novelas y dos obras de teatro.
Cualquiera de las entregas de la Trilogía de la frontera es una buena puerta de acceso al universo de McCarthy, cuyas descripciones del medio oeste estadounidense resulta tan seductora y trágica como si de una película de Peckinpah se tratase.
3 comentarios:
Gracias por iluminarnos un poco más, Javi. Hay que ver lo que se aprende con este blog.
Una gota en el océano, amigo José Ángel, sobre todo si lo comparamos con tu blog, donde no faltan firmas estelares, cada vez más a menudo.
Entre ellas, la tuya. ;)
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