viernes, 31 de octubre de 2008

Cinco actores para la eternidad

Bueno. No podemos cerrar Halloween sin un post terrorífico. Ya hemos hablado de los personajes y las casas más legendarias del género, así que el post del gran día va a estar destinado a los actores que hicieron del terror su campo de trabajo habitual. Habrá otros, pero entre todos destacan cinco (+ dos) como la copa de un pino, cinco fundamentales e imprescindibles, y a los que, como mínimo, hay que conocer.


Bela Lugosi (1882-1956). Fue, por encima de todo, el Conde Drácula más refinado, centroeuropeo y teatral. No tuvo suerte en su carrera se le subieron los humos y escogió mal la mayoría de las veces. Con todo, participó en al menos una docena de cintas legendarias, en algunas de ellas compartiendo cartel con...

Boris Karloff (1887-1969). Le ofrecieron a Lugosi el papel de monstruo de Frankenstein tras triunfar como vampiro, y el húngaro dijo que ni hablar, que él era muy buen actor como para no tener ni una línea de guión, todo rugidos. Y metió la pata, claro. Le dio la gran oportunidad a un actor que se haría tan popular que en los carteles se anunciaba con tan sólo su apellido: KARLOFF. Y aquello ya era suficiente para helar la sangre. Una de esos casos irónicos de hombre afable y refinado que solía interpretar a tipos grotescos, en el mejor de los casos.

Vincent Price (1911-1993). El más divertido de los más terroríficos. Ligado inevitablemente a Roger Corman y Edgar Allan Poe pero con una carrera que va mucho más allá. Su talento interpretativo le animaba a aceptar desafíos como dos horas enteras interpretando distintos relatos y poemas de Poe con el solo recurso de su voz y la expresividad de su rostro. Tim Burton lo rescató y poco antes Michael Jackson "enlató" para la posteridad su risa diabólica al final de 'Thriller'.


Peter Cushing (1913-1994). Un caballero de los pies a la cabeza. Mi preferido, ya sabéis. Igual hacía de héroe cazador de vampiros que se convertía en el doctor Frankenstein más desalmado de cuantos ha habido. Su aspecto entrañable le hacía resultar aún más efectivo cuando interpretaba a un villano. Cuando en 1977 George Lucas buscaba a un malvado de buena planta, calculador y despiadado, como líder del imperio galáctico para su Star Wars, no lo dudó. Lugosi y Karloff hicieron historia juntos, pero aún más evidente y memorable fue el caso de Cushing junto a...


Christopher Lee (1922). Su porte noble no era sólo planta. Su padre era un conde italiano. Lo pasó muy mal en sus comienzos porque era demasiado alto, hasta que la Hammer empezó a buscar a un actor que pudiese dar vida al monstruo de Frankenstein. En aquella cinta, Christopher Lee y Peter Cushing aterrorizaron por primera vez al respetable, y habrían de repetir juntos hasta en una veintena de ocasiones. Lee es probablemente el actor, junto a Bobby de Niro, con una galería de personajes más peculiar y variada, incluyendo, por supuesto, el monstruo de Frankenstein, la Momia y Fu Manchú.


A estos cinco actores, en justicia, habría que sumar otros dos. ¿Por qué no están en la lista oficial? Porque la obra del primero, de la etapa muda, es más inaccesible, y no se especializó del todo en el cine de terror; y del segundo sí que se puede hablar de una carrera terrorífica, pero casi tanto por el género como por la calidad de las cintas...


Lon Chaney (1883-1930). Fue apodado "el hombre de las mil caras" por su versatilidad a la hora de cambiar de aspecto para interpretar a uno u otro personaje. Fue el jorobado de Notre Dame y el memorable doctor Edward C. Burke de 'London after midnight'. El que sí hizo carrera en el cine de terror fue su hijo, Lon Chaney Jr., lástima que sus dotes expresivas brillaran por su ausencia.

Robert Englund (1947). Le he dado mil vueltas buscando a algún actor de la generación posterior a la de Cushing, Lee y Price, y el único que encuentro que haya participado en varias cintas de terror, con diferencia, es Englund, y no sólo por todas las Pesadillas en Elm Street, sino también por otras incursiones, unas de mejor fortuna que otras.

En este día de terror y misterio... ¡¡un chiste!!

Venga, va, para aquellos que no traguéis con lo de Jalogüín, y que en contra de la invasión anglosajona apostéis por la tradición patria (aquello que cantaban los Mojinos Escozíos: "¡¡Nosotros tenemos los cochinos!! ¡Tenemos los jamones, las aceitunas y el vino!"), bueno, pues vaya para vosotros este chiste, malo como él solo, pero que me ha pillado con la guardia baja a estas primeras horas de San Viernes.

Todos sabéis -y los que no lo supierais ahora lo vais a saber- que el siete está considerado uno de los números mágicos. Si lo marcas en un cajero no te va a sacar de la crisis, pero parece ser que sí que afecta al discurrir natural del cosmos. Una pena que eso tan estupendo, al director de la sucursal de tu banco, le interese tanto como a mí el último fichaje del Madrid. Pero vamos a lo que vamos.

Al igual que sabemos del legado ancestral del número siete, también sabemos que desde tiempos inmemoriales lo escribimos cruzándolo con un palito. Los niños lo hacen todos de este modo, y muchos adultos conservan esta forma así pasen los años.


Pero, ¿por qué? ¿por qué es esto? ¿Qué clase de sortilegio, invocación, protección o augurio esconde ese anodino palito cruzando el estilizado cuerpo del siete?

Pues parece ser que hay que remontarse a tiempos bíblicos para encontrar la explicación. Según los escritos de respetados cronistas de la época, como Mariñus y Patiñus, cuando Moisés, en el Monte Sinaí, recibió los Diez Mandamientos del Aliento Divino, el hombre los fue "cantando" al pueblo de Israel, que aguardaba montaña abajo:

"Uno. Amarás a Dios sobre todas las cosas..."

(Es de suponer que el pueblo de Israel, en su ilusión, jalearía cada anuncio: ¡Ole...! ¡Venga...! ¡Otro, otro...!)

"Dos. No tomarás el Nombre de Dios en vano..."

("¡Más, más...! ¡Con más morbo...! ¡Otro...! ¡Dale, Moi…!)

Y así, uno tras otro, Moisés los iba anunciando, el pueblo de Israel los celebraba y el Cincel Divino los iba plasmando en las tablas de piedra. Y en esto, llegó el número mágico:

"Siete. No desearás a la mujer del prójimo"

En ese momento, el jolgorio de la multitud se silenció. Los hijos de las siete tribus de Israel -amén de unos cuantos sioux que se liaron con eso de las tribus- se miraron entre ellos, cuchichearon y meditaron aquel último mandamiento. Hasta que un valiente se atrevió a decir lo que era causa común y todo se unieron al grito:

"¡¡¡¡Moisés, tacha el siete, tacha el siete...!!!!"

Y de ahí que el siete, miles de años después, lo sigamos tachando al escribirlo, para que quede claro que amaremos a Dios sobre todas las cosas... salvo la mujer del prójimo.

jueves, 30 de octubre de 2008

El mejor cine de terror juvenil (y otras debilidades)

Alguien debería sugerirle a Manolo Melado que compusiese una sevillana tipo 'Algo tuvieron los años 80 que no se puede aguantar', porque es una verdad tan grande como el contorno de Dolly Parton.

Creo que no ha habido ni habrá década con tanto jugo para el universo friki como aquella; ni siquiera la de los setenta. Series de televisión las hay desde los cincuenta, pero ¿de cuándo son El Equipo A, El coche fantástico, V o Verano azul...?

Algo parecido ocurre con el cine adolescente. En ninguna otra década se han rodado tantas y tan memorables películas para tiernos infantes y quinceañeros de diversos pelajes. Que sí, que la nostalgia nos hace ver con buenos ojos películas que, artísticamente, valen lo que un grandes éxitos del Fari. Pero, oye, ¿quién va a una boda y no se pone a bailotear con voz aguardientosa si pinchan "Vaya torito / Ay, torito guapo / tiene botines / y no va descalzo..."? Pues eso.

Y además, que no, que técnicamente o artísticamente serían más chungas, pero desde luego eran mucho más entretenidas y bastante más recomendables que la inmensa mayoría de la producción para niños y adolescentes que se firman ahora. Y si no, al tiempo. Aquellas nos dejaron un agradable regustillo. En las de ahora, el regustillo te lo dejan, en todo caso, las palomitas.

Así que, como esta semana estoy en plan terrorífico, ahí va una lista de las mejores películas de terror adolescentes de los ochenta, sazonada con algunos títulos que no son de terror, pero sí con bons enfants y altas dosis de fantasía.

El club de los cinco (1984). Con ella, llegó la moda. Cinco estudiantes de diverso pelaje se ven obligados a pasar una tarde de castigo juntos -¿o era todo un día?- y acaban sobreviviendo. La peli que demostró que los mozalbetes, unidos, jamás serán vencidos. El On the road de los 80...

Los Goonies (1985). Sí, señor, ahí está. Si El club de los cinco se adentraba en el universo juvenil desde una perspectiva más seria y sociológica, Spielberg y sus Goonies lo hacían desde la más intensa esencia de la aventura. La película que lo tiene todo. Pasarán los años y cambiarán las modas, pero ningún niño dejará de pasarlo bien viendo esta película una y mil veces. Ya tenga ese niño ocho años o treinta.


NOTA: Adviértase el año. 1985 es al cine juvenil lo que 1939 fue al clásico. Una cosecha magnífica.

Los exploradores (1985). Un cruce entre Los Goonies y Encuentros en la tercera fase, esto es, una pandilla aventurera en el espacio. Tenemos al guaperas, al rebelde y al empollón.

Regreso al futuro (1985). Continuamos con Spielberg y con la ciencia ficción, porque llegan McFly y su DeLorean. Nunca una película enseñó tanto vocabulario útil a la chavalería, como "condensador fluzo" o "paradoja en el continuo espacio-tiempo".

De pelo en pecho (1985). Ya teníamos aventuras y ciencia ficción, y ahora llega el terror. Michael J. Fox se había convertido en el rey del cacaué con esta peli y la anterior (¿de qué año?), en este caso paseándose en plan hombre lobo adolescente con mucha más fortuna que Michael Landon unas décadas atrás.

Gremlins (1985). Vale, de acuerdo, igual ésta no es "cine juvenil"... ¿cómo que no? Y si no lo es, me da igual. Todos la disfrutamos por igual en su día, ¿o no? ¿Quién no querría tener un Gizmo en casa? ¿Y quién se acostaría dándole la espalda...?

Noche de miedo (1985). Volvemos a las pandillas aventureras. Unos chavales creen que el vecino es un vampiro y acuden a un actor de cine de terror para que les ayude a cazarlo. ¿Cómo se llama el personaje del actor? Peter Vincent. ¡Peter Vincent! ¿lo pilláis? Peter (Cushing) Vincent (Price). Buena factura y bastante divertida, pero habría de llegar una pandilla terrorífica más memorable.

El secreto de la pirámide (1985). Cerramos este año de gracia con este peliculón que pone de manifiesto lo atareado que andaba el tío Spielberg en aquellos días. Las aventuras del joven Sherlock Holmes junto a su amigo Watson son otro de esas piezas imprescindibles del cine de aventuras para cualquier edad y época, que entretiene por igual a adultos y pequeños. Por cierto, ¿hay alguien todavía que no haya esperado al final de los créditos? Una película que nadie se debería perder.

Una pandilla alucinante (1987). ¡Ja!, buenísima. Estos más que adolescentes son niños, pero da igual. Creo que es una de las pocas cintas donde soporto a un grupo de mocosetes. Drácula, el monstruo de Frankenstein, el hombre lobo, la momia y la criatura del lago. ¿Alguien da más? Todos ellos acaban reunidos en un pueblucho en el que, casualmente, aparece el diario de Abraham Van Helsing en un viejo caserón. Allí vive un grupo de chavales apasionados del terror que viven la aventura de su vida. Cuántas veces no deseé tener una casa como la del protagonista, desde la que veía las pelis del cine de verano sentado en el tejado con su padre comiendo unas hamburguesas...

Jóvenes ocultos (1987). Un grupo de macarras con sus chupas, sus motos, y encima, colmillos. ¿Para qué quieres más? La peli fue muy popular en su día pero no ha envejecido bien. Le falta ese toque nostálgico del resto. La razón creo que está en que se la tomaron demasiado en serio y, claro, así no se puede.

El secreto de los fantasmas (1988). Curiosa mezcla de fantasía y comedia en la que un fantasma utiliza un cuerpo mecánico -o robot- para volver a la vida y ayudar al torpe heredero de un cruel ricachón a hacer justicia. Todo se desarrolla en Hollywood, entre matones y productores. Simática, pero marcó el fin de una época.

miércoles, 29 de octubre de 2008

13 casas para pasar una noche entretenida

Si hay un género de terror que da juego, junto al de los asesinos locos y sanguinarios, es el de las casas encantadas. Esos hogares entrañables donde alguien escondió tiempo atrás el 3 en 1 y desde entonces chirrían hasta las bisagras de la taza del inodoro. ¿Quién no ha soñado alguna vez en pasar una agradable noche invernal, de esas de lluvia y truenos a decir basta, en uno de estos enclaves entrañables? Con las almas de sus emparedados vivos en el sótano, de su suicida en el baño, de su familia masacrada en el dormitorio o de ese tío loco y avaricioso que se encerró un día en la buhardilla y cuyo cadáver nunca se encontró...

En fin, pues como no es tan fácil dar con una casa encantada, pero de las de verdad, que me río yo de los misterios del Palacio de Linares, pues ahí van trece películas con trece casas que cortan la respiración (en el mejor de los casos, jejeje...)


Los intrusos (1944). Fue uno de los primeros exponentes, con su mezcla de investigación policiaca y la ingenuidad del Hollywood de entonces, pero más de sesenta años después sigue resultando impactante.

La casa de la colina encantada (1958). Magistral Vicent Price en esta cinta que combina terror y humor negro con resultados infinitamente superiores a su remedo de medio siglo después. ¡Qué lindos los esqueletos guasones...!

La caída de la casa Usher (1960). No podía faltar la gran casa de la literatura de terror. Nuevamente Price, junto a Roger Corman y el texto de Poe. Una notable adaptación y un trabajo excepcional del actor y el director.

Psicosis (1960). Ésta repite lista. Y de acuerdo, en este caso la casa no está encantada. Pero venga, seamos sinceros. ¿A alguien no le da el repeluco del barbero -dícese de la sensación de vértigo experimentado cuando el profesional está pasando la navaja del gremio por el cogote- al ver la imagen de esta mansión en la colina al ritmo de los acordes de Bernard Herrmann? ¿Y ese cuarto de la madre? ¿Y ese sótano? ¿Y esa escalera? Tres hurras por el maestro Hitch...

The Haunting: la mansión encantada (1963). Clásico entre clásicos, y probablemente el principal culpable de este género de las casas encantadas. Intentaron un remake hace unos años, pero la cosa le salió rana. No le falta ni el perejil, desde los espíritus buenos y los malvados al científico sesudo, el joven guasón, la chica de buen ver y la pobrecita que se lleva todos los disgustos. Vamos, que gracias a esta peli Stephen King encontró el sendero a seguir en buena parte de sus novelas...

La mansión de los crímenes (1971) En el original, "La casa que chorreaba sangre". Una de las entregas de la productora británica Amicus en la que se narraban varias historias en la misma película, todas relacionadas con una vieja mansión. El mejor episodio, el protagonizado -of course- por Peter Cushing, sobre un museo de cera muy particular...

La leyenda de la casa del infierno (1973). Interesante relectura de La mansión encantada, aunque con su propia fuente literaria, la novela homónima de Richard Matheson. Un multimillonario moribundo ofrece a un físico 100.000 libras por investigar una mansión, presumiblemente una casa encantada, en la que varios científicos han muerto o perdido el juicio en exploraciones previas.

Pesadilla diabólica (1976). Una familia adquiere una casa encantada y las pasa negras para salir adelante. ¿Suena la historia pero no la película? Tal vez se deba a que en su día no tuvo mucho éxito y poco después llegó a las pantallas un título muy similar y bastante más popular...

Terror en Amityville (1979). Ésta sí que sí. Aquí sí que hace falta unión familiar para salir adelante. Un título que crearía escuela y renovaría el género. Lo peor es la ristra de secuelas infumables que trajo consigo, incluida una en 3D.

Al final de la escalera (1979). Peliculón de los buenos, que recurre, como El exorcista, a establecer una investigación policial para contraponer el plano físico y el paranormal. Tiene varias secuencias espeluznantes de esas que no te quitas de encima así pasen los años.

El Resplandor (1980). Stephen King le dio su novela a la Warner, la Warner se la dio a Stanley Kubrick y éste la utilizó para calzar una mesa que tenía coja. Vamos, que lo de la fidelidad no iba con él. A pesar de todo, el filme resulta tan inquietante en todos su niveles de lectura. Desde entonces, el Hotel Overlook es una parada obligada para cualquier apasionado de las casas encantadas. Imprescindible pasar la noche en la habitación 237. Y ya se sabe que "no por mucho madrugar..."

Poltergeist: fenómenos extraños (1982). Aquí está Spielberg para alcanzar la cuadratura del círculo. Sólo él podía combinar cine familiar, terror milenario y coloridos efectos especiales. Muchas casas encantadas tienen su historia escondida, pero ninguna tan legendaria como la del cementerio indio...

13 Fantasmas, 2001. He tenido mis dudas sobre este título. La película, desde luego, no está a la altura de la lista. Sin embargo, la casa sí que merece la pena. El tío Cirus es un cachondo y lega a su familia una mansión de paredes de cristal con sortilegios e invocaciones en ellas, que resulta ser en realidad una prisión para almas en pena. La pena es que con tan buena materia prima saliera un churro de película. Pero la casa, que es a lo que vamos, merece la pena.

martes, 28 de octubre de 2008

13 personajes poco recomendables...

Bueno, pues ya que estamos en la semana de Halloween, vamos con una selección de esos malos malísimos a los que no convendría encontrarse en ninguna situación. Hay de todo un poco, desde encarnaciones clásicas de Lugosi y Karloff en los años 30 hasta el Especialista Mike encarnado por Kurt Russell, de reciente hornada.

Si tengo luego un rato intentaré aportar algún detalle más sobre todos estos angelitos. No obstante, lo mejor, como siempre, es acudir a las pelis. Y sí, ya sé que algunas, como la saga Viernes 13, son una porquería. ¿Pero es un clásico o no es un clásico Jason Voorhes con su machete y su careta de jugador de hockey?

Hjalmar Poelzig (Satanás, 1934). Un Karloff en plena forma, echando mano al satanismo más perverso. Eso sí, con un gusto arquitectónico impecable. Bien secundado por Lugosi...

Dr. Richard Volin (El cuervo, 1935). Uno de los mejores papeles de Lugosi. Un fanático de Poe que recrea sus aparatos de tortura... Y los prueba, claro. Bien secundado por Karloff...

Reverendo Harry Powel (La noche del cazador, 1955). Inconmensurable Robert Mitchum y sus puños tatuados: amor y odio. Charles Laughton sólo dirigió esta película pero, ¿para qué más?

Norman Bates (Psicosis, 1960). Que levante la mano quien conozca una mirada más estremecedora que la del hijo de la señora Bates (que sería una santa, pero su retoño...). Y esa ducha... Ay madre, quién no mira de soslayo hacia la puerta del baño por si se abre de pronto.

Nicolas Medina (El péndulo de la muerte, 1961). La mejor del ciclo Corman-Poe, con Vincent Price tan genial como siempre haciendo de Vincent Price, con ese combinado infalible de humor, locura y horror...

Leatherface (La matanza de Texas, 1974). Uno de los asesinos en serie -por llamarlo de alguna manera, menos apto para los estómagos delicados. Él y su sierra mecánica son uno de los iconos del cine de los setenta, le pese a quien le pese.

Michael Myers (La noche de Halloween, 1978). Llegó después de la familia Manson, pero no cabe duda de que fue el joven Myers, de manos de su creador, John Carpenter, quienes iniciaron la moda de los salvajes asesinos en serie a los que no había Dios que quitase de la circulación.

Mrs. Voorhees (Viernes 13, 1980) . Sí, la señora Voorhees, porque en el primer Viernes 13 es ella y no su hijo quien pasa a cuchillo al personal. Una actualización de la señora Bates.

Jason Voorhes (Viernes 13 II-IX). El gran adorado por los adolescentes de los ochenta. Freddy era más divertido, pero las víctimas de Jason era mucho más dadas a pasearse sin sujetador un rato antes de que el sonado con la careta de hockey las partiera en dos.

Freddy Kruger (Pesadilla en Elm Street, 1984). Lo de Freddy es puro estilo y no hay más que habalr. Ningún otro serial-killer ha perfeccionado tantas, tan variadas y tan divertidas formas de atormentar a los adolescentes yanquis. Tal vez por eso, en los cines, el público lo jaleaba a él en lugar de a los pobres inocentes.

Pinhead (Hellraiser, 1987). No es fácil plasmar en la pantalla el complejo y retorcido universo literario de Clive Barker. Él mismo dirigió esta adaptación regular de su novela, pero el personaje de "Cabezapincho" salió más que airoso.

Sutter Cane (En la boca del miedo, 1994). Una más de John Carpenter, en esta ocasión una magnífica pesadilla protagonizada por un sucedáneo de Stephen King con esencia de Lovecraft, que logra traer a la realidad el horrible mundo concebido en sus creaciones literarias.

Especialista Mike (Death Proof, 2007). En su última producción hasta el momento, ese homenaje al terror de serie B de los 70 mano a mano con Robert Rodríguez, Tarantino ha rescatado a uno de los actores fetiche de Carpenter, Kurt Russell, y le regala un papel a la altura de aquel legendario Plissken "El Serpiente": un especialista cinematográfico que seduce a chicas jóvenes y las hace pasar canutas en su bólido de carreras.


lunes, 27 de octubre de 2008

Halloween con el Doctor Terror

Si hay algo que me gusta son las historias de miedo, y si hay algo con lo que disfruto es disfrazándome. Claro, si ya mezclamos ambas cosas, el placer es insuperable. Así que a mí eso de Halloween me encanta.

Y no entremos en eso de que "hay que ver, que no es una tradición nuestra, y que si los yanquis esto o lo otro". A mí me encanta una Semana Santa y me vuelve loco una feria, pero eso no impide que esté abierto a otras fiestas y tradiciones y disfrute también con eso de Halloween. Que no se puede ser tan cerrados, señores...

Pues a lo que iba, que he tenido la suerte de que una linda señorita, Alicia, nos invite a Marta y a mí a una terrorífica fiesta de disfraces este próximo viernes. La premisa, además del disfraz, es aportar un relato de miedo. Total, que dándole vueltas al asunto, he dado con el alter ego perfecto, la opción redonda. Me convertiré en... ¡el Doctor Terror! ¿Que por qué es la opción perfecta? Ojo al dato, no pierdas detalles.

Por un lado, es es el tétrico protagonista de la película del mismo título en la que se dedicaba a contar historias terroríficas a cinco hombres que le acompañaban en un viaje en tren. Por otra parte, fue Peter Cushing, protagonista de la novela que acabo de terminar, quien dio vida al personaje. ¿A alguien se le ocurre algo más apropiado?

Creo que esta semana invita a repasar las mejores novelas y películas de terror. A ver qué se puede hacer...

viernes, 24 de octubre de 2008

Un pequeño homenaje a los amigos


No sé qué pasará, el caso es que anda uno nostágico estos días. Y por ahora, y espero que por mucho tiempo, este blog es uno de esos espacios propios y privados, mi pequeño mundo, en el que puedo expresar en cada momento lo que pienso y siento, sin temores ni recelos. Y hoy, lo que me pedía el cuerpo era decirle algo a los amigos.

En los últimos meses he tenido la suerte de encontrarme en el camino con gente estupenda, chicos y chicas que no aparecían en mis planes y que han ayudado a hacer éstos más interesantes, más vivos y más auténticos. A veces uno pasa una mala racha y le da la sensación de sentirse un poco solo en este sentido. Parece que ya nunca volverán aquellos años de infancia en los que estabas día y noche rodeado de media docena, de una docena de amigos, con los que lo hacías todo; siempre juntos. Pero uno se hace mayor, y hay que afrontar responsabilidades, y llega la hora de la familia, y.... ¡Tonterías! Los amigos, si uno quiere, si ellos quieren, siempre son algo mágico, fabuloso y muy necesario.

Hoy día se habla mucho de amigos y de amistad. Y va uno a bodas, bautizos y comuniones y todos son "amigos". Pero profundizas un poco y te das cuenta de que la mayoría son más bien "conocidos". Lo de la amistad, señores, es algo muy, muy serio. Y no exagero cuando digo que al amigo de verdad, hay que cuidarlo tanto como a la persona a la que amamos. Al fin y al cabo, la amistad es también un amor especial, rebajado ligeramente si se quiere, y es entonces cuando hablamos de cariño. ¡Pero muy especial, oiga! Un cariño que te lleva a estar siempre ahí, para lo bueno y para lo malo; que te lleva a escuchar, a comprender y a aconsejar; que te invita a compartir tu vida y a disfrutar de la suya. Y a ese grado de amistad ya no es tan fácil llegar.

Yo, que soy "mu modenno" cuando hace falta, no doy jamás la espalda a nuestras tradiciones, y por eso hay una sevillana que siempre me viene a la mente al hablar de esta cuestión, ésa que dice: "Vivan las buenas personas / ¡Que vivan las buenas gentes! / ¡Que vivan las buenas gentes! / Ésas que nunca traicionan / Ésas que nunca se venden"

Bueno, yo he tenido la suerte últimamente, como digo, de sumar a la lista de amigos de ese tipo que ya tenía, un grupo de personas estupendas, en Sevilla y en otras ciudades; en España y en otros países; a éste y al otro lado del Atlántico. Pepe, Clara, Teo, Fran, José Ángel, Tomás, Gil, Paco, Silvia, Alicia, Juanito, Mr. X... A todos ellos, porque me da la gana, porque me lo pide el corazón, quiero dedicarles hoy este tema de Carole King en voz de James Taylor. ¿Que por qué soy tan cursi? Porque, como ya he escrito en alguna ocasión, si alguien ha dicho lo que tú quieres decir, y además lo ha dicho tan bien, ¿por qué no aprovecharlo?

A todos, gracias por estar ahí. Y para lo que necesitéis, ya sabéis que tenéis un amigo:

You've got a friend / Tienes un amigo

Cuando estés triste y preocupado
Y necesites una mano amiga
Y nada, nada vaya bien.

Cierra tus ojos y piensa en mí
Y pronto estaré ahí
Para iluminar incluso tu noche más oscura.

Tan solo grita mi nombre,
Y sabes que donde sea que esté
Vendré corriendo, oh sí
A verte otra vez.

Invierno, primavera, verano, o otoño,
Todo lo que tienes que hacer es llamar
Y estaré ahí, sí, sí, sí
Tienes un amigo

Si el cielo sobre ti
Se hace más oscuro y se llena de nubes
Y ese viejo viento del norte empieza a soplar

Mantén la calma y llámame en voz alta
Y pronto estaré golpeando en tu puerta.

Tan solo grita mi nombre,
Y sabes que donde sea que esté
Vendré corriendo, oh sí
A verte otra vez.

Invierno, primavera, verano, o otoño,
Todo lo que tienes que hacer es llamar
Y estaré ahí, sí, sí, sí
Tienes un amigo


Hey, ¿no es bueno saber que tienes un amigo?
La gente puede ser tan fría.
Te lastimarán y te abandonarán.
Se llevarán tu alma si les dejas.
Oh sí, pero no los dejes

Tan solo grita mi nombre,
Y sabes que donde sea que esté
Vendré corriendo, oh sí
A verte otra vez.

Invierno, primavera, verano, o otoño,
Todo lo que tienes que hacer es llamar
Y estaré ahí
Tienes un amigo

Tienes un amigo.
Hey, ¿no es bueno saber que tienes un amigo?
Hey, ¿no es bueno saber que tienes un amigo?
Tienes un amigo.




jueves, 23 de octubre de 2008

"Estoy en el cielo..."

Los jueves son siempre los días más duros para mí, así que hoy me he propuesto empezar bien. ¿Y cómo lo hacen en las películas para animar la cosa? O se echan un trago al pecho o se ponen a cantar.

Total, que buscando alguna cancioncilla graciosa por ahí me he topado con un vídeo que llevaba buscando qué se yo cuánto tiempo. Año 1997, ceremonia de entrega de los Premios de la Academia, también llamados Oscars. Sale Martin Scorsese y anuncia el galardón honorífico a Stanley Donen, director de maravillas como Un día en Nueva York (1949), Cantando bajo la lluvia (1952), Siempre hace buen tiempo (1954), Una cara con ángel (1957), Charada (1963), Dos en la carretera (1967) o Lío en Río (1984).

El caso es que el buen hombre sale ante el público, con esa cara de bonachón incorruptible, y agradece el premio de la única manera posible...

¡Memorable! En mi humilde opinión, el mejor momento de las ceremonias de los Oscars de los últimos... treinta años o así (desde que salió aquel tipo desnudo corriendo tras la flemática figura de David Niven).

El vídeo que os dejo comienza con una introducción de Scorsese. Para los que no tengáis mucho interés en ella, pasaros al minuto 1:35. A partir de entonces, sucede lo que sigue (lo transcribo para los que hablan el inglés de Masachunsen):

El público aplaude y se pone en pie -algo que no se hace habitualmente- para recibir como se debe a este maestro de la diversión. Suenan de fondo los compases de Singin' in the rain. Él lo agradece y se dispone a hablar:

(A Scrosese): Martin, soy yo quien debería haberte entregado este premio, créeme.
(Al público): Quiero dar las gracias a todos por este pequeño tipo, que para mí es titánico (era el año de Titanic). Esta noche, las palabras parecen poco adecuadas, y en los musicales, es cen este momento cuando cantamos una canción. Así que:

En el cielo / Estoy en el cielo / Y mi corazón late tanto que casi no puedo respirar / Creo haber encontrado la felicidad que buscaba / Cuando estamos juntos / Bailando mejilla con mejilla.

Sorpresa final

(Al público): Voy a contaros el secreto para ser un gran director. Para el guión coges a Larry Gelbart, Peter Stone, Frederick Raphael... ¡Alguien así! Si es un musical, para las canciones, coges a George e Ira Gershwin o Arthur Freed o Leonard Bernstein... ¡Alguien así! Para el reparto: Cary Grant, Audrey Hepburn, Fred Astaire, Gene Kelly, Sophia Loren, Richard Burton, Rex Harrison, Gregory Peck, Elizabeth Taylor, Gene Hackman ¡o Frank Sinatra!... ¡Alguien así! Y cuando comienza el rodaje, apareces y te quitas de en medio... ¡Pero tienes que aparecer! ¡Tienes que aparecer! Porque si no, no puedes conquistar a los críticos y no te dan uno de estos tipos. Muchísimas gracias.

No perdáis de vista las caras del personal durante el numerito musical. Esas sonrisas bobaliconas, esos rostros de ilusión y entusiasmo ante una sorpresa de ese tipo, es lo que hace grande al cine. Sobre todo a un tipo de cine, el de los buenos sentimientos y los momentos maravillosos. Ése que hoy escasea tanto.

No puedo insertar el video, pero podéis verlo pinchando aquí.

martes, 21 de octubre de 2008

Tres amigos, tres libros, tres tigres...

No hay nada más agradable que compartir con un amigo una buena noticia. Estos días tengo la suerte de que tres de ellos me hayan hecho partícipes de sus buenas nuevas. Tres amigos, tres escritores, tres grandes seres humanos, que ven cómo sus nuevas creaciones alcanzan los anaqueles de las librerías al tiempo que las hojas del otoño caen de los árboles.

Estoy hablando José María Carrasco, Francisco Javier Illán Vivas y José Ángel Muriel.

El primero devuelve a sus lectores a Paquito, el Capitán Nadie, en una serie de nuevas y alocadas aventuras que se presentarán oficialmente (si no hay cambios que yo desconozca), el lunes 17 de noviembre en la Fnac de Sevilla. El que suscribe ha tenido el grato honor de ser invitado a participar como presentador de dicha obra: El regreso del Capitán Nadie (Edebé).

De Francisco Javier Illán Vivas llega lo que todos esperaban, el siguiente volumen de la saga La cólera de Nébulos, que lleva por título El rey de las esfinges (Loto XII Ediciones). Paco es todo un veterano en esto de los libros, y de vez en cuando, además de volcarse en apoyar a los que empezamos abrirnos camino, decide sentarse a plasmar página tras página universos maravillosos como el que recoge esta obra. A destacar que la obra cuenta con un prólogo, nada menos, que de Luis Alberto de Cuenca, buen amigo del autor.

And last but not least, José Ángel "mira-que-niña-más-linda-tengo" Muriel. El orgulloso papá recibió un encargo y lo sacó adelante en las condiciones menos propicias para esto de la creación literaria. Y el resultado ya está ahí: El Talismán cósmico, una de las primeras entregas de la colección Tu decides la aventura, con la que se presenta en el mercado Hidra, un nuevo sello editorial.

A las tres obras, a los tres autores, dedicaremos un espacio propio y amplio en este blog (o ésa al menos es mi intención), pero quede constancia por ahora de la existencia de estas obras que, ojo al parche, hay que leer.

¡Enhorabuena, amigos!

viernes, 17 de octubre de 2008

Empecemos bien el fin de semana...

Por fin es viernes, y eso siempre hay que celebrarlo. Así que, para empezar bien el fin de semana, un poco de humor, de música y de arte, siempre entre buenos amigos; o lo que es igual, Dean Martin y Frank Sinatra en uno de sus memorables y divertidos duetos televisivos:

jueves, 16 de octubre de 2008

Pistoletazo de salida de mi nueva novela

Pues sí, señores. Así como suena. Ayer me senté ya en serio a trabajar en mi nueva novela (aunque ya venía tomando notas desde meses atrás). Y esta mañana he pasado por Correos para recoger un libro que, espero, me ayudará a meterme aún más en ambiente.

Se trata de Passion & Poetry. Sam peckinpah in Pictures, un grueso volumen de seiscientas páginas que, tras mucho rebuscar, encontré en una librería alemana. Llegué a este libro a través de ese mundo cada vez más fantástico para mí que es internet, y no lo digo porque sea un recién llegado, sino porque últimamente me está deparando increíbles sorpresas.

El caso es que, salta a la vista, mi próxima novela estará muy marcada por ese singular cineasta estadounidense y todo su universo cinematográfico. En busca de documentación, me topé con un documetal todavía inédito sobre el director -Passion & Poetry. The ballad of Sam Peckinpah-, y rebuscando aún por ahí, di con el mismísimo autor de la producción. Me explicó que, como resultado de todo su trabajo de investigación y recopilación de material, había publicado también un libro que, aunque en alemán, dedicaba buena parte de su paginación a mostrar fotografías, afiches y todo tipo de documentos y material relacionado con el director "maldito". Me venía genial. Tengo en casa como media docena de biografías de Peckinpah, pero todas muy parcas en imágenes, un aspecto fundamental de cara a mi proyecto.

Mike Siegel, se llama el tipo en cuestión, un chaval joven, y ya me ha prometido enviarme una copia del documental en cuanto concluya su edición definitiva para finales de este año. Al final de este post os dejo un trailer del mismo, en el que podréis comprobar que no ha escatimado en entrevistas a colaboradores de Bloody Sam (como le apodó la prensa por la violencia de algunas de sus películas).

¿Qué más os puedo contar de mi nueva empresa? Poco. El título provisional es La balada de Sam, y transcurrirá a caballo entre la ciudad de Los Ángeles y una aldea del norte de México; entre la actualidad y comienzos de los setenta. ¿Seré capaz de llevar a cabo lo que tengo en mente? Desde luego no se parece en nada a cualquier cosa que haya escrito antes. Digamos que es de eso que los sesudos denominan "literatura seria", con muchos conflictos interiores de los personajes y todo eso. Se hará lo que se pueda. Como dice Jim Malone (alias Sean Connery) en Los intocables de Eliot Ness: "el Señor odia a los cobardes".


miércoles, 15 de octubre de 2008

"El material con el que se fabrican los sueños..."


Bueno, pues tal y como dije ayer, ahí van algunas de las mejores frases de cine negro de todos los tiempos:

“Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gangster”. Uno de los nuestros, 1990.

"Todo lo que tengo en este mundo son mi palabra y mis pelotas, y no las rompo por nadie, entiendes?”. El precio del poder, 1983.

"Yo siempre digo la verdad, incluso cuando miento". El precio del poder, 1983.

"- Cómo pesa. ¿De que está hecho?
- Del material con el que se fabrican los sueños". El halcón Maltés, 1941.


"General, vigile a su hija: ha intentado sentarse sobre mis rodillas cuando yo aún estaba de pie". El sueño eterno, 1946.

"Eres como una hoja a la que el viento lleva de una cloaca a otra". Retorno al pasado, 1949.

"Te gusta el dinero. Tienes un gran símbolo del dolar donde muchas mujeres tienen el corazón". Atraco perfecto, 1956.

"Hay tres maneras de hacer las cosas: bien, mal y como yo las hago". Casino, 1995.

"Mantén cerca a tus amigos, pero mas cerca a tus enemigos". El Padrino, 1972.

"Deja la pistola. Coge los cannoli". El Padrino, 1972.

“Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera”. El Padrino II, 1974.

"¡Lo conseguí, ma! ¡La cima del mundo!". Al rojo vivo, 1949.

"-Me gusta su perfume.
-Es algo nuevo. Atrae a los mosquitos y repele a los hombres". Los sobornados, 1953.

"El único hombre que no teme morir es el que ya está muerto". Código del hampa, 1964.

"Me gustan los hombres que usan la cabeza para algo más que para colgar el sombrero". La matanza del día de san Valentín, 1967.

"Puedo permitirme algún defecto en mi carácter, pero no en mi ropa". Laura, 1944.

"-No te odias en ocasiones.
-Constantemente". El crepúsculo de los dioses, 1950.

"No hay nada trágico en tener 50 años. Nada, a menos que intentes aparentar 25". El crepúsculo de los dioses, 1950.

"¡Yo soy grande! Son las películas las que se han quedado pequeñas". El crepúsculo de los dioses, 1950.

martes, 14 de octubre de 2008

Resquicios de esperanza cinéfila

Anoche, Canal 2 Andalucía (o Canal Sur 2, o como quiera que se llame ahora), volvió a demostrarme que es uno de los pocos resquicios televisivos donde puede encontrarse algo interesante de vez en cuando (sí, muy de vez en cuando, pero algo es algo).

Hace ya varias semanas que están pasando un ciclo de Billy Wilder. Ahora que lo pienso, hablo de "un ciclo" como si todo el mundo fuese a saber de qué se trata. Y es que hubo un tiempo en que Televisión Española, la pública, la de todos, en lugar de gastarse millones en poner a bailar a toreros, coristas e individuos de distinto pelaje, se gastaba unos pocos cuartos en programar ciclos fabulosos de cine de género, retrospectivas de directores clásicos, de actores... ¡Y muchos de ellos en versión original subtitulada!

Que sí, que sí, que no es coña. Solía ser a horas indecentes, pero chico, algo es algo. Ahora, bueno; ahora ni en La2. Que de finos que son se pasan tres pueblos, y cuando les da por poner "buen cine" se van a esas películas "iraquíes con subtítulos en griego" que ven dos: el que no tiene más remedio porque controla los botones del vídeo desde el Pirulí y su madre, que le prepara el bocata de filete empanado.

Pues bueno, el caso es que, por ahora, tenemos ciclo Billy Wilder. Ya han puesto Primera plana (¡¡Magistral!!) y La vida privada de Sherlock Holmes, y ayer fue el turno (en pie, por favor), de Perdición. Ahí es nada. Se dice rápido, ¿verdad? Perdición. O lo que es lo mismo, cine de verdad, del que te deja clavado al sillón, del que te hace gritar aquello de "¡Qué grande es el cine!", y tirar el saxo al río...

Y por encima de ser una obra maestra del cine, sin más, Perdición es también una de las grandes joyas del género negro. No en vano su guión va firmado por el propio Wilder junto Raymond Chandler a partir de una novela James M. Cain. ¿He dicho algo? Madre de mi vida qué trinidad...

¡Y cómo está ese Fred MacMurray como vendedor de seguros corrupto que quiere y no puede! ¡Y esa Barbara Stanwyck, mujer fatal donde las busquen! ¿Y que me dicen de ese Edward G. Robinson, tan pequeñito y matón como cuando lo dirigía Huston?

El que no la haya visto, que la vea. Perdición, de Billy Wilder. Y luego, La mujer del cuadro, de Fritz Lang.

Y es que el cine negro tiene algo que te engancha y te seduce. Yo diría que son los diálogos. Ningún otro género, con excepción tal vez del western, ha dado tan buenas frases, tan chocantes y memorables, como ha logrado éste. Mañana, que ahora no puedo, selección de "frases negras". Pero de las de verdad, de las impactantes. Esto significa que habrá un par modernas y un montón "de las de antes", cuando en Hollywood, España y tantos otros sitios había censura cinematográfica, pero no toda esa falacia e hipocresía que marca los proyectos actuales y que impide que los personajes sean reales porque la realidad no es políticamente correcta. Ver para creer...

viernes, 10 de octubre de 2008

Salvemos la fantasía, la imaginación, la inocencia...

Estoy de acuerdo con cualquier movimiento que tenga por fin salvar algo, ya sean las ballenas, la capa de ozono, la ciudad perdida de Cecil B. DeMille o la cultura de los bares. Pero por encima de esas y otras cruzadas, hay una con la que estoy especialmente solidarizado: la lucha por salvar la fantasía.
Tal vez más de un lector cierre este blog con gesto retorcido tras leer algunas de mis reflexiones, pensando cosas del tipo "¡menudo carca reaccionario y coñazo!" Pues vale. Mejor suerte con su próxima elección. Digo esto, porque reconozco que puede sonar a comentario de abuelo Cebolleta si digo que me asombra y me entristece ver por la calle a niños y niñas -ojo, "niños y niñas", nada de preadolescentes ni otras chorradas de psicología snobista-, ver a chavales, decía, con doce, once o diez años comportándose como si tuviesen quince o dieciséis. Las niñas, maquilladas al detalle y luciendo unas faldas y unos escotes que, por obstinación de la Naturaleza, aún no tienen nada que resaltar. Y ellos, bueno, ellos más chulos y machotes que John Wayne un 4 de julio.

Será también, claro, que uno se empeñó en ser niño lo más que pudo. Aún hoy, con treinta años, mi padre todavía se lleva las manos a la cabeza cada vez que le cuento que me he comprado una figura de edición coleccionista de James Bond, la caja completa de la serie V o la réplica de un sable láser de La guerra de las galaxias (sí, ya, que uno es muy frikie). A mí me ponen en la tele El Equipo A o El gran héroe americano (gracias por esa camiseta molona a Ana, Noe y Pablo), y soy más feliz que una perdiz. Y ni que decir tiene que cuando llego a casa de algún familiar o amigos con niños pequeños, que anden con sus juguetes de rigor, me tiro lanzado a echar un rato con ellos. ¡Pero si paso por delante del Toys'r'Us y mi mujer me tiene que agarrar del brazo para que no entre! Y no es que vaya a comprar nada, pero me encanta dar una vuelta y ver la cantidad y variedad de cosas que hay.

Que nadie piense que esto es algún complejo de infancia infeliz o algo por el estilo. En absoluto. A mí, como diría el otro, no me faltó ni el perejil. Tuve la suerte de ser un niño bastante mimadete. No es que chasqueara los dedos y consiguiese cualquier cosa, pero sí es cierto que antes o después, acababa cayendo (uno, que siempre fue un seductor.y picodeoro...).

Yo era mucho de muñecos, desde los Clicks de Playmobil y los Airgambois a, sobre todo, los Geyperman, los Madelman y, más tarde, los G.I. Joe. Y de coches, aviones, naves espaciales y demás vehículos... baste decir que mi dormitorio parecía más bien el parque móvil municipal.
Pero por encima de todo, creo que lo que no olvidaré nunca son las mil y una películas que nos montábamos mi hermano y yo jugando juntos. Otras veces con mis vecinos, o los vecinos de casa de mi abuela, o mis primos (esas bandas del perro y el Gato). Hoy éramos policías y ladrones, mañana sheriffs y atracadores de bancos, al día siguiente pilotos de aviones,o aventureros o... Un sencillo banco de madera que nos hizo mi padre, a la sazón cofre de las maravillas en el que guardábamos todos los juguetes, servía igual de pescante de diligencia que de carlinga de avión o de asiento de coche de carreras. El resto, lo ponía nuestra imaginación.

Lo que me ha empujado a escribir este tema es un comentario que hizo ayer una compañera. Hablábamos de Indiana Jones y ella explicó que su hijo estaba loco con el tema, y apuntó: "Es que mi hijo es muy crío. Fíjate que se pasa el día jugando en casa con una cuerda como si fuese un látigo, y no deja de leer el tebeo y de ver la peli. Y venga a tararear la música dando saltos... Yo le he dicho que ya es mayorcito para eso". Intrigado, le pregunté la edad. "Ocho años". Y no lo pude evitar. Imitando el tono más teatral del insigne Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte, desde mi sitio le espeté: "¡Pero qué haces, insensata! Déjalo que juegue y salte y haga de una tela su armadura hasta que él mismo lo deje, y ojalá que no sea nunca". La compañera se ría. Muy agradable y educada que es ella. La pobre, recién llegada, habrá pensado: "menudo elemento debe estar hecho éste".

Pues sí, señorita, así es. ¡Qué alegría, por Dios! Saber que aún hay niños ¡y de ocho años! que no necesitan más que su imaginación para divertirse, y que gozan de la suficiente para crear sus propias aventuras, sin ayuda de consolas ni libros de rol ni tableros ni otras guías (ojo, no estoy contra nada de esto; únicamente lo desdeño cuando monopolizan el entretenimiento). Ojalá al chaval esa imaginación y las ganas de disfrutar de ella le duren mucho. Aunque ya digo que me dejó boquiabierto que la propia madre pida a un niño de ocho años "que crezca", entendiendo por esto que deje de jugar como lo que es, un niño, y empiece a comportarse como lo que no es, como algunos de su pandilla que, según ella nos contó, ya están enredados en que si les gusta Pepito o qué bien le queda el pantalón a Juanita...

Desde aquí, un manifiesto, una propuesta, un ruego: no matemos la infancia, ni la ilusión, ni la imaginación. Tenga uno seis años o sesenta, no hay nada más hermoso y saludable que poder seguir haciendo uso de esa facultad mágica, de ilusionarse cuando te hacen un regalo o cuando lo entregas, de disfrutar con una película como cuando eras un chaval. ¿No conocéis a gente que asegura que no existen los Reyes Magos, ni Papa Noel, ni el Ratoncito Pérez? ¡Evidente! ¿A gente que piensa de esa manera cómo van a llevarles regalos...?

Creo, sinceramente, que este mundo sería un poquito menos malo, más agradable, si todos conservásemos esa cualidad, ese don, que no es más que la gracia de esa inocencia de los niños que a algunos, espero que cada vez a más gente, nos sigue acompañando por más que cumplamos años.

Si al hacernos mayores nos empeñamos en dejar atrás la chispa infantil, ese toque de ilusión, el mundo, amigos, puede convertirse en un lugar mucho menos agradable:

jueves, 9 de octubre de 2008

"Te quiero... más que a Dios"

En 1976 Richard Lester dirigía a dos de mis actores favoritos, Audrey Hepburn y Sean Connery, en lo que sería un buen equivalente del western apocalíptico y desmitificador en el terreno del cine de aventuras. Robin y Marian retomaba el mito de Robin Hood para presentar a sus bien conocidos protagonistas en los días finales de sus vidas, unos días marcados por los ajustes de cuentas, tanto en materia bélica como sentimental.

¿Por qué hablo de esta película? Porque algo me ha animado a escribir un post antes de acostarme, aunque sin saber bien sobre qué. Entonces, ha venido a mi mente esa frase memorable que Marian le dice a su héroe, una de las más hermosas declaraciones de amor que han pasado por cualquier pantalla.

No son sólo las palabras que se dicen, sino como las dice esa Audrey, tan encantadora como siempre, y cómo las recibe ese Sean, tan artúrico a su pesar. Quizás muchos las tachen de cursi o de... cualquiera sabe. ¡Se pueden decir tantas barbaridades cuando la sensibilidad brilla por su ausencia, cuando nunca se ha experimentado aquello de lo que hablamos...!

Y con estas líneas le deseo muy buenas noches a quien caiga por este blog...

Te quiero. Más de lo que puedas pensar. Te quiero más que a la risa de los niños, más que a los campos que he labrado con mis manos. Te quiero más que a la oración de la mañana o a la paz. Te quiero más que al amanecer, más que a la carne y la alegría, más que al nuevo día. Te quiero... más que a Dios.

martes, 7 de octubre de 2008

Las lágrimas de Clint

Hoy voy a armarme de valor y hacer algo reservado para los que usan colonia Brumel, aquella cuyo anuncio decía "Para los hombres muy hombres". ¿No era así? Pues eso. Allá voy:

Señoras y señores, me encanta 'Los puentes de Madison'. No sólo me encanta, me emociono cada vez que la veo, lloro sin remisión cada vez que Francesca se aleja junto a su marido mientras ve a Robert Calarse hasta los huesos bajo la lluvia esperando que ella cambie de opinión. Sí, amigos. Esa película de la que miles de hombres salían horrorizados, despotricando tras ver a Harry 'El Sucio', después 'Sargento de hierro', llorando como alma en pena por el amor de una mujer; esa película, digo, se encuentra entre mis favoritas de las dirigidas y protagonizadas por Clint -the master- Eastwood.

Creo que fue una película que marcaba un nuevo rumbo en la trayectoria de Clint Eastwood. En 1992 alcanzaba por fin el pleno reconocimiento artístico como director de la mano de ‘Sin perdón’, con la que volvía por última vez al género que le hizo famoso, el western, para regalarle un epitafio de altura. Es más, creo que queda claro el carácter de "punto y aparte" de esta película en su dedicatoria: A Sergio (Leone) y Don (Siegel), los dos directores que hicieron famoso a Clint con sus películas de "el hombre sin nombre" y Harry Callahan, y probablemente sus principales influencias como realizador junto a John Ford.

A partir de aquella película, mi amigo Clint -sí, ¡qué pasa!- estaba dispuesto a cambiar el rumbo, enfundar el revolver de vaquero y policía y ahondar en los muchos resquicios del alma humana. El resultado fue ‘Los puentes de Madison’, una conmovedora historia que, de sencilla, fue tachada incluso de bobalicona por algunos críticos miopes -pero, ¿hay alguno que no lo sea?.

La cinta cuenta la historia de Robert Kincaid, un fotógrafo que viaja alrededor del mundo trabajando para la revista National Geographic, y Francesca Johnson, un ama de casa de Iowa. Ambos están en un momento en el que ilusiones y expectativas sólo tienen cabida en los cuentos. Pero cuatro días después de haberse conocido, viven un apasionado amor que no querrían dejar escapar jamás. Meryl Streep fue nominada al Oscar por su memorable encarnación de la sacrificada Francesca, y Eastwood no merecía menos por su retrato del fotógrafo bohemio. 


La historia está basada en el arrebatador best seller de Robert James Waller, un autor que, sin ser brillante, sí que cuenta con algunos títulos destacable; mi preferido, junto a 'Los puentes', es 'Aires de la frontera'. Con la historia de Waller, Eastwood se rodeó de su equipo habitual y parece que les dijo "Chicos, quiero lo mejor de cada uno de vosotros". Y vaya si se lo dieron. La fotografía (¡qué colores!), la música (impagable, inolvidable, irrepetible...), las localizaciones, la producción, el vestuario... ¡Qué se yo!

Denostar esta película por su carácter romántico, por su irresistible ternura, es tan absurdo como renegar de 'La diligencia' o 'Centauros del desierto' porque son westerns. Una verdadera lástima.

domingo, 5 de octubre de 2008

Un fin de semana muy completo...

Un día completo el de ayer. Tras la presentación de las jornadas de Dos Hermanas el viernes -una conferencia la de Somoza tan interesante como cabía esperar-, las ponencias del sábado resultaron bastante curiosas, con media docena de autores explicando sus particulares técnicas de trabajo, sus trucos, rutinas y secretos. Aquí os dejo la foto que sacó una nueva -buena- amiga de la mesa redonda en la que participamos Jose Carlos Somoza, José Ángel Muriel y éste que suscribe.
Y como ya ocurrió en Madrid, lo mejor de estos encuentros, además de escuchar a los distintos participantes, ha sido conocer a nuevos amigos. Gente con la que hablas por primera vez y piensas de pronto "¿dónde habrás estado durante tanto tiempo?" Gente con la que poder hacer cosas tan deliciosamente frikis como recitar diálogos de escenas enteras de Indiana Jones y el templo maldito, Los Goonies o El jovencito Frankenstein.


Mi enhorabuena a los organizadores de las jornadas nazarenas, y a esa infalible Inés, que siempre se las arregla -sin saberlo-, para sorprenderme con algún nuevo libro de vampiros cinematográficos. Todo lo que sea promover la lectura siempre es motivo de aplauso, y si de paso se hacen nuevos amigos... ¿Qué más se puede pedir?
Pues que después de todo esto se vaya uno de despedida de soltero... Pero todo hay que decirlo, fue más "decente" de lo que se esperaba. Tanto, que estoy escribiendo este post fresco como una lechuga, y "solo" son las doce y media de la mañana. No "semos" nadie...

miércoles, 1 de octubre de 2008

III Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas

Este fin de semana (viernes 3 de octubre y sábado 4 de octubre) tendrán lugar las III Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, bajo el título A través del espejo, que este año se trasladan a la Sala Cultural La Almona (Real Utrera nº 3).

Participarán buenos amigos como José María Carrasco y José Ángel Muriel y autores de la trayectoria de José Carlos Somoza y Rafael Marín, además de Enrique Jiménez Corominas, Joan Manuel Gisbert o Santiago García-Clairac, y también estará por allí Inés con su stad de La Araña. Un servidor de ustedes estará el sábado por la mañana en una de las mesas redondas, La alquimia de la palabra: técnicas y recursos del escritor, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura tras la celebración cumpleañera de la noche anterior. Tampoco será una empresa harto difícil, será cuestión de ver dos películas seguidas en lugar de tres, y listo...

El programa de estas jornadas es el siguiente.

Viernes, 3 de octubre de 2008.

11:00-14:00 y 17:00-19:00: Recepcion de participantes y reparto de credenciales en la Sala Cultural "La Almona".

17:30 - 19:00: II Taller Infantil de Fantasía para la introducción a la ilustración a cargo de Enrique Jiménez Corominas (Biblioteca Pública Municipal).

19:00 Conferencia: Visita a la caverna de las ideas: panorama de la literatura fantástica en España, de José Carlos Somoza.

21:00 Encuentro entre los participantes y copa de bienvenida.

Sábado, 4 de octubre de 2008

10:00: Conferencia Historias secretas de los libros de Joan Mauel Gisbert.

11:00 Mesa redonda: La alquimia de las palabras: técnicas y recursos del escritor, con Rafael Marín, José Carlos Somoza, Javier Márquez y José Ángel Muriel.

12:30 Conferencia temática: El universo de El Ejército Negro de Santiago García- Clairac.

13:30 Presentación de la nueva novela de José María Carrasco: El regreso de Capitán Nadie.

16:30 Mesa redonda: Movimientos juveniles en torno al Manga: Hablan las Asociaciones. Participan: Adrián Guerrero Gallego, presidente de la Asociación Kiseki de Granada, Iván Dequito, presidente del Grupo Juvenil Goke de Dos Hermanas, Sergio Velasco González, presidente de la Asociación juvenil Otaku no yume de Sevilla.

17:30 Conclusiones sobre el II Taller Infantil de Fantasía. Conferencia: ¿Tú qué pintas aquí?. La ilustración en la literatura fantástica de Enrique Jiménez Corominas.

19:00 Conferencia taller: Ars mágica: la literatura de taller, sobre Literatura Fantástica a cargo de Nerea Riesco.

20:00 Clausura